STAR WARS
Star Wars
Oscuridad compartida
Bill Slavicsek
En una galaxia lejana, muy lejana, seis meses antes de la batalla de Ruusan...
El Canción Dorada cabalgaba por las cambiantes corrientes de luz y color del hiperespacio recorriendo largas distancias con cada “clic” del cronómetro de a bordo. Crian Maru se sentó rígida en su silla usando todas las técnicas de meditación que conocía para mantenerse en calma y armonía. No estaba segura de cómo lo hacían los Maestros Jedi. Siempre parecían tan serenos, tan en paz. Quizá ella podría conseguir algún día un estado semejante de constante paz interior y confianza, los factores que ella creía que diferenciaban a un Caballero Jedi de un Maestro Jedi. Pero eso eran reflexiones para otro momento. Ahora tenían que prepararse tanto ella como su aprendiz para los retos que les esperaban, mientras trataba de superar el horror que habían dejado atrás.
Bajo la luz del sol de Harpori, Crian Maru y su aprendiz habían aterrizado el Canción Dorada. Lo que se suponía que iba a ser una concurrida colonia Duros estaba silencioso y tranquilo. Nadie fue a saludarles. La plaza de la ciudad estaba desierta. Cuando Crian usó la Fuerza, todo lo que sintió fue tristeza. Todo lo que notó fue vacío. Detrás de ese vacío acechaba la oscuridad.
El transporte tembló, y con un repentino cambio en las estrellas el viaje a través del hiperespacio llegó a su fin, Crian intentó rechazar las imágenes de Harpori. Duros muertos, adornados con la inconfundible marca de una espada de luz en sus heridas. Hombres, mujeres y niños masacrados para aplacar el apetito oscuro y la furia perturbada del Merodeador. El Loco. El Asesino Oscuro.
Con una respiración honda y calmada, la Caballero Jedi hizo desaparecer las persistentes imágenes, al menos por el momento. Era hora de terminar la tarea que se habían propuesto. Tenían que enfrentarse a la oscuridad. Él estaba cerca, su presa. En este sistema estelar. Crian podía sentir su siniestra presencia en la Fuerza. No era precisamente una sensación que le gustase.
¿Dónde estamos, Dree? preguntó Crian a su aprendiz Padawan.
La joven rodiana, Dree Vandap poco más que una niña estaba comprobando la pantalla del ordenador de navegación del Canción Dorada, anticipándose a la petición de su maestra.
Aún estamos en el Borde Medio dijo Dree. En un sistema llamado Balowa. Dree frunció el ceño al estilo rodiano, arrugando su hocico. Agitó distraídamente su cresta. No veo nada ahí fuera.
Él está aquí dijo Crian, mientras ajustaba los controles y activaba los impulsores sublumínicos de la nave. Comprueba los sensores, y mantente alerta por si hay vibraciones en la Fuerza. Te puede dar más información de lo que cualquier máquina u ordenador jamás haría, siempre y cuando escuches su canción.
Para Crian, la Fuerza era como una melodía constante que había estado con ella desde que podía recordarlo. Fluía sobre la Caballero Jedi como ondas de sensaciones que pocos más podían sentir, un zumbido omnipresente que era a un tiempo grande y complejo, simple y confortante, lleno de movimiento aunque totalmente calmado. Cuando estaba en paz, podía sentir la Fuerza resonando en su interior. Como los ecos de una apreciada canción. Así era como Crian la percibía. Otro Jedi lo explicaría de otra forma. Su Maestro la había descrito como una niebla omnipresente que giraba y fluía constantemente a su alrededor. Dree la describía como un estanque tranquilo; cuando el agua ondeaba, le contaba cosas.
Crian cerró los ojos, dejando que la Fuerza guiase sus manos mientras las movía por los controles del transporte. La canción retumbó dentro de ella, cambiando, componiéndose. Ahora era tronante y cacofónica. Crian pudo sentir al Oscuro en la Fuerza, podía oír el terrible ritmo que lo hacía tangible a sus sentidos Jedi. Su presencia estaba llena de ira. Vibraba con una rabia apenas controlada.
Se acercaba.
El Merodeador.
El Loco.
Kaox Krul.
***
El Merodeador deslizó su nave hasta la estela del transporte, dirigiendo el impulso de su motor sublumínico como si se tratara de un sutil depredador acuático buscando el ángulo perfecto para matar. Él era Kaox Krul, orgulloso guerrero de la Hermandad de la Oscuridad, seguidor fiel de Kaan, el Señor Oscuro de los Sith. Una gran guerra estaba a punto de estallar, enfrentando a los creyentes del Lado Oscuro de la Fuerza, impulsados por el odio, contra los Jedi de voluntad débil que predicaban una idea hipócrita de paz y sosiego. Los Jedi afirmaban que ellos nunca sentían el frío viento de la rabia correr por sus venas. ¡Mentirosos! Ellos rechazaban el Lado Oscuro, se negaban a abrazar su poder. Hacían normas para que otros no pudieran aceptar ese poder aunque así lo deseasen. ¡Cómo odiaba Kaox a los Jedi y la santidad que estos pregonaban!
Ésta, la mujer humana, había estado siguiendo a Kaox durante más de un mes. Ya era hora de que su pequeño juego terminase. Él tenía que volver junto a Lord Kaan. Podía sentir como su Maestro le llamaba a través de la Fuerza, y no podía resistir la atracción durante mucho más tiempo. Lord Kaan los estaba llamando a todos, a toda la hermandad. La guerra entre la luz y la oscuridad estaba a punto de empezar. Pero Kaox tenía otra tarea que completar antes de volver con su Maestro.
El transporte cazador se movía en una deliberada pauta de búsqueda, deslizándose cada vez más cerca de un pequeño planeta deshabitado. Kaox no se molestó en comprobar su ordenador de navegación; la Fuerza le indicaba que el desconocido planeta tenía ligeros signos de vida, ninguno más avanzado que el de una rata womp. No había nada en este sistema que le preocupase. Las Jedi estaban solas, sin ninguna posibilidad de recibir ayuda. Pronto morirán, pensó Kaox.
El Merodeador colocó su caza estelar en posición de ataque y activó su sistema de armas. El transporte estaba a tiro; una criatura lenta, pesada que estaba a punto de ser destripada por el veloz depredador que se le acercaba cada vez más rápido por detrás. Él hubiese preferido matar a la Jedi y a su aprendiz en un combate cuerpo a cuerpo, espada de luz contra espada de luz, pero la época para tales enfrentamientos había terminado. Se sumió en la Fuerza, imaginándose el transporte explotando en miles de pedazos llameantes. Dejó que su ira creciera en él, llenándolo de rabia y de poder. Ahora la Fuerza era un brillo carmesí ante sus ojos, cubriendo al transporte como una neblina que hacía las veces de pinto de mira, incrementando su precisión y asegurándole la letalidad del disparo. Kaox disparó los cañones láser del caza y rayos de muerte energizada golpearon a la desprevenida presa.
***
El Asesino Oscuro se había deslizado tras ellas como si fuera una sombra. Ella sintió su feroz presencia una fracción de segundo antes de que Dree gritara. Crian reprimió una sonrisa. Su padawan era muy buena, pero ahora no era el momento de decírselo. En lugar de eso sus manos bailaron sobre los controles para maniobrar el lento transporte, sacándolo de su actual curso antes de que los láseres del Merodeador atravesaran su casco o hicieran pedazos sus motores sublumínicos.
¡Dree, agárrate a algo! ordenó Crian mientras el Canción Dorada se balanceaba y chirriaba.
Con una gran resistencia e igualmente grande desafío el transporte giró lentamente hacia un lado. Crian hizo un gesto de preocupación y deseó que la nave aguantara.
¡El Merodeador está justo detrás nuestro! gritó Dree. Se acerca rápidamente...
La explosión que se abrió paso por el transporte anuló la voz de Dree. Quizá había terminado la frase, pero Crian no podía oírla por el ruido del impacto láser y el fragor de las alarmas que le avisaban del fallo inminente de una docena de sistemas. El Canción Dorada estaba cayendo en barrena. Mientras el humo invadía la cabina, Crian frunció el ceño y luchó con los controles. Luego, con una colisión y una fuerte sacudida, las luces se apagaron, dejando a la Caballero Jedi y a su padawan en la más absoluta oscuridad.
***
Kaox Krul sintió como su caza estelar temblaba cuando las lanzas de fuego láser salían disparadas desde los cañones delanteros. Usó el Lado Oscuro para apuntar bien, haciendo especial énfasis al lugar preciso donde se los laceres podían causar un mayor daño a los motores del transporte. Su júbilo, no obstante, fue en todo caso momentáneo, ya que el transporte pudo evitar un impacto letal. ¡La insípida Jedi había sentido su presencia!
No podía haber otra explicación. Su presa había virado a la derecha, una maniobra demasiado complicada y atrevida para una nave tan lenta. Los láseres del Merodeador impactaron en la panza del transporte, dejándole una herida que sangraba aire desde la parte trasera izquierda de su casco. Kaox se regocijó. No era el disparo mortal que él había previsto, pero al menos fue dañino.
Mientras el transporte caía en una barrena incontrolada, Kaox se percató ligeramente alarmado de que su caza estaba demasiado cerca. Él hubiese querido volar atravesando la explosión, esparciendo los pedazos que quedasen del transporte a su paso mientras enviaba a la Jedi y a su aprendiz a su Salto Final. Pero no hubo ninguna explosión, y el morro del transporte dio un sólido golpe al caza. La nave de las Jedi golpeó al Merodeador como un nerf embistiendo contra un rasga-garra.
Kaox perdió el conocimiento mientras el caza iba a la deriva, cayendo en dirección al pequeño planeta que tenían debajo.
***
El transporte se balanceó de un lado a otro.
Aunque Crian deseaba que el destino hubiera escrito el final del Merodeador, no creía que pudieran desembarazarse de Kaox Krul tan facilmente. La oscuridad aún estaba ahí fuera. En cualquier caso, tenía problemas más inmediatos. El Canción Dorada caía en espiral hacia el pequeño planeta que había dado la bienvenida a las Jedi nada más salir del hiperespacio. Ahora su imagen ocupaba todo el parabrisas mientras Crian luchaba para recuperar el control de la nave.
Dree, ¿qué puedes decirme sobre ese planeta?
No hubo respuesta. Crian no podía sentir nada más que una impresión de la padawan rodiana. Dree estaba viva y probablemente inconsciente. Cualquier otra cosa que Crian pudiera imaginar sería únicamente especulación, y no tenía tiempo para eso. El planeta se estaba acercando rápidamente, y aún no había podido conseguir que el transporte respondiera a sus órdenes.
Vamos... dijo Crian a la nave. Se supone que tu nombre sirve para atraer la fortuna y la buena suerte. No me vendría mal un poco de ambas ahora mismo.
El Canción Dorada golpeó bruscamente la atmósfera del planeta. Crian pudo sentir la nave haciéndose pedazos a su alrededor.
Un poquito de ayuda murmuró Crian, deseando que los estabilizadores volvieran a estar operativos o que el motor repulsor funcionara. Golpeó la palanca del repulsor de nuevo. Nada. Una vez más.
De alguna parte del interior del transporte podía oírse un gemido insistente. De repente, comenzó a perder velocidad, intentando nivelarse. ¡Los repulsores funcionaban! Eso ya era algo; de todos modos seguramente no podría conseguir llevar al Canción Dorada al espacio de nuevo, pero quizá podría dirigirla de forma relativamente suave hacia la superficie del planeta.
Crian sabía que no iba a ser un aterrizaje agradable. El transporte se giraba de un lado a otro mientras los repulsores empujaban contra la superficie del planeta. Con grandes vibraciones, la nave luchó contra las garras de la gravedad mientras se abría paso por la exosfera hacia la ionosfera, atravesando la estratosfera y zambulléndose en el cielo. Una extraña sensación se apoderó de Crian mientras se imaginaba a la nave enfrentándose a su propio destino con una mezcla de inquietud y valor, y eso la entristeció. El Canción Dorada había realizado su último viaje. Su bonito y leal transporte estaba cayendo hacia su muerte.
El transporte rozó las copas de los árboles, segándolo todo a través de la frondosa cúpula del bosque antes de precipitarse en el mar de denso follaje. Chocó contra el suelo, rebotó sobre su campo repulsor, y volvió a botar de nuevo. A través de la cabina completamente destrozada, Crian podía ver el bosque impenetrable. El transporte se deslizó cruzando un claro y se estrelló contra la base de un árbol gigantesco, y entonces Crian ya no vio nada en absoluto.
***
Kaox recuperó la consciencia cuando su caza rozaba la atmósfera del planeta. Intentó desesperadamente dar con un vector que permitiera a la nave descender hacia la superficie en una caída más o menos controlada. Pudo ver como el transporte de las Jedi se estrellaba contra la densa cúpula del bosque, y entonces concentró su atención en salvar su propia nave. El morro de la nave estaba aplastado, dejando inútil su matriz sensora. Kaox estaba seguro de que otros sistemas también se habían dañado, incluso de forma irreparable, pero aún tenía motores y controles de dirección. Pilotó el caza hacia la superficie buscando un sitio donde aterrizar.
Entonces saldría a pie, encontraría a las Jedi, y o bien bailaría sobre sus cadáveres, o bien terminaría el trabajo... En combate cuerpo a cuerpo, desde donde podría cortarlas en pedacitos.
***
Dree Vandap sabía que estaba viva porque sentía dolor por todas partes. Un espíritu del Mundo Cazador Rodiano el lugar donde van los buenos rodianos cuando mueren no podía sentir semejante dolor. Al menos, Dree nunca había oído semejante cosa en ninguna de las historias que había leído. No se había criado en la tradición rodiana, de todas formas, así que probablemente había muchos aspectos de la teología rodiana que ella desconocía. Creció en el Templo Jedi, donde aprendió el camino de los Jedi con maestros como Lord Hoth y Crian Maru.
Los Jedi no seguían el Camino de la Caza, pero Dree había leído sobre su mundo natal y sobre las tradiciones rodianas. Ella creía que tenía una buena imagen del Mundo Cazador y de los cazadores de espíritus, pero la verdad es que ninguno de los espíritus sobre los que había leído tenía un chichón del tamaño de una fruta-concha a un lado de la cabeza.
La padawan apartó los escombros y se levantó. El Canción Dorada no era más que un montón de escombros de duracero destrozado, plastiacero fundido y cables colgando. Le encantaba esta nave, pero era dolorosamente obvio que ésta había hecho su última misión. Por suerte, no había sido también la última misión de Dree.
Tan sólo espera, Vandap susurró Dree para sus adentros, el día aún no ha terminado.
La rodiana se tomó un momento para evaluar los daños. No tenía buena pinta desde dentro, pero no vio nada que le hiciese creer que estaba en peligro inmediato. No había ningún fuego, ni cables chispeando, ni ninguna señal de alarma indicando sobrecarga en las células energéticas. Fue hasta un lugar relativamente despejado de la inclinada cubierta y comprobó que su espada de luz aún estaba sujeta a su cinturón. Entonces recordó a su Maestra.
¿Maestra Crian? llamó Dree.
Su voz sonó más débil y más asustada de lo que pretendía, por eso la llamó otra vez, más fuerte y así lo esperaba con más confianza.
Al no recibir respuesta alguna, Dree buscó con la Fuerza. Exploró el área, buscando cualquier señal de la presencia de su Maestra en la Fuerza. Dree no era muy buena en ese aspecto, aunque todo Jedi tenía una habilidad rudimentaria para percibir vibraciones en la Fuerza. Se concentró, cerró los ojos, e intentó abrirse a sí misma a las vibraciones.
Nada.
No, espera. Había algo. Dree tuvo la sensación de una amenaza inminente. Muerte. El Lado Oscuro. La hizo estremecer.
¡Cielos! murmuró Dree. Sacudió la cabeza, intentando borrar la sensación de su mente. Buscaré a Crian a la antigua usanza.
Fue hacia la parte delantera de la cabina, intentando ignorar el parabrisas destrozado y los paneles de control aplastados.
¿Crian? volvió a llamar, y pudo sentir el miedo intentando penetrar en ella. Dree no lo permitió.
Mientras pisaba un fragmento de un panel de la cubierta que se había partido, Dree vio la bota de Crian sobresaliendo detrás de una consola dañada. La padawan inspiró fuertemente para tranquilizarse y luego fue junto a su Maestra. Vio a Crian yaciendo allí, y no estaba segura de cómo proceder. No vio ninguna herida de consideración ni ningún hueso que estuviera claramente roto. No había sangre creando un charco alrededor de su Maestra, pero eso no significaba que no pudiera estar herida igualmente.
¿Debería tocarla?, se preguntó Dree, intentando recordar el rudimentario entrenamiento médico que había recibido hacía unos años. ¿Agitarla? ¿Gritar su nombre hasta que responda?
¿Pero qué pasa si está muerta?, se preguntó Dree. Ciertamente no responderá si ya está muerta.
No estoy muerta dijo Crian con un débil suspiro, mientras abría los ojos para poder mirar a su aprendiz.
Dree no pudo evitarlo. Saltó hacia atrás, golpeando un mamparo retorcido con su codo.
Bien dijo Crian en un tono jocoso. No ayudes a tu vieja Maestra.
No eres vieja dijo Dree, yendo junto a Crian y ayudándola a sentarse. Pero acabas de quitarme varios años de vida del susto.
Crian estuvo sentada sin moverse durante un momento. Cerró los ojos, y Dree supo que estaba usando la Fuerza. Cuando Crian abrió los ojos, Dree pudo ver determinación y decisión en ellos. La Jedi se puso en pie, poniendo una mano sobre la espada de luz que le colgaba de un costado.
Aún no hemos terminado dijo Crian. El Merodeador aún está ahí fuera, y nos está buscando.
Supongo que eso nos convierte en la presa.
Por el momento, Pequeña Cazadora dijo Crian cariñosamente. Dejemos que nos vea de ese modo durante un rato más.
***
Kaox acechaba por el bosque sin ser visto, como un merodeador sigiloso. Sus sentidos se extendían ante él, permitiéndole percibir cada insecto, planta y flor, cada pequeña criatura que se ocultaba en su madriguera o que huía cuando se acercaba. Este mundo, tan abundantes en formas de vida inferiores, nunca había visto especimenes como el Merodeador, que se alimentaba del miedo que causaba con su mera presencia. Aún se encontraba demasiado lejos como para tener sensaciones precisas, pero Kaox imaginaba que la Jedi y su aprendiz estaban experimentando el mismo tipo de miedo que los peludos cavadores y los pequeños come-hojas. Ese miedo crecería cuanto más se acercase, y el obtendría fuerza de su terror.
Iba a disfrutar con ello.
El Merodeador mantuvo un paso constante. No le importaba que pudiera resbalar o tropezarse. Esas eran preocupaciones de seres inferiores. El sigilo le cubría como una vieja túnica, una piel de serpiente. Visionó a sus presas estremeciéndose bajo gruesas mantas de miedo.
Llevaba un peto negro que él mismo había diseñado. Consistía en una serie de capas protectoras y de placas compuestas talladas con un complejo patrón que glorificaba a los Sith y la Hermandad de la Oscuridad. También había usado alquimia Sith para imbuir la armadura con energía del Lado Oscuro, creando una barrera que le proveía de cierta protección contra las habilidades de los Jedi. Estaba orgulloso del trabajo que había realizado, tanto de la construcción minuciosa como de la aplicación de la magia Sith, y llevaba la armadura como símbolo de su fe en el Lado Oscuro de la Fuerza.
En su costado, atado a su cinturón, colgaba la espada de luz que ya había usado para matar a más de cien enemigos. Kaox no había construído su arma. Se había ganado la espada de luz, tomándola de la agonizante mano del primer Jedi que mató en combate personal. Humillaba a los Jedi cada vez que usaba su arma para matar a un inocente como los suplicantes Duros que había masacrado en la colonia Harpori o enemigos despreciables como por ejemplo aquella Jedi, Karist Dem, o el diplomático wookiee Rojarra. El arma, bañada en sangre y usada como instrumento del Lado Oscuro, ahora pertenecía exclusivamente a Kaox. Apenas quedaban restos Jedi en ella.
Kaox usaría su arma para matar a la Jedi y su joven aprendiz. Vio como la batalla aparecía en su mente. Empezaría poniéndolas a prueba a ambas juntas, permitiéndoles agruparse contra él para revelar la cobardía que representaban los Jedi. Entonces se alejaría, para darles tiempo acrecentar su miedo mientras contemplaban su fuerza y poder superiores. Cuando volviera a atacar, mataría a la aprendiz. No sería una muerte limpia y rápida. Quería que experimentara agonía para intensificar su miedo. Llamaría a su Maestra en busca de ayuda, pero también se daría cuenta de que la ayuda no llegaría a tiempo. Cuando se diera cuenta de que la muerte estaba sobre ella, él terminaría con su vida. Sus acciones volverían a la Jedi loca de dolor y rabia. Quizá entonces podría aceptar la verdad del Lado Oscuro, pero él sabía que ese no solía ser el caso. Los Jedi eran tozudos y muy cerrados. Ella sabría realmente lo que es la verdad de la Fuerza, pero rehusaría del poder que quizá le diera una oportunidad de luchar. Y entonces la Jedi también moriría.
Cuando terminase y la hoja de su espada de luz se apagara, Kaox Krul volvería con Lord Kaan, triunfante y preparado para continuar hacia la siguiente fase del ascenso de la Hermandad hacia la gloria. La Jedi y su aprendiz eran simples aperitivos antes del copioso festín de oscuridad que se avecinaba.
El Merodeador estaba hambriento. Aligeró su paso, dejando que el Lado Oscuro fluyera a través de él para así incrementar su resistencia. Repitió la escena que había imaginado mientras corría. El Merodeador estaba muy hambriento.
***
Tenemos que irnos dijo Crian Maru, bajando del destrozado transporte. Tenemos que irnos ahora.
Dree Vandap, con un kit de supervivencia colgando de su hombro izquierdo, aterrizó en la hierba húmeda al lado de su Maestra.
¿No deberíamos tan solo ir y enfrentarnos a él? ¿Acabar con esto?
El Merodeador es poderoso, Dree. No lo subestimes. Él sabe que lo hemos estado siguiendo desde Harpori, y ambas hemos sentido su odio, y su oscuridad, a través de la fuerza. Algo me dice que este no es el lugar para enfrentarnos a él.
La Jedi y su aprendiz corrieron hasta la parte trasera del transporte y examinaron la puerta del compartimiento de carga.
Los servomotores no abrirán esa puerta. Están demasiado dañados dijo Dree.
Entonces tendré que improvisar contestó Crian, cogiendo su espada de luz y encendiéndola con un movimiento muy ensayado. Empuñando la espada de luz con ambas manos, Crian dibujó un tosco círculo en la puerta de duracero. El metal brillaba al rojo blanco mientras la espada de luz lo atravesaba, y luego el trozo que Crian había cortado cayó hacia dentro, dejando acceso al compartimiento de carga.
Crian saltó fácilmente a través de la apertura.
Mantente alerta dijo. No estaremos solas durante mucho rato.
***
El Merodeador miró a la aprendiz desde una rama entre los árboles. Sentía que la Maestra estaba cerca, pero Kaox no podía verla. ¿Estaba aún dentro del transporte accidentado? ¿O estaba en algún lugar del bosque, esperando a atacarle cuando fuera a por la rodiana? ¿Usaría la Jedi a su aprendiz de esta forma, como cebo? Él no lo creía, pero a veces los seguidores de la luz le sorprendían y le confundían. Dejó que el Lado Oscuro penetrase en él, usándolo para enmascarar su propia presencia al tiempo que mejoraba sus sentidos para permanecer alerta.
Hechó un vistazo a ambos lados, aunque la Fuerza le reveló que estaba solo en los árboles. Entonces desenganchó la espada de luz de su cinturón y la sostuvo en posición de alerta. No le gustaba haber perdido de vista la Jedi. Le hacía sentir incómodo. ¿Había ella anticipado su llegada? ¿Era ella más poderosa de lo que él se había imaginado? No importaba. El Lado Oscuro era su aliado. Kaox atacaría rápida y contundentemente; no les daría oportunidad.
La aprendiz moriría. Ahora. Sin previo aviso. No sería tan gratificante como el juego que había imaginado, así que tendría que divertirse después, contra la Jedi.
***
Dree sintió su corazón latiendo fuertemente en su pecho. Estaba asustada, y no podía evitarlo. Su propia habilidad de ver en la Fuerza, sentir sus vibraciones y leer los patrones en el flujo era extremadamente baja comparada con la de Crian Maru. Aun así, su intuición le dijo que se avecinaba una tormenta. Una terrible tormenta, en la que el cielo se abriría dejando caer un auténtico diluvio, repleta de relámpagos, viento y truenos. Se movería por el cielo como una gran bestia. Sabía que antes de que la primera gota de lluvia llegase al suelo, el Merodeador estaría sobre ellas. Su maestra lo sintió, le había dicho que estuviera preparada, y Dree intentó encontrar la calma, la paz.
La rodiana deslizó la espada de debajo de la túnica. No era su espada, no realmente. Algún día, con un poco de suerte en un futuro no muy lejano, sería capaz de construir la suya propia. Pero no estaba preparada para afrontar esa prueba. Aún no. Hasta entonces, usaría esta; un regalo de su mentora. Crian se la había dado el día que aceptó a la joven rodiana como su aprendiz padawan.
Aprende a usarla bien recordó cuando Crian la instruía. Desde ese día, había practicado con el arma en cada rato libre que tenía. Quería demostrarle a Crian que se tomaba en serio su aprendizaje, su compromiso. Dree quería demostrar que tenía lo que hacía falta para ser un Caballero Jedi.
Dree vio movimiento con el rabillo del ojo. Era una especie de sombra que se separaba del bosque y que corría hacia ella a la velocidad de la luz. Se giró hacia la mancha oscura, reaccionando con reflejos Jedi pero sintiéndose como si todavía estuviera inmóvil. Hubo un fuerte zumbido cuando la espada de luz de la sombra se accionó. Dree alzó su espada en una posición defensiva mientras alargaba su hoja hasta su máxima longitud. No pensó. No corrió. Dree aseguró su posición y mantuvo su espada de luz ante ella.
La mancha tomó forma. Era un humano grande con el pelo tan corto que parecía prácticamente calvo. Su imponente forma estaba cubierta por una armadura negra que la dejó anonadada al mirarla. Los símbolos esculpidos en la armadura tenían un eco del Lado Oscuro en ellos. Solo le había visto de lejos, pero esa figura gigantesca era inconfundible.
Era el Merodeador, Kaox Krul. No dijo nada. Su odio le gritaba con palabras de duro silencio. Lo tenía adherido como un manto. Dree fue consciente de que en algún lugar, en la lejanía, la daga de un relámpago cortó el cielo. No obstante, su ojos multifacetados estaban fijos en la hoja color rojo sangre de la espada de luz de su adversario. Lo sostenía en alto, la empuñadura casi demasiado pequeña en comparación con su gran mano. La hoja dibujó un arco a través del aire cuando se dirigía hacia ella.
Dree estaba muerta. Por un momento estuvo tan segura de eso como de su propio nombre. Pero entonces sus entrenamiento surgió. Paró la hoja de energía del Merodeador con la suya, haciendo saltar chispas en todas direcciones. Entonces, antes de que él pudiera contrarrestar su defensa, Dree se dejó caer hacia un lado, cerca del compartimiento de carga y momentáneamente fuera del alcance del Merodeador. Se puso de pie con un movimiento fluido, usando la Fuerza para conseguir fortaleza en piernas y brazos.
Incluso los cachorros Jedi pueden sorprenderme gruñó Kaox, dando un cauteloso paso hacia ella. Pero al final, siempre es igual. El cachorro Jedi muere y yo anoto otra muerte en mi lista.
Dree intentó serenar su voz, pero sabía que no era rival para el Merodeador.
Tienes muchas muertes de las que responder dijo, manteniendo su espada ante ella.
Quizás, cachorro Jedi, quizás. Dio otro paso hacia ella. Pero no responderé ante ti.
Crian Maru salió violentamente del compartimiento de carga montando la moto deslizadora de Dree, la condujo a campo abierto y luego giró violentamente hacia los combatientes. Acelerando los impulsores, Crian dejó que la moto continuara hacia delante. Mandó un mensaje con la Fuerza, ordenando mentalmente a su aprendiz que saltase a la moto cuando esta pasase por su lado. Entonces concentró toda su atención en conducir el speeder. No era tan buen piloto como Dree, así que tendría que esforzarse un poco más.
Kaox Krul vio el speeder correr hacia él y sonrió. Ahora tenía a ambas Jedi a su alcance. Se preparó para atacar tan pronto como la moto estuviera suficientemente cerca. Puede que esto sea un reto, pensó.
***
Tan pronto como el Merodeador concentró su atención en Crian y la moto, Dree empezó a correr. Estaba a mitad de un salto que la colocaría detrás del oscuro cuando sintió la voz de Crian entrar en su mente.
¡Sube! gritó la voz.
Dree lo haría, pero tenía que ganar tiempo. Completó su pirueta, flexionó las piernas y saltó. Su salto la llevó a colocarse detrás de la espalda expuesta del Merodeador. Golpeó con su espada, esperando como mínimo herir al oscuro. Kaox Krul respondió rápida y claramente. En lugar de impactar contra la oscura armadura, la hoja de Dree golpeó con la espada de luz del Merodeador.
El Merodeador tuvo que girarse para protegerse, de modo que no pudo evitar la moto deslizadora. Pasó por su lado, haciéndole caer.
Dree terminó su salto, aterrizando perfectamente detrás de Crian en el vehículo en movimiento.
Crian no redujo. Giró el speeder alejándose de los restos del Canción Dorada y puso los impulsores a máxima potencia. Mientras corrían a través del bosque, lejos del Merodeador, Dree pudo sentir que Crian buscaba aventajarse. Ella, no el guerrero Sith, sería quien escogiese el lugar de la batalla. Ella dictaría como se desarrollaría el conflicto. La padawan rodiana pudo sentir como su Maestra quería frustrar a su oponente en todo momento.
Dree deseó que eso les diera una oportunidad.
***
Kaox Krul giró con el impacto, poniéndose instantáneamente en pie. Hechó un vistazo a su alrededor, vio que su espada de luz había caído cerca del transporte destrozado y usó la Fuerza. Inmediatamente encontró la línea invisible que se extendía entre su espada de luz y su mano abierta. Con un gesto, tiró de esa línea y su espada volvió a él. Sólo habían pasado unos segundos, pero cuando alzó la vista la moto deslizadora ya había desaparecido en el bosque.
¡No! gritó Kaox, incrementando su furia. ¡Nada me impedirá matarlas!
Concentrando la Fuerza a su alrededor, el Merodeador echó a correr. Como un rayo de luz negra, cruzó el claro y entró en las profundidades del bosque, siguiendo el rastro de la moto deslizadora. Su velocidad aumentada gracias a la Fuerza no alcanzaría al vehículo de las Jedi, pero le mantendría cerca.
Se abrió al Lado Oscuro, incrementando su velocidad aún más, hasta extremos imposibles.
***
Dree se agarró a su Maestra mientras el speeder cruzaba del bosque. Debería estar pilotando ella el speeder. Era mejor piloto que Crian, y navegar entre estos árboles gigantescos requería agudos instintos y rápidos reflejos. No obstante, no había tiempo para parar y cambiar las posiciones. El Merodeador las estaría siguiendo, y ninguna de las dos estaba preparada para luchar. Ambas estaban aturdidas por el choque. Dree sentía dolor en varios lugares, aunque no creía haber sufrido nada más grave que algún que otro arañazo. Crian podría tener heridas más serias.
Cuando el speeder completó una complicada serie de giros y piruetas y volvió a establecerse en una trayectoria más o menos recta, Dree se arriesgó a echar un vistazo por encima de su espalda. Sorprendida, casi dejó de sujetarse a su Maestra. ¡El Merodeador estaba detrás suyo! Debía haberse ocultado con la ayuda del Lado Oscuro, porque Crian parecía no haberse dado cuenta de su proximidad. Estaba corriendo con la velocidad de la Fuerza y ya casi las había alcanzado.
¡Está aquí! gritó Dree, con sus palabras eclipsadas por el rugido de la moto al cortar el aire.
Crian había percibido la ansiedad de su aprendiz apenas un instante antes de que Dree hablara. Pisó los pedales que regulaban los propulsores hasta que no pudieron moverse más, y la moto salió disparada hacia delante. Esto tiene que ser suficiente, pensó Dree. La moto ya no podía dar más de sí.
La cara del Merodeador se transformó en una expresión de pura rabia al convocar sus más profundas reservas del poder del Lado Oscuro para lograr mantenerse a unos metros de las Jedi. Incluso con la Fuerza, ¿sería realmente capaz de permanecer junto a ellas? Encendió su espada con un fogonazo de luz y se abalanzó contra el speeder. El golpe le hizo perder el equilibrio, su voltereta salió mal y cayó al suelo estrepitosamente.
El Merodeador había alcanzado su objetivo, la punta de su espada de luz rozó uno de los cables del speeder. Los daños no parecían letales a corto plazo, pero la energía del speeder se agotaría más rápidamente. Dree sintió las preocupaciones de Crian, las compartió. ¿Podrían alcanzar un lugar relativamente seguro?
Dree miró hacia atrás una vez más, pero parecía que el Merodeador ya no las perseguía. Quizá su determinación también se había agotado.
***
Las oscuras nubes que habían acechado antes desde el horizonte ahora cubrían por completo el cielo. Estaba anocheciendo, y con el cielo nublado estaría todo casi totalmente oscuro. La tormenta, cuando golpease, prometía ser espectacular. Crian usó la Fuerza. La presencia oscura seguía ahí, pero no estaba cerca. Al menos no aún.
Habían abandonado la moto deslizadora hacía una hora, cuando el indicador de energía descendió hasta que indicó que se había agotado. Dejaron la moto en el fondo de un barranco y empezaron a correr, manteniendo un paso rápido hasta que se alejaron algunos kilómetros más. Cuando llegaron a las colinas rocosas que se alzaban por encima del bosque, Crian indicó que parasen. Encontraron una pequeña cueva parcialmente escondida bajo tierra, y se quedaron dentro para descansar.
¿Vendrá pronto la tormenta? preguntó Dree.
No respondió Crian, escuchando la canción de la Fuerza. Está esperando.
Hicieron turnos para vigilar, mientras la otra intentaba dormir. Como mucho, eran capaces de quedarse ligeramente medio dormidas, trastornadas por sueños oscuros y visiones del Merodeador. La mayor parte del tiempo, una o la otra simplemente cerraba los ojos intentando buscar un poco de calma en la Fuerza.
Comieron raciones de sus paquetes de supervivencia y bebieron agua de las cantimploras. No hablaron mucho, pero ambas esperaban que llegase la lucha. La tormenta amenazaba desde el cielo pero no quería soltar lo que llevaba. Las nubes eran oscuras y dolorosamente hinchadas.
El tiempo pasaba.
El Merodeador se acercaba.
Y la tormenta esperaba con una paciencia siniestra.
***
Crian seguía vigilando mientras Dree dormía, aparentemente, al menos por el momento, libre de pesadillas. Crian se preguntaba si hubiera podido resistir de no haber tenido a su aprendiz padawan con ella. Tenía fe en Dree, pero la joven rodiana aún tenía mucho que aprender. No estaba preparada para enfrentarse al Merodeador, aún no. Su supervivencia recaía casi totalmente en las manos de Crian, pero mantenía secretas dudas de si estaría preparada para enfrentarse a Kaox Krul. Estaba loco, era poderoso, lleno del Lado Oscuro, sediento de sangre. La rabia le había hecho poderoso, sin miedo. ¿Podría hacerlo? ¿Podría derrotar al Merodeador?
Sí, pensó Crian. Pero sería mejor si no tuviera que preocuparse de su padawan.
Que duermas bien susurró Crian, tocando suavemente la frente de su alumna.
La Caballero Jedi salió de la cueva, a la noche cubierta de nubes.
Tras ella, en la cueva, Dree Vandap se giró y gimió. Sus pesadillas habían vuelto.
***
Durante casi dos días, Kaox Krul rastreó a las Jedi a través del bosque. Tras intentar inutilizar su moto deslizadora, había perdido el equilibrio y había caído con un crujido capaz de quebrarle los huesos. Fue un ligero error de cálculo, el resultado de moverse demasiado rápido como para detener su inercia. El viento había ido en su contra tumbándolo. Estuvo en un estado en que entraba y salía de la inconsciencia durante varios largos minutos antes de ser capaz de reiniciar su marcha. Para entonces, el speeder se había ido y no tenía energía para intentar otra explosión de velocidad. Así que empezó a andar, a un paso continuo y normal mientras dejaba que su cuerpo se recuperase del esfuerzo extremo que le supuso correr con la Fuerza.
Tardó más de un día en alcanzar el lugar donde estaba escondida la moto deslizadora. Estaba medio enterrada en una montaña de hojas muertas y ramas en la parte baja de un barranco, como una cicatriz en la superficie de la tierra. Estuvo a punto de pasar de largo el barranco y probablemente lo habría pasado por alto completamente si hubiera ido más rápido. Estas Jedi son realmente exigentes con sus vehículos, meditó Kaox.
Bajó por el barranco para examinar el speeder. Las Jedi no andaban cerca, y Kaox no esperaba que algo tan sencillo como un accidente las retrasara. Parecía que la moto speeder simplemente se quedó sin energía.
Se pasó el día siguiente siguiendo su pista por el bosque. Lo que había empezado como una simple tarea de búsqueda se convertía cada vez en algo más difícil mientras su pista desaparecía repentinamente. Kaox se zambulló en el Lado Oscuro, pidiéndole que iluminase el camino que las Jedi habían tomado. Sin embargo, su presa tenía su propio vínculo con la Fuerza, y de algún modo habían camuflado su paso. El Merodeador no podía hacer nada más que vagar por el bosque, mirando signos físicos del paso de las Jedi o esperar a que la Fuerza las traicionara.
O a que ellas mismas se traicionaran.
Kaox escondió su presencia en la Fuerza tal y como habían hecho las Jedi. No, se dio cuenta de que no lo habían hecho ambas. La aprendiz no estaba suficientemente experimentada como para controlar la Fuerza de forma tan sutil. Era la Caballero la que las estaba protegiendo, derrochando una valiosa energía para camuflarlas tanto a ella como a la joven. Otro signo de debilidad, pensó Kaox. Tan sólo otra razón de por qué el Lado Oscuro algún día triunfará por encima de la luz.
Pasó más tiempo. Kaox Krul se tomó unas horas para descansar y meditar en el Lado Oscuro.
Cuando estuvo preparado para moverse de nuevo, se convirtió en un depredador inagotable, un acechador implacable. Hizo una pausa, olisqueó el aire, y se abrió a la Fuerza. Ahí estaba. Un hormigueo, una vibración sutil. No era mucho, pero había encontrado su pista. Con una sonrisa a un tiempo aterradora y llena de odio, el Merodeador inició la marcha para ejecutarlas.
***
Crian Maru se deslizaba a través del bosque como una ligera brisa. Sobre su cabeza, las nubes se apartaron lo suficientemente justo como para mostrar un retal de cielo nocturno despejado. Las lunas gemelas del planeta brillaban a través de ese claro, coloreando el bosque con una luz pálida y fantasmal. Los sentidos le hormigueaban como cables eléctricos mientras la Fuerza pasaba a través de ella, pero no pudo localizar al Merodeador en la Fuerza. Se escondía, aunque ella seguía teniendo una vaga sensación de estar siendo observada, incluso si no podía localizar la fuente de su inquietud.
Buscó con énfasis, eventualmente dejando de lado los árboles y adentrándose en un gran claro. Con la luz de la luna, vio que un lago tranquilo y calmado ocupaba el espacio abierto. Los orbes gemelos sobre ella brillaban y se reflejaban en el agua. Crian se dio cuenta de que las nubes se desvanecían, y ahora podía ver las estrellas en el firmamento alrededor de las lunas. Quizá la tormenta estaba despareciendo. En tal caso, sería un buen presagio.
***
Dree se sentó en la cueva, rápidamente despierta y despejada. Crian se había ido. Ella estaba sola en aquella pequeña guarida. Crian la había dejado atrás, se había ido para enfrentarse al Merodeador ella sola.
¿En tan baja estima me tiene, a mí y a mis habilidades?, se preguntó Dree.
Una parte de ella se quería quedar justo donde estaba, escondida a salvo en esa cueva. Sin embargo no podía hacerlo, no si quería ser fiel a sí misma y a su Maestra. Una cazadora rodiana no se quedaba acobardada, asustada, escondida en la cueva. Ciertamente un Caballero Jedi no lo haría. No obstante, Dree no era ni una cazadora rodiana ni un Caballero Jedi; aún no. El miedo lleva al Lado Oscuro, pensó. Ella no tomaría ese camino; al menos no conscientemente.
Dree se endureció a si misma respirando con calma y preparando su mente para la batalla. Crian necesitaba su ayuda, y Dree no la decepcionaría.
***
Crian Maru, Caballero Jedi, se sentó junto al silencioso lago, bajo el resplandor de las lunas gemelas. Las pesadas nubes de tormenta enmarcaban el claro, pero el cielo justo sobre su cabeza estaba claro y despejado. Estaba calmada, en paz. La canción de la Fuerza vibraba a través de ella, llenándola de valentía y poder. Estaba preparada.
La sombra se alzaba por el límite del claro, parcialmente escondida por la espesa arboleda. Ella había sido consciente de la presencia del Oscuro durante unos momentos, pero no se movió, no dio ningún signo de que lo hubiera visto. La sombra salió de la oscuridad, y con el pálido brillo de la luz de las lunas, el Merodeador apareció. Fue hacia ella sin hacer el menor ruido, esperando a encender su espada de luz hasta el último momento posible. Crian decidió no esperar.
La Caballero Jedi se levantó sin prisas, girándose tranquilamente para enfrentarse con el oscuro. Él se quedó quieto, momentáneamente confundido por la calma de los movimientos de su rival. Cogió su arma y fijó su mirada con la de él.
Tu oscuridad te traiciona, Kaox Krul dijo Crian.
Y tú niegas tu oscuridad, Jedi contestó Kaox. Rechaza tu juramento Jedi y sígueme junto a Lord Kaan.
Eso nunca pasará.
Eso es lo que tu te crees.
Dos espadas de luz se encendieron. En la distancia, la tormenta retumbaba entre las nubes.
La tormenta estaba por todo su alrededor, aunque el cielo sobre ellos estuviera despejado. Los rayos brillaban por encima de los árboles. Demasiado para un buen presagio, pensó Crian.
Con el siguiente fragor del trueno, Kaox Krul rugió. Crian Maru paró su carga, espada contra espada, luz contra oscuridad.
***
Dree Vandap observó como estallaba el combate entre la Caballero Jedi y el Guerrero Sith, horrorizada e fascinada. Sus hojas de energía tallaban intrincados dibujos en la noche, acentuados por las frecuentes chispas que saltaban de las espadas al chocar, separarse y chocar otra vez más.
La padawan dejó que la Fuerza la llenara, haciendo que sus capacidades de combate se intensificaran. Encendió su espada de luz, confortándose con el familiar zumbido del arma. Entonces cargó hacia campo abierto, abalanzándose hacia la orilla del lago para ayudar a su Maestra.
El Merodeador y la Jedi bailaban una canción de vida o muerte que tan solo ellos podían oír. Era un baile de violencia que resonaba en la Fuerza. Los dos combatientes observaron las capacidades de su oponente con la primera serie de ataques y contraataques. Uno retrocedía, luego volvía a avanzar, mientras se atacaban y paraban. Más truenos, y entonces llegó el viento, que arremolinaba las hojas caídas a su alrededor mientras luchaban. Para el Sith y para la Jedi, el tiempo parecía que se contrajera y que fluyera, cada instante era una compleja coreografía de ataques y paradas potenciados por la Fuerza que ocurrían en una especie de cámara lenta.
El Guerrero Sith lanzó una cadena de ataques mortales contra la Jedi. Crian cogió mucha energía de la Fuerza y se los devolvió todos. Golpeaba mientras hacía saltos mortales, buscando puntos débiles en su defensa. Él giraba y daba volteretas, poniendo a prueba su técnica para encontrar una abertura. Durante un rato, ninguno de ellos logró encontrar nada.
La joven rodiana entró en el combate, atacando a Kaox Krul por detrás. Él paró el ataque, pero ahora tenía un enemigo a cada lado. Dejó que su rabia incrementara. Eso le dio fuerza, permitiendo que el Lado Oscuro se introdujera en él. Su espada giraba de un lado para otro, parando un ataque de la Jedi por un lado, bloqueando un golpe de la aprendiz por el otro. Lo que no podía hacer desde esta posición era lanzar un ataque significativo a ninguna de ellas. Hacer eso sería dar una oportunidad a la otra.
Kaox Krul cambió la espada a una mano, dejando su mano izquierda libre. Cerró su mano libre hasta formar un puño, apretando fuerte e imaginando que toda su rabia se deslizaba por su brazo para concentrarse ahí. Imaginó que era un resorte dispuesto para saltar. Entonces, cuando el arma Jedi se separó de su bloqueo, desplazándola directamente hacia un lado, abrió su mano y liberó todo el poder que estaba concentrado en ella. La Fuerza se extendió como una ola, golpeando a la Jedi y haciéndole retroceder hasta el lago.
Usó la Fuerza otra vez, dejó que le rodeara, y entonces saltó. Se había ido antes de que el arma de la padawan hubiera tan siquiera empezado el arco de ataque. Cuando la espada de luz pasó por el lugar donde él estaba, él aterrizó suavemente detrás de ella. Su sangre estalló de triunfo. La aprendiz estaba desequilibrada, casi nada, pero fue suficiente. Atacó, y la incandescente hoja de su arma atravesó a la rodiana.
Crian Maru reunió la Fuerza a su alrededor y la usó para saltar fuera del agua. Flotó hasta la orilla justo cuando la Fuerza se convertía en oscuridad y frío a su alrededor. Dree Vandap estaba muerta. Aturdida, miró como su aprendiz caía al suelo. La pena fluyó hacia ella, y no pudo rechazar ese flujo. La rabia estaba presente en esas olas, como también un odio como no recordaba haber experimentado nunca. Había fallado a su estudiante.
Dree estaba muerta.
El Merodeador también tenía que morir.
Crian vio que Kaox Krul sonreía mientras ella cargaba contra él. Ella sabía que tenía que controlar sus emociones. Estaba en terreno peligroso. ¡Pero Dree no tenía que haber muerto! Crian quería herir al Merodeador. Quería hacérselo pagar.
Los espadas de luz chocaron de nuevo.
***
Horas después, el Merodeador y la Jedi aún estaban enzarzados en combate. Sus fuerzas estaban tan equilibradas que ninguno de ellos podía obtener más que una breve ventaja. Estaban empatados en términos de la Fuerza. Cortaban y perforaban y tajaban con espadas de luz que se quejaban ferozmente del esfuerzo continuo. Se provocaban mutuamente cuando tenían un momento para respirar. Puñetazos, patadas, rodillazos y codazos, ambos se golpeaban con cualquier arma que tuvieran disponible.
Destrozados, magullados y cubiertos de cortes y arañazos, ambos parecían a punto de caer. Incluso la armadura oscura de Kaox se había partido por varios lugares. En los momentos en que Crian sentía que sus músculos se debilitaban, recordaba su querida aprendiz y encontraba la fuerza para seguir. No tenía ni idea de dónde sacaba Kaox un estímulo semejante.
Las nubes hinchadas volvieron, reuniéndose en una presencia especialmente tenebrosa. Las líneas quebradas de los relámpagos brillaban mientras los truenos estallaban con una intensidad terrible. Con cada ataque y bloqueo, los truenos resonaban. Con cada puñetazo y cada patada, los rayos surcaban el cielo como si de telarañas se tratara.
Crian empezaba a perder terreno. Ella era más rápida que el Merodeador, mejor entrenada, pero él era más fuerte y usaba reservas de la Fuerza que a ella le estaban prohibidas. Él la iba a matar. Él iba a ganar.
Ella sabía de dónde sacaba Kaox su poder. Del Lado Oscuro de la Fuerza. Él no estaba asustado de dejar que sus emociones mejoraran su fuerza. No tenia remordimientos al usar su rabia y su odio como medios para conseguir más poder del que su cuerpo o su espíritu podían soportar por si mismos. Él era un guerrero Sith, entrenado para potenciar la intensidad de sus sentimientos oscuros. Crian paró otro ataque, y luego saltó fuera del alcance del Merodeador. Por un momento él no la siguió. Tan solo le lanzó una mirada, iluminada por la luz roja de su espada y por los potentes rayos.
Lo siento, Dree dijo Crian, dejando que sus lágrimas cayeran por sus sudorosas mejillas.
Entonces Crian dejó que la rabia la dominara, descargando el odio que sentía hacia el hombre que tenía delante suyo. Dejó que cantara dentro de ella, una melodía de una furia sin precedentes que le devolvía su fuerza y su determinación. El claro alrededor del lago se llenó de emanaciones del Lado Oscuro de la Fuerza.
Kaox gruñó, entregándose por completo al Lado Oscuro.
Crian respondió, abrazando su rabia y su odio.
Las hinchadas nubes salpicaron el suelo y el lago con grandes gotas de grasienta lluvia. En medio del aguacero, tanto Crian como Kaox convocaban al Lado Oscuro. Fortalecidos por su poder, se lanzaron uno contra el otro, y su lucha se volvió aún más devastadora.
Los truenos resonaban alrededor de los dos contrincantes con cada puñetazo, cada patada y cada choque de espadas. Los rayos bailaban sobre la superficie del lago e impactaban contra el suelo alrededor de los luchadores. Crian dio una estocada, con su rabia amplificando la fuerza de su ataque. Kaox esquivó, rodó, y devolvió el golpe con un discreto contraataque. Las hojas de las espadas chocaban y chispeaban, golpeando una contra otra una y otra vez, mientras del cielo aún caía la negra lluvia.
El Merodeador, esperando encontrar un momento de respiro, se alzó con la Fuerza y saltó hasta el centro del lago. Crian no quiso darle a Kaox ni siquiera ese momento de respiro y lo siguió por el aire.
Tu rabia es impresionante dijo Kaox sobre el aullido de la tormenta. Únete a nuestra Hermandad de la Oscuridad y renuncia a la vida que ya has abandonado.
No lo entiendes, ¿verdad? contestó Crian, descargando su odio hacia él a través de la Fuerza, propulsándolo hacia abajo hacia las revoltosas aguas en las profundidades.
Él esquivó el ataque y se fortaleció con el poder del Lado Oscuro. Crian hizo lo mismo.
Hora de morir, Jedi gruñó Kaox.
El Sith y la Jedi volaron el uno contra el otro, convergiendo sobre el tumultuoso caldero de agua del lago. La espada de Kaox apuntó alto. La hoja de Crian se movió por debajo. Una cascada de relámpagos los bañó con su áspera luz por un instante cuando ambos fueron atravesados por el impacto mortal del otro.
Entonces desaparecieron, perdidos tras una cortina de lluvias torrenciales.
***
Salten Toth, un Caballero Jedi, se encontraba de pie en la orilla de un lago estancado. Era más un pantano que un lago, de hecho. Los árboles a su alrededor eran retorcidos y negros, con áridas ramas que se unían como miembros esqueléticos al tronco oscuro y embarrado. Todo el lugar parecía enfermizo, deformado. Encantado.
He encontrado a la padawan dijo Salen, hablando por su comunicador. La ha matado un solo golpe de espada de luz. No he encontrado ninguna pista de Crian Maru ni del Merodeador, pero estoy seguro de que ha habido un combate aquí.
Miró el desolado lago, intentando encontrar sentido a lo que había pasado. Sin embargo, todo lo que encontró en la Fuerza fue oscuridad y desesperación.
Ya he terminado aquí dijo, apagando su comunicador.
Ese lugar estaba muerto. Ya era hora de que volviera con los vivos. Se giró, levantó el cuerpo de la padawan, e inició la marcha de vuelta a su nave.
Tras él, el húmedo viento silbaba entre los enfermizos árboles, y entonces las sombras crecieron. Por un momento, creyó haber oído el zumbido de unas espadas de luz. Se volvió, pero no había nada que ver.
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