¿QUE LE FASTIDIA A DIOS ? IRA DE DIOS
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¿Qué le Fastidia a Dios?
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“Mira, pues, la bondad y la severidad de Dios” (Rom. 11:22)
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Nuestra tendencia es la de leer la Biblia con una cierta parcialidad personal que escoge
recordar las cosas que la Biblia dice “para” mí, e ignorar aquellas cosas que la Biblia habla
“en contra” mía. Dietrich Bonhoeffer trató esta tendencia en 1932 en una conferencia en
Suiza, donde, en referencia a la Biblia, hizo la siguiente observación:
“... la gran preocupación que ha estado sobre mí con creciente pesadez a lo
largo de toda la conferencia es esta: ¿no se ha hecho terriblemente claro una y otra
vez, en todo lo que nos hemos dicho aquí los unos a los otros, que ya no somos
obedientes a la Biblia? Le tenemos más cariño a nuestros propios pensamientos que
a los pensamientos de la Biblia. Ya no leemos la Biblia seriamente, ya no leemos la
Biblia contra nosotros mismos, sino para nosotros mismos. Si la totalidad de
nuestra conferencia aquí va a tener un gran significado, quizás sea el de mostrarnos
que debemos leer la Biblia de una manera totalmente diferente, hasta que nos
encontremos a nosotros mismos una vez más.”
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Pablo nos dice que “miremos” (significado Griego “fija tu mirada”) tanto la “bondad”
(Dios Habla Hoy – “bueno”) como la severidad (significado Griego “severamente en
contra”) de Dios. A ambas se les debe dar nuestra atención. Aunque reconocemos la
importancia de entender la bondad de Dios para con nosotros, debemos igualmente afirmar
la verdad de que Dios sí se enfada. A W. Pink en su libro, Los Atributos de Dios, señala
que: “Un estudio de la concordancia mostrará que hay más referencias en la Escritura a la
ira, la furia y la cólera de Dios que las que hay de Su amor y cariño.”
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Algunos afirman que hay una diferencia entre el Dios del Antiguo Testamento y el Dios
del Nuevo. Dicen, en esencia, que: “El Dios del antiguo pacto se caracterizaba por la ira y el
juicio, mientras que Jesús es la “imagen expresada” de Dios y se caracteriza por el amor y
la misericordia. Esto, claro está, crea una dicotomía entre el Dios del Antiguo Testamento y
el Dios del Nuevo. En realidad crea dos “Dioses” diferentes. Por el contrario, el Dios del
Antiguo y el Dios del Nuevo son uno en ser, naturaleza y personalidad. Aunque Dios sí
inauguró una nueva “administración” (Efe. 1:10) con la venida de Su Hijo, Dios mismo
permanece inmutable (Mal. 3:6). En los tiempos pre-Cristianos Dios estaba airado con
aquellos que rechazaban Su voluntad revelada. Esto no cambió con la llegada de Cristo. “El
que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que se niega a creer en el Hijo no verá la vida,
sino que la ira de Dios está sobre él” (Juan 3:36). Jesús en realidad dijo más sobre la ira de
Dios que cualquier otra persona en el Nuevo Testamento. El desagrado de Dios con los
Fariseos se ve en la denuncia de Jesús narrada en Mateo 23. “¡Serpientes, generación de
víboras!, ¿cómo escaparéis de la condenación del infierno?” (Mat. 23:33).
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Juan el Bautista advirtió a los Fariseos y a los Saduceos de la “ira venidera” (Mat. 3:7) y
esto no era únicamente una referencia al juicio final. Creo que estaba hablando de la
destrucción que había de venir sobre Jerusalén en el año 70 d.C. Con respecto a este juicio,
Jesús advirtió, “porque habrá gran calamidad en la tierra e ira sobre este pueblo” (Lucas
21:23). Pablo, refiriéndose a este juicio sobre aquella generación del Israel étnico declaró,
“pues vino sobre ellos la ira hasta el extremo” (I Tes. 2:16).
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Pablo habla con claridad sobre la ira de Dios a lo largo de sus epístolas (Efe. 2:3; 5:6;
Col. 3:6; I Tes. 1:10; 5:9). Hay en la Biblia aproximadamente 500 referencias a la ira de
Dios. Todos los escritores del Nuevo Testamento se refieren a los juicios del Antiguo
Testamento como recurriendo en el Nuevo por ofensas similares. Estas referencias del
Nuevo Testamento debiesen ser suficiente evidencia escritural para demostrar el carácter
inmutable de Dios y que la ira de Dios es una realidad en la era del Nuevo Testamento.
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Con esto, permítame abordar la pregunta planteada por mi título:
¿Qué le fastidia a Dios?
Al responder esa pregunta podría ser demasiado general, o podría
ser demasiado específico, en cuyo caso podría intentar comentar todas las 500 referencias a
la ira de Dios. En lugar de eso, hablaré de las principales razones de Su ira, reconociendo
que son las mismas tanto en la economía antigua como en la nueva. Pablo establece este
principio en su carta a los Corintios (vea I Cor. 10:1-11).
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Pablo muestra en este pasaje que el éxodo bajo Moisés fue típico de la liberación de la
comunidad Cristiana por parte de Cristo (Heb. 3:14-16; Hch. 7:37-38). No podemos dejar
de ver el paralelo entre estos dos grandes hechos históricos redentores. Pero,
inmediatamente después de la comparación de los dos por parte de Pablo, él escribe algo
que es bastante solemne en su mensaje, dice, “Pero de la mayoría de ellos [la Versión
Amplificada dice “de la gran mayoría”] no se agradó Dios, por lo cual quedaron tendidos en
el desierto” (I Cor. 10:5). Hebreos 3:11 habla de este episodio con Dios diciendo, “Juré en
mi ira.” En el Salmo 106 se nos dice por parte del salmista que, “Provocaron la ira de Dios
con sus obras... Se encendió, por tanto, el furor de Jehová contra su pueblo” (Salmos
106:29, 40).
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Esto no es Pablo simplemente derivando una lección objetiva de la historia, porque
luego hace la analogía directa a los Corintios declarando: “Estas cosas sucedieron como
ejemplos para nosotros, para que no codiciemos cosas malas, como ellos codiciaron.”
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Luego enumera cuatro cosas “que fastidiaron a Dios.” Estas cosas son la idolatría, la
inmoralidad, la impaciencia con Dios y la murmuración (I Cor. 10:7-9). Obviamente estas
son cuatro cosas que a Dios no le gustan. No creo necesariamente que esta lista sea
exhaustiva de todas las cosas que no le gustan a Dios, pero Pablo nos expone un buen
comienzo.
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El escritor a los Hebreos usa la misma ilustración de la desobediencia de Israel para
advertir a sus lectores. Cita el registro del salmista del castigo de la nación rebelde y
desobediente por parte de Dios (Heb. 3:7-11; Sal. 95:8-11). Luego sigue una advertencia a
la comunidad Cristiana para que no sigan por el mismo camino (Heb. 3:12). La advertencia
es clara, la ira de Dios puede manifestarse hacia la comunidad del nuevo pacto lo mismo
que lo fue para con la antigua – y debemos tomar muy en serio el asunto de la
desobediencia. Tanto la ira de Dios como Su amor y Su misericordia debiesen motivar y
monitorear nuestras actitudes y acciones.
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