PARA PODER LLEGAR A ENTENDER MUCHAS DE LAS COSAS QUE AHY AQUI, HAY QUE MIRARLAS CON LOS OJOS DEL "CORAZON".

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jueves, junio 16, 2011

LA GUERRA DE LAS GALAXIAS La nueva Orden Jedi





LA GUERRA DE LAS GALAXIAS
La nueva Orden Jedi



Capítulo 01.
Fuera del observatorio del centro médico, una serie de crecientes puntos de un blanco centelleante conocida como el Sombrero de Dall pendía sobre el cielo violeta, su punta inferior parecía pasar a través de Ronto hasta tocar una roja estrella llamada el Ojo del Pirata. Las constelaciones sobre Corellia no habían cambiado desde que Han Solo era un niño, cuando había pasado muchas noches contemplando el abismo galáctico y soñando tener una vida como capitán de una nave espacial. Entonces él se creyó eso de que las estrellas nunca cambiaban, que ellas siempre mantenían la misma compañía y emigraban cada año por la misma porción de cielo. Ahora sabía la verdad. Igual que en el resto de las galaxias, las estrellas nacían, envejecían y morían. Estas crecían hasta convertirse en gigantes rojos, o se encogían en enanas blancas, explotando en novas y supernovas, o siendo tragadas por los agujeros negros.
Incluso muy a menudo, ellas cambiaban de manos.
Habían pasado casi tres semanas desde la caída del sistema de Duro, y a Han todavía le costaba creer que los Yuuzhan Vong tenía una fortaleza en el Núcleo Central. Desde allí, los invasores podían atacar a Commenor, Balmorra, Kuat, y -la primera en la lista- Corellia. Incluso Coruscant no estaba ni mucho menos fuera de peligro, estando como estaba en el extremo opuesto de la Dorsal Comercial Corellian.
Más difícil de aceptar que la pérdida de Duro -aunque más fácil de creer- era el entusiasmo con que los cobardes habitantes de la galaxia habían abrazado la oferta de paz del enemigo a cambio de la entrega de los Jedi. Ya una chusma de linchadores había matado en Ando a Dorsk 82, y en Cujicor la Brigada de la Paz había capturado Swilja Fenn. El propio hijo de Han, Jacen era el Jedi más buscado de toda la galaxia, y su esposas y otros niños, Anakin y Jaina, casi eran buscados con la misma avidez. Si de él dependiera, los Jedi dejarían a los colaboradores a su destino, e ir en busca de un refugio seguro en las Regiones Desconocidas. Pero la decisión no era suya, y Luke Skywalker no le hacía el menor caso.
Un elevado murmullo llegó del ascensor, rompiendo el silencio electrónico del puesto de monitorización situado al lado de la cama e Leia. Han puso en opaco el mirado de transparacero, luego anduvo hasta la cama donde su esposa permanecía echada en como terapéutico, sus párpados enmarcados por círculos purpúreos y su carne tan pálida como un wampa peludo. Aunque a él se le había asegurado que Leia sobreviviría, su corazón se le encogía cada vez que miraba. Casi la había perdido durante la caída de Duro, y una serie de persistentes infecciones de carácter necrótico continuaban amenazando sus destrozadas piernas. Más dudas planteaba aún su futuro, juntos. Ella le había saludado bastante calurosamente después de que ellos se encontraran de nuevo, pero la muerte de Chewbacca había cambiado demasiado las cosas, para que su matrimonio continuara como antes. Han se sentía más vulnerable ahora, más viejo y menos seguro de su sitio en la galaxia. Y en las pocas horas que ella había permanecido lo bastante coherente para hablar, Leia también había parecido vacilante, renuente, no muy dispuesta a hablar de su vida en común.
Desde la puerta, Han se asomó fuera del cuarto a oscuras para encontrar a cuatro enfermeros humanos flanqueando al droide MD del puesto de monitorización. Aunque ellos llevaban unas cajas repulsoras cubiertas y aseadas batas blancas, no llevaban las máscaras y guantes esterilizados obligatorios para los visitantes de la zona de aislamiento.
“...no me parecéis enfermeros," el droide MD estaba diciendo. "Vuestras uñas son unos completos nidos de bacterias.”
“Nosotros hemos estado en el dispositivo de limpieza rápido," dijo el líder del grupo, una mujer de aviesa mirada con melena negra y el gruñido ronco de un rencor hambriento," Pero no se preocupe, nosotros pasamos por el descontaminador.”
Mientras ella hablaba, uno de los hombres se deslizó por el mostrador para situarse por detrás del droide. Han regresó al interior de cuarto y recuperó su desintegrador de un maletín debajo de la cama de Leia. Aunque él había estado esperado que llegara este momento desde hace tres semanas, ahora que este llegó, él se sintió casi aliviado. El enemigo no había llegado cuando estuviera durmiendo o fuera de la habitación, y solamente eran cuatro.
Han retornó a la puerta para encontrarse con que el droide MD sus fotoreceptores apagados, su vocalizador caído contra su pecho. Uno de los supuestos enfermeros detrás del mostrador estaba mirando la pantalla de datos.
“No la veo en el registro, Roxi," le dijo a la mujer.
“Por supuesto que no,” Roxi gruñó. “¿Slug, acaso piensas que una Jedi usaría su propio nombre? Busca por una hembra humana con heridas de un bastón viviente.”
Slug, un hombre con faz redondeada, cabeza calva e incipiente barca de una semana en su cara, desplegó los datos en la pantalla y comenzó a leer los síntomas de los pacientes que aparecían en esta. "Inflamación parietal... laceraciones torácicas... doble desunión medular..." Se detuvo y alzó la mirada. "¿Entiendes esta jerga?”
Roxi miró al hombre como si la pregunta fuera un desafío, luego preguntó, "¿Qué era lo segundo?”
Slug volvió a mirar la pantalla. "¿Laceraciones torácicas?”
“Ese podría ser." Roxi miró a sus otros compañeros, y viendo que ellos tenían ni la menor idea de lo que significaba toráfico, ella continuó. "Bien, laceraciones suena bien. ¿Qué habitación?”
Slug le dio el número, y los cuatro impostores comenzaron a bajar por el corredor opuesto. Han les dio unos instantes para que abandonaran el área, luego se deslizó al puesto de supervisión y usó los controles para sella la habitación de su esposa con un código de cuarentena. El simple pensamiento de tener que dejarla sola hizo que su estómago se le revolviera, pero él tenía que manejar este problema en silencio y por si mismo. Aunque un doctor amigo de los Jedi había admitido a Leia bajo un nombre falso y Han había enviado a los famosos hijos Solo con Luke y Mara, la falsa identidad no resistiría una investigación a fondo del servicio de seguridad de CorSec. Y con una nueva base de los Yuuzhan Vong alzándose en el borde del sector, nadie asociado con los Jedi se atrevería a confiar que el siempre errático gobierno de Corellia les diera protección. Teniendo en cuenta la condición de Leia no les podía obligar a desviarse después de escapar de Duro, ese sería el último lugar donde Han se habría detenido.
Él se asomó por la esquina del puesto de monitorización, con la media luz del anochecer, vio a los impostores desaparecer hacia la sala de los tanques bacta situado a mitad del pasillo. Cogiendo un datapad del cargador en el mostrador y una máscara de respiración, gorra higiénica, y bata de laboratorio del almacén de suministro, para conseguir hacerse pasar como alguien del hospital y les siguió.
Los intrusos estaban reunidos alrededor del tanque número tres en el rincón más alejado de la sala, estudiando a una delgada humana con un trío de laceraciones en ángulo recientemente cosidas sobre su pecho. Al igual que las heridas de Leia, los cortes estaban atípicamente inflamados y con sus bordes negruzcos, una indicación de que alguna toxina estaba resultando un verdadero desafío al bacta. El único otro tanque ocupado contenía a una hembra de Selonian cuyo recio muñón del rabo estaba cubierto por un injerto de piel sin pelo.
“El contrato decía que ella se había afeitado la cabeza," Roxi se quejó, mirando fijamente la larga melena del paciente del tanque número tres. "Incluso bañada en bacta, yo no creo que el pelo pudiera volver a crecer tan deprisa.”
“Quizá no, pero son cortes de un bastón viviente," Slug dijo. Él estaba de pie junto a un desactivado androide de atención al público, leyendo unos datos de la pantalla. "Y no dice nada de como ella los recibió.”
Roxi alzó su ceja, pensando durante unos segundos, luego dijo, "Lo mejor será que nos la llevemos con nosotros. Comienza a vaciar el tanque. La recogeremos después de que hayamos comprobado las otras habitaciones.”
Han retrocedió un par de pasos y ocultó su desintegrador baja su bata blanca, luego se aseguró de que su máscara de respiración bien colocada y esperó. Cuando oyó que los impostores se acercaban, él dobló el rincón con el datapad delante suyo. Casi se da de bruces con el más corpulento de los impostores y se cae al suelo.
“Uh, lo siento," Han dijo, alzando la mirada. "Ha sido culpa..." Dejo la frase a medio acabar, luego soltó un jadeó. "¡Usted no lleva un respirador!”
El impostor corpulento frunció el entrecejo. “¿Qué respirador?”
“Su máscara de seguridad." Han se tocó la máscara de respiración en su rostro, luego miró uno a uno a los impostores. "Ninguna de ustedes. ¿No verificó ninguno de ustedes el indicador de riesgo?"
“¿El indicador de riesgo?” Roxi preguntó y empuja su manera al frente. “Yo no vi ningún indicador.” “En la cerradura de descontaminación," Han dijo. "Rojo significa no entrar. Naranja significa traje completo de descontaminación. Amarillo significa máscara de respiración y guantes. La luz estaba en amarillo. Nosotros hemos tenido un brote de leuma.”
“¿Leuma?” Slug preguntó.
“Ustedes estarán bien," Han dijo, dando un tono a su voz de hipócrita seguridad. Él señaló a Roxi hacia el puesto de monitorización. "Pero nosotros tenemos que conseguir algunas máscaras de respiración. Luego tendremos que inocularles..."
Roxi no hizo el menor movimiento para abandonar la sala de los tanques bacta. "Yo nunca he oído hablar de ninguna enfermedad llamada leuma.”
“Virus que se transmite por el aire," Han dijo. "Uno nuevo -o quizás una espora-. Nosotros realmente no lo sabemos todavía, pero hay rumores de que pueda ser un arma biológica de los Yuuzhan Vong.”
Eso fue suficiente para hacer que Slug y el impostor corpulento salieran al pasillo.
“¡Ustedes dos, quietos!" Roxi aulló.
La pareja de detuvo, pero Slug puso mala cara y dijo, "Pero nosotros necesitamos esas máscaras respiradoras.”
“Y pronto,” Han apuntilló, centrado toda su atención en el Slug. "Ustedes aún pueden salvarse, pero las posibilidades disminuyen con cada respiración que ustedes realizan.”
Tres de los impostores —los tres hombres— cerraron de inmediato sus bocas, conteniendo el aliento. Roxi siguió mirando fijamente a Han.
“¿Cómo lo sabe?" Ella anduvo hacia la puerta, quedando de pie casi pegado a él. "¿Acaso es usted un doctor?”
El estómago de Han se contrajo. "Así es." Él tenía tuvo que contener un súbito impulso de comprobar su apariencia. "Uno de los mejores xenoepidemiologistas, para ser exacto." Pretendiendo intimidarla a ella con su bata de laboratorio. "¿Y usted es?”
“Alguien que se pregunta por qué unos de los mejores xenoepidemiologista hace su ronda con zapatillas de paciente," Roxi miró a sus pies. "Sin calcetines.”
Ella encorvó sus dedos, y desenfundó un desintegrador de una funda en su brazo. Han soltó una maldición y golpeó su muñeca con el datapad, haciendo que ella soltara el arma, que cayó al suelo, lo que aprovecho para alejarla de una patada, luego retrocedió, mientras rebuscada en entre sus prendas en busca de su propio desintegrador. Roxi retrocedió hacia la sala, chillando órdenes y empujando a sus compañeros hacia la puerta. Sólo Slug fue. Ignoró a Han y siguió hacia el pasillo.
“¡Slug!" Roxi gritó.
“¡Las M-máscaras!" Slug contestó. "Tengo que conseggg...”
Han encontró su desintegrador y lanzó una fogonazo aturdidor entre las paletillas de Slug. El impostor cayó al suelo.
Llamaradas de armas llenaron el salón de los tanques de bacta. Han se ocultó detrás de una media pared baja en la pequeña sala de espera del área opuesta. Sus atacantes continuaron disparando, y el fino plastiacero comenzó a humear y desintegrarse. Él aumentó el poder de su arma, luego pasó el desintegrador a través del humeante agujero de un disparo y devolvió el fuego.
La tormenta de fogonazos se apaciguó. Han se dejó caer sobre su estómago y se asomó por la esquina. Los impostores no se veían por ningún lado, pero su caja repulsora permanecía en la parte trasera de la sala. La mujer del tanque tres había abiertos sus ojos y miró a su alrededor. Considerando que ella estaba cogida en medio de un fuego cruzado, su expresión parecía sorprendentemente sosegada. Quizás ella estaba tan sedada que era incapaz de comprender lo que estaba ocurriendo. Han esperaba que así fuera. Si ella no usa el micrófono de su máscara respiradora para pedir ayuda, aún habría una posibilidad -pequeña posibilidad- que él pudiera ocuparse de esto sin que CorSec conectara el incidente con la habitación de Leia.
La mirada de la mujer cambió, entonces sonó la voz de Roxi, "¡Vamos!”
Los impostores masculinos salieron de sus posiciones y abrieron fuego de cobertura. Han abrió un humeante y negruzco agujero en el pecho de uno de los hombres. Roxi logró sacar de la cubierta repulsora, y cuando Han la intentó apuntar, ella se ocultó detrás del tanque bacta número tres. Él dejó de disparar. La mujer en el tanque de bacta pareció sonreír, dándole las gracias.
“A la de dos, Dex," Roxi avisó. "Uno...”
Roxi apareció en su campo de visión, y el 'dos' quedó ahogado por la cacofonía de chasquidos y zumbidos producidos por el desintegrador de repetición que ella tenía en sus manos. Han concentró el fuego sobre ella. Un débil siseo pareció surgir de algún oculto sitio de la sala, y el desintegrador de Dex permaneció en silencio.
Las saetas de fuego de Roxi acribillaron el suelo en dirección a la cabeza de Han. Se echó hacia atrás, justo antes de que la esquina saltara echa pedazos, y los disparos de desintegrador alcanzaran la entrada de la sala. Ella llenó de fuego mortal el pasillo, pero permaneció oculta hasta que asomó por la puerta, comenzando a atravesar con mortales proyectiles de energía su débil parapeto.
Han volvió a disparar, pero con escaso éxito. No había la menor señal de Dex, y eso también le tenía preocupado. Viendo que su posición era desesperada, dejó de disparar y miró hacia la parte posterior de la sala.
“¡Ahora!” él gritó.
No pasó nada, sólo que Roxi apartó la mirada el tiempo suficiente para que Han pudiera lanzarse al otro lado de la sala de espera. Ella ajusto su puntería y comenzó a hacer más negruzcos y humeantes agujeros a través de la media pared. Han devolvió el fuego. Ahora que su ángulo de disparo era mejor, al menos él consiguió que ella tuviera que agacharse.
Entonces la caja repulsora entró en su campo de visión, moviéndose lateralmente, sin que nadie la empujara. Han casi se tiene que sujetar la mandíbula. Roxi sonrió con desprecio, meneó su cabeza, y no estando dispuesta a ser engañada por segunda vez, casi le vuela la cabeza de un disparo. La caja la golpeó violentamente en la cadera. Su arma acribilló el techó, llenándolo de humeantes cráteras, y tropezó contra el marco de la puerta de entrada. Han aprovechó la ocasión para acertarla en el pecho y hombro con un par de disparos de su desintegrador, haciéndola girar de manera que ella cayó sobre la caja. El desintegrador de repetición resonó por el suelo, deslizándose hacia el interior de la sala de tanques de bacta, donde Dex podía hacerse con él. Maldiciendo su suerte, Han lanzó una ráfaga de disparos a través de la puerta y se lanzó al interior. Dex permanecía muerto entre los tanques uno y dos, unas débiles volutas de humo ascendía de un agujero redondo en su pecho. Era demasiado pequeño y perfecto para ser una herida de desintegrador, al menor de uno ordinario. Han echó una mirada por la habitación, buscando el origen de la misteriosa ayuda.
La mujer del tanque tres le estaba mirando.
“¿Tú?” él preguntó.
La caja se movió de nuevo -podría haber sido que los repulsores se activaran- pero Han pensó que no era así.
Al otro lado del puesto de monitorización, se pudo oír el siseó de las cerraduras de desinfección al abrirse y el sonido de pies calzados con botas retumbando por el pasillo. Han ignoró el clamor que se acerca e hizo un gesto hacia el impostor en el suelo.
“¿Él, también?”
Los ojos de la mujer temblaron al cerrarse, luego los abrió de nuevo, para volver a cerrarlos y dejarlos así.
“Ok -debe haber sido un rebote-." Ni siquiera Han estaba seguro de creérselo, pero eso era lo que él pensaba decirles a los investigadores de CorSec. "Yo te debo una -quienquiera que seas-.”
Entonces el escuadrón de seguridad entró a la carrera por el pasillo, gritando a Han que dejara caer su arma y se arrojara al suelo. Él puso su desintegrador en la caja y se dio la vuelta para encontrarse a un par de chicos con uniformes rojizos que blandían unos rifles desintegradores de la era Imperial justo delante de su cara.
“Eh, tomáoslo con calma, muchachos." Han levantó de mala gana su manos. "Yo os lo puedo explicar todo.”

Capítulo 02.
Sienes doloridas, el mundo dando vueltas, el estómago... revuelto. Leia recuperó la consciencia. Alguien gritando. Han, por supuesto.
La cabeza como un bombo.
¡Tranquilízate!
Han continuó gritando, y alguien volvió a chasquear los dedos. Leia abrió los ojos y se encontró mirando fijamente a lo que parecía un sol. Cual, ella no lo sabía, pero era deslumbrador y de una tonalidad azulada, y se movía de uno ojo al otro.
Una voz amable -un hombre- le dijo que ella estaba volviendo en sí. ¿De qué?
Había siluetas alrededor suyo. Un hombre estaba de pie a su lado, el disco azulado de una lámpara en la cabeza pegada a su frente. Detrás una mujer con una bandeja de instrumental médico. Han y alguien con un ajustado uniforme seguía discutiendo por encima de la persona que la estaba auscultando. Otro hombre junto al armario en la esquina del cuarto, revolvía y rebuscaba dentro de un bulto que Leia reconoció como su maletín de viaje.
“Oo thurr...” Incluso para Leia, las palabras sonaron débiles e incoherentes. "Thopp.”
“Está bien, Leia,” dijo al hombre con la linterna en la frente. "Yo soy el Dr. Nimbi. Usted se sentirá mejor muy pronto.”
“Yo laa mall.” Leia intentó señalar, pero su brazo parecía tan rígido como una viga de duraacero. "Thopp thath theet.”
La linterna en la frente desapareció y fue reemplazada por una cara de mirada gris y sonrisa tranquilizadora. "¿Mejor?”
Leia pudo ver ahora que el hombre vestía una bata de doctor con el nombre Nimbi bordado en jaspeado en la solapa de la bata. Su ayudante, una obesa mujer, lo bastante mayor para ser la madre del doctor, también iba vestida con un uniforme de enfermera. La hombre que rebuscaba en su maletín tenía los escudos de un agente de la Seguridad Corellian en su uniforme, al igual que el oficial a quién Han estaba discutiendo.
“¿...lo soltado?” Han estaba protestando airadamente. "¡Él es un asesino!”
“Las únicas muertes aquí son las que usted ha provocado, Solo," el oficial replicó. "Y su identificación ha sido confirmada como auténtica. Si nosotros necesitamos interrogar de nuevo a Gad Sluggin, sabemos muy bien donde encontrarle.”
“Eso podría decírselo yo," Han replicó. "En el refugio más cercano de la Brigada de la Paz.”
“Las afiliaciones políticas hace mucho tiempo que dejaron de ser un delito en Corellia, Solo.”
En el rincón, el agente junto al armario sacó un datapad del maletín de Leia, miró si las otras personas en la habitación se fijaban en él, para luego metérselo subrepticiamente en el interior de unos de los bolsillos de su uniforme. Leia intentó señalarle nuevamente. Esta vez, el esfuerzo finalizó en un golpeteo metálico, mientras su brazo, aprisionado y conectado a una serie de tubos de goteo intravenoso, sacudía la barra de seguridad de la cama. Ella se tuvo que conformar con alzar su cabeza y gesticular en dirección al ladrón.
“Deetttenedddle." La palabra sonó prácticamente irreconocible. "¡Ladrón!”
Han dejó inmediatamente de discutir con el oficial de CorSec y vino a su lado. Con las mejillas hundidas y pálidas, con bolsas bajo los ojos, su aspecto era de absoluto cansancio y agotamiento.
“Estás despierta," dijo, exagerando un tanto la cosa. "¿Cómo te sientes?”
“Terrible," Leia dijo. Le dolía todo, y le parecía sentir que tenía algún tipo de cálida fuente de alimentación alrededor de sus piernas. "Ese agente está robando.”
Ella extendió un dedo hacia el culpable, pero el oficial de seguridad se había acercado a la cama y parecía que ella le estaba apuntando a él. Han y las otras personas intercambiaron miradas, un tanto preocupados.
“Delirios por la medicación," Dr. Nimbi dijo. "Sus sentidos y percepción de la realidad se irá aclarando durante la próxima hora.”
“Yo no estoy sufriendo alucinaciones." Leia continuó agitando su dedo hacia el armario inadvertido. "El otro. Ese que estaba registrando mi bolsa.”
El oficial giró sobre si mismo para mirar, dejando a la vista un armario ahora cerrado y un subordinado de inocente apariencia.
Han apretó su hombro. “Olvídalo, Leia. Nosotros tenemos cosas más importantes de las que preocuparnos, que alguien rebuscando entre tu ropa interior.”
“Ella no necesita oír esas cosas ahora, Han," el doctor dijo. Se volvió hacia Leia con una reconfortante sonrisa en su rostro. "¿Cómo siente las piernas? ¿Algo mejor?”
Leia ignoró la pregunta y demando. "¿Qué cosas, Han?”
Han parecía desconcertado. Él miró al Dr. Nimbi, luego dijo. "Nada que yo no pueda manejar. No te preocupes.”
“Cuando tú me dices que no me preocupe, entonces es cuando me preocupo," Leia dijo. Han había sido siempre unos de los hombres quien se guiaba más por el instinto que por planos o esquemas -esa era una de los cosas que ella más quería de él- pero sus instintos desde la muerte de Chewbacca le habían estado conduciendo a algunas zonas muy peligrosas. O quizás el territorio en el que se movía sólo parecía peligroso, estando como había estado últimamente alejado de Leia. "¿Qué va mal?”
Han aún se mostraba un tanto angustiado, pero al menos había tenido el sentido común de ignorar los gestos de amonestación hechos por la cabeza del Dr. Nimbi. "Bien," él empezó, "¿Te acuerdas en donde estamos nosotros?”
Leia observó los emblemas en los uniformes de los agentes de CorSec. "¿Cómo podría yo olvidarlo?"
Y entonces la compresión se abrió paso en su mente. Los Corellianos estaban llamándoles por sus nombres verdaderos. Había dos agentes de CorSec de pie en la habitación de su hospital, y el Dr. Nimbi -un simpatizante Jedi con la suficiente experiencia en estos temas, como para no meter la pata- estaba llamando a Leia por su nombre real. Su tapadera había sido descubierta.
Algo comenzó a emitir un aviso sonoro en el equipamiento médico situado por detrás de la cama.
Dr. Nimbi comprobó un escaneo sobre el corazón de Leia. "Leia, usted necesita calmarse. El stress sólo sirve para hacer que disminuyan las posibilidades de que su cuerpo supere la infección.”
La alarma continuó sonando, y la enfermera cogió un rociador sedativo de su bandeja. "Deje que yo la aplique un...”
“Eso no será necesario." Leia expandió la Fuerza y rozó el tranquilizante -torpemente, pero si lo suficiente para reforzar su postura-. "¿Está claro?”
La enfermera sorprendida dejó caer el sedante sobre la bandeja, farfulló por lo bajo algo sobre la metomentodo brujas Jedi, para luego alzar su nariz en gesto de orgullo y dirigirse hacia la puerta -en donde ella se encontró con un clamor creciente de voces excitadas-. El droide médico estaba amenazando con avisar a seguridad y protestando por el hecho de que a los medios de comunicación no se les podía permitir el paso a la zona de aislamiento, pero los intrusos no les prestaban la menor atención. Un súbito resplandor atravesó la puerta cuando la luz de una holo-cámara iluminó el pasillo exterior, y la confusa enfermera retrocedió a trompicones al interior del cuarto.
“Maravilloso," Han murmuró.”
Un hombre con barba que -excepto por su pelo grisáceo- se parecía más a Han que el propio Han irrumpió en el cuarto, dejando atrás una pequeña multitud de asistentes y holoperiodistas en el pasillo de fuera. El hombre, el primo de Han, Thrackan Sal-Solo, echó un breve vistazo a lo que le rodeaba, viendo que él estaba de pie entre Leia y la puerta, se adelantó un poco de manera que las holocámaras pudieran tener un buen ángulo del rostro de ella. Ella se encogió e intentó ocultarse por detrás del Dr. Nimbi, quien se dio cuenta de lo que ella intentaba hacer y sigilosamente se posicionó justo delante de ella.
Sal-Solo miró con irritación al doctor, luego miró a Han y Leia y se dirigió al oficial de CorSec. “Son ellos. Bien hecho. Capitán.”
“Gracias, Gobernador general.”
“¿Gobernador general?” Han repitió, intentando no soltar la carcajada, fracasó en el intento. "Tú has ascendido en el escalafón galáctico, primo.”
“Los Cinco Hermanos premian aquéllos que los protegen,” Sal-Solo dijo.
“Sí -al parecer las asquerosas bestias reekcats siempre tienen la suerte de caer de pie," Leia dijo. Hace menos de una década, Sal-Solo había mantenido retenida a su familia como rehenes en un fallido intento por conseguir un sector Corellian independiente. Más recientemente, él había destruido sin querer toda una flota de batalla Hapan usando un antiguo artefacto alienígena llamada Estación Centerpoint en su intento por atacar una fuerza hostil de los Yuuzhan Vong. Dado que había sido Leia la responsable de atraer a la guerra a los Hapans, ella probablemente era la única persona en la galaxia que desprecia más al primo de Han, que el propio Han. Y a ello no ayuda el hecho de que Sal-Solo fuera sido considerado un héroe por sus atolondradas acciones, sino que incluso había sido nombrado Gobernador General de todo el Sector Corelliano.
“¿Qué será lo siguiente?" Leia continuó mirando despreciativamente a Sal-Solo. Han hizo una mueca de dolor, se pasó uno de sus dedos por la garganta, pero ella no le hizo caso. "¿Perder la guerra y hacer con el cargo de Jefe de Estado de la Nueva República?”
Sal-Solo medio se volvió hacia la holocámara que asomaba por la puerta. "Mi compromiso es únicamente con el Sistema Corellian." Su voz sonó forzada y poco convincente. "Y usted había muy bien en contener esa afilada lengua suya, Princesa Leia. Un insulto al hombre es un insulto a lo que representa.”
“¿De verdad?" Leia se incorporó apoyándose en su codo libre hasta que las luces de la holocámara la dieron en la cara. "En este caso, yo debería pensar que es el hombre, quién es el insulto en si mismo.”
Sal-Solo la miró con cierta incredulidad, luego fue hacia la puerta y asomó su cabeza por el pasillo. "¡Despejad este pasillo! ¿Acaso no se han dado cuenta de que esta es una zona de aislamiento?” Las holocámaras iluminaron su rostro brevemente antes que pulsara el panel de activación y la puerta se cerrara. Se quedó de pie, de cara a la pared hasta que el corredor finalmente quedó vacío, luego se giró hacia Leia con ojos tan oscuros como agujeros negros, destilando odio y rabia.
“Usted debe tener muchas ganar de morir," dijo.
“Ha sido usted quién ha querido jugar a quedar bien con los medios de comunicación," Leia dijo. "No me eche a mí la culpa si usted no es capaz de manejarlos. ¿No habría sido más fácil mantener el asunto bajo control e ignorarnos?”
“Nada me habría satisfecho más -excepto enviarles fuera con un escuadrón de infiltrados de los Yuuzhan Vong,” Sal-Solo dijo. “Desgraciadamente, la elección no era mía. Yo no supe que estaban aquí hasta que vi un reporte de que Han Solo había acabado con la vida de tres ciudadanos de Corellian.”
“Pido disculpas por ello," Han dijo, pero no parecía afligido lo más mínimo.
Sal-Solo le dirigió una malévola mirada, luego volvió a mirar a Leia. "No habrá cargos, con tal de que ustedes...”
“¿Cargos?” Han exclamó. Ni siquiera Leia pudo decir si él estaba enfadado o sorprendido; ellos habían estado apartados tanto tiempo -y viajado a tantos y diversos lugares solos- que ella sentía que como si ahora no le conociera. "¿Por matar un puñado de miembros de las Brigadas de la Paz?"
“Ellos no eran de la Brigada de la Paz," Sal-Solo dijo. "Inteligencia de CorSec dice que ellos son gente de aquí.”
“Eso no significa que no fueran de la Brigada de la Paz," Han replicó.
“Pero no lo eran," Sal-Solo dijo. "Roxi Barl era una agente libre. No le gustaban las órdenes, lo cual la deja fuera de la Brigada de la Paz o de cualquier otro tipo de asociación con los Yuuzhan Vong. O al menos eso es lo que Inteligencia me dice.”
“¿Entonces para quién trabajaba ella?" Han demandó.
Thrackan se encogió de hombros. “Ésa es una buena pregunta. Por suerte, es algo que, a partir de una hora más o menos, ya no me importará lo más mínimo.”
Han frunció el ceño. “¿No?”
“Porque ustedes ya se habrán marchado para entonces," Thrackan dijo.
“¿Marchado?" Han meneó su cabeza. "Nosotros no nos vamos a ningún lado hasta que Leia pueda caminar.”
Leia frunció el ceño. Sus caras habían estado en todos los informativos del sistema, y él estaba hablando de quedarse hasta que ella pudiera caminar. ¿Qué tipo jugo de cohetes había estado él bebiendo mientras habían estado separados?
“Han,” Leia dijo amablemente. "Será mejor que hablemos sobre ello. Tú sabes que yo nunca querría...”
Han se volvió hacia ella. "Hasta que puedas andar, Leia.”
Leia reculó, y Han se inclinó sobre la cama, mirándola directamente a los ojos, sin pestañear, sin respirar, sin la menor vacilación, como si pudiera cambiar todo lo que había pasado en Duro -incluso quizás lo que había ocurrido antes- con sólo la fuerza salvaje de su presencia.
“Han, nosotros no podemos,” ella dijo por fin. “Ahora, caza-recompensas y miembros de la Brigada de la Paz de todo el sistema acudirán al centro médico. Y aún cuando Thrackan quisiera protegernos, que no quiere. Les daríamos la oportunidad a los Yuuzhan Vong de venir para ver si Centerpoint aún sigue operacional.”
“¿Y él se conforma con dejarnos que sigamos nuestro camino?" Han dijo en tono burlón. "Directos a una patrulla de Yuuzhan Vong, ahí es donde él quiere enviarnos.”
“Él no puede, Han,” Leia dijo. “No puede arriesgarse a que nosotros nos viniéramos abajo, bien por tortura o drogas, y les dijéramos que Centerpoint no está operativo.”
Han consideró esto, para luego mirar a su primo.
“Si eso les hace sentirse mejor, yo siempre puedo hacer que les maten," Sal-Solo se ofreció amigablemente. "Tengo gente que se podría ocupar de ello.”
“¿Y como crees que se tomaría Anakin algo como eso?" Leia contraatacó. Su hijo Anakin era él único que había sido capaz de activar en su totalidad la Estación Centerpoint, y su ausencia era una de las razones por las que la super-arma no estaba funcionando en la actualidad. "Él precisamente no es que le aprecie mucho, Thrackan. Por lo que dudo mucho que él se sintiera dispuesto a colaborar contigo, si además tú estuvieras implicado en la muerte de sus padres.”
Los ojos de Sal-Solo se estrecharon, pero asintió. "Entonces, parece que nosotros estamos de acuerdo. Ustedes se irán dentro de una hora más o menos.”
“Han,” Dr. Nimbi dijo amablemente," ella puede soportar el viaje si usted hace paradas regulares en salas bacta durante el camino." Dudó unos instantes, pero luego añadió. "Leia estará bien. Es su, uh, amiga, la que me preocupa un poco.”
Han pareció confundido. "¿Amiga?”
“En el tanque tres,” Dr. Nimbi dijo. "No creo que usted deba dejarla atrás, con todos esos cazadores de recompensa y miembros de las Brigadas de la Paz en camino hacía aquí.”
“Oh -cierto-. Nuestra amiga." Han miró a Leia, y está vio esa mirada pícara en sus ojos, un algo furtivo, misterioso, divertido que ella no había visto allí desde antes de la muerte de Chewbacca. Él volvió a mirar a Sal-Solo y suspiró. "Mira, no quiero poner las cosas difíciles, pero no podemos irnos sin Jaina.”
“¿Jaina? ¿Jaina aquí?”
Leia pensó que había sido ella quién realizó bruscamente la pregunta, pero comprendió que no cuando todos los ojos se volvieron hacia Sal-Solo. Al menos ahora ella entendía porque Han había estado actuando tan extrañamente. Ella tenía un vago recuerdo de un encuentro en lo más profundo del espacio con la Sombra de Jade, de dar un beso de despedida a su hermano y a sus niños y de decirles que ellos se verían de nuevo en Coruscant. Algo debía de haber ocurrido. Quizás Han había necesitado que Jaina le ayudara con el Halcón, o quizás Mara y Luke se habían encontrado con algún problema y se habían visto obligados a desviarse. Quizás todos sus niños estaban en Corellia. Ella no se lo esperaba. Ella esperaba que Jacen y Anakin estuvieran a salvo en Coruscant... pero también sería bueno verles aquí. Algo tan reconfortante para ella.
“¿...Anakin?” Sal-Solo estaba preguntando. ¿También él está aquí?”
“Sólo Jaina,” Han puntualizó. "Anakin y Jacen están en Coruscant.”
“Claro, tú nunca dirías lo contrario." Sal-Solo pensaba en alto. Si él pudiera obligar a Anakin a reactivar Centerpoint, él no tendría que preocuparse más por los Yuuzhan Vong o la Nueva República. Él podría usarlo para aislar por completo el sistema y gobernar el lugar como si se tratara de su imperio personal. "Pero puedo averiguarlo. Tengo mis fuentes.”
“Sí -puedes comunicarte con ellos en Coruscant-," Han dijo. "Tómate todo el tiempo del mundo hasta que puedas conseguir una comunicación en la sobre cargada HoloNet -yo sé como tenéis de atadas las cosas por aquí en Corellia.”
“Espera -¿Qué pasa con el tanque tres?-" Leia exigió, sin haber prestado mucha atención al intercambio de frases mordaces entre Han y Sal-Solo. "¿Jaina está dentro de un tanque bacta? ¿Qué ha ocurrido?”
“No te acuerdas." De nuevo, Han la lanzó esa extraña mirada suya de complicidad. "Ese golpe en Duro ha resultado ser peor de lo que nosotros pensábamos.”
La alarma de tensión arterial de detrás de la cama, comenzó a pitar de nuevo.
“¿Me hará alguien el favor de desconectar esa cosa?" Leia demandó. Fuera lo que fuera lo que hubiera ocurrido -cualquier cosa que Han estaba intentando decirla- ella no quería un máquina interponiéndose de manera tan estúpida entre ellos. "Y traedme una silla repulsora. Yo quiero ver a mi hija.”
“Sí.” el Sal-solo tenía el ceño fruncido y observaba atentamente a Han, obviamente preguntándose porque Leia parecía tan sorprendida. "¿Por qué no vamos todos a verla?”
Dr. Nimbi se ocupó de traer una silla repulsora, luego soltó el brazo de Leia del rail de seguridad, colgando las cuatro líneas de goteó y sensores para controlar su estado, en una bolsa especialmente diseñada en la silla, y la ayudó a salir de la cama.
Las piernas de Leia no habían casi ni siquiera empezado a bajar, cuando estas comenzaron a dolerle con un dolor cien veces peor que el del parto. Era algo completamente diferente a lo que ella hubiera podido experimentar alguna vez, una especie de estallido, de palpitante y ardiente ramalazo de angustioso dolor que la hizo desear que los Yuuzhan Vong hubieran terminado el trabajo y la hubieran cortado por completo sus extremidades inferiores. Ella captó que Sal-Solo la miraba fijamente y bajo la vista para ver dos enormes cosas parecidas a minúsculos Hutt pegadas en el lugar donde deberían haber estado sus piernas.
“Si se va a quedar con la boca abierta," Leia dijo, "le agradecería que al menos no sonría.”
Sal-Solo se cubrió la boca, aunque ciertamente no estaba sonriendo, y se alejó. Acompañados por los agentes de CorSec. Sal-Solo, e incluso la enfermera, el Dr. Nimbi los condujo más allá del puesto de monitorización con droide hacia el corredor opuesto. El corazón de Leia comenzó a latir con fuerza casi de inmediato. La puerta de la sala de tanques bacta estaba rodeada por negras marcas negruzcas -la inequívoca huella de disparos de desintegrador-. En el lado opuesto, la destrozada sala de espera estaba delimitada por los restos de lo que en su día fue un muro de mediana altura. Todo ello demostraba la determinación de esos mercenarios, y le hacía pensar a Leia cuan cerca habían estado ellos de capturar a su única hija.
Una vez que llegaron al salón de tanques bacta, Leia notó que un Arcona con cabeza en forma de yunque, estaba sentado en una de las pocas sillas sin romper. Él mantuvo su mirada el tiempo suficiente para hacer un gesto de asentimiento, luego volvió a quedarse mirando fijamente sus pies. Ella dirigió su silla al interior de salón de tanque bacta, por detrás de Han, la enfermera y los otros. Todos ellos se detuvieron delante del tanque tres, donde una mujer seriamente herida de al menos unos treinta años de edad, flotaba en su interior. Ella era unos centímetros más alta que Leia y muy bien musculada, y a pesar de que había algún rasgo vagamente familiar en su rostro, ella no parecía tener el menor parecido con Han o Leia. Y lo más importante de todo, su cabeza estaba cubierta por una sedosa mata de pelo; muy parecida a la que Leia y Jaina se habían dejado en el área de descontaminación en el planeta Duro.
Leia irguió su cuello, verificando los otros tanques en busca de un ocupante que pudiera ser su hija. No había ninguno; sólo una Selonian con la cola amputada.
“¿Esta es Jaina?" Sal-Solo preguntó, claramente tan dubitativo como la propia Leia. "Ella es un poco mayor para ser tu hija, Han.”
“Ella ha estado volando para el Escuadró Pícaro," Han dijo, "Te sorprendería lo que el combate espacial puede envejecer a una muchacha.”
Y Leia finalmente comprendió. Por alguna razón que ella aún no sabía, Han y el Dr. Nimbi estaban intentando conseguir que estar mujer saliera de Corellia. Jaina no estaba allí de ninguna de las maneras; ni ninguno de sus otros hijos. Leia podría haber sentido aliviada, pero en lugar de ello se quedó un tanto desmoralizada y desesperadamente sola.
“¿...es cierto eso, Leia?" Han la estaba preguntando.
“Sí, por supuesto,” Leia contestó, sin la menor idea de lo que ella estaba afirmando. "Es la pura verdad.”
Han movió la cabeza en gesto afirmativo, "¿Lo ves?”
“¿El combate espacial también cambio el color de los ojos?" la enfermera preguntó, estudiando la pantalla de información sujeta al tanque de la misteriosa mujer. "Yo creo recordar que los ojos de Jaina eran castaños, igual que los de su madre. Los de esta paciente están registrados como verdes.”
“Teñido cosmético," Leia explicó. Incluso aún cuando no estaba con él de corazón, ella sabía cuando Han la necesitaba. "Para hacer más difícil su identificación.”
Sal-Solo aún parecía dudar. "¿Qué demonios estás intentando hacer, primo? Esa mujer no puede ser tu hija.”
“Yo podría confirmar su identidad con una simple prueba genética," Dr. Nimbi sugirió. "Nosotros podríamos tener los resultados en, hhhhmm, unos dos días.”
Sal-Solo miró ceñudamente al doctor, luego se giró hacia la enfermera. "Compruebe los datos de admisión. ¿Quién es el responsable de la admisión?”
Han no había cambiado tanto durante este tiempo que había permanecido lejos como para que Leia no pudiera leer en su cara de sabacc. Él esperó la contestación de la enfermera con un fingido aire de desinterés, pero sus ojos estaban fijos en un determinado lugar por detrás de ella, donde un reflejo en la superficie del tanque dos mostraba los datos que aparecían en la pantalla. Cuando la pantalla finalmente dejó de parpadear, su reflejo mostró diversos campos de la ficha en negro. La mirada de Han volvió de inmediato hacia la enfermera.
“Ella fue admitida de forma anónima." Declaró como si él conociera ese hecho de antemano. "Nada de nombres, nada de información de contacto o familiares con los que contactar.”
La enfermera se quedó con la boca abierta, pero asintió con la cabeza. "Por no haber, no hay ni siquiera notas sobre las circunstancias de la recepción de la paciente.”
Han se volvió hacia Sal-Solo con una sonrisa de suficiencia. "Ésa es toda la prueba que usted necesita, Gobernador General." Presionó un dedo contra el tanque bacta, y los verdosos ojos de la mujer de su interior, se agitaron abriéndose. "Ella viene con nosotros -o yo informo a todos y cada uno de los medios de comunicación del sistema que usted está reteniendo a nuestra hija contra nuestra voluntad." Sal-Solo le lanzó una mirada de odio. "Yo podría demostrar que usted está mintiendo.”
“Cierto," Han dijo. "¿Pero podría demostrárselo a los Yuuzhan Vong?”
La cara de Sal-Solo se crispó aún más en un rictus de rabia, pero se volvió hacia el doctor. "¿Puede ella ser traslada, ya?”
“Nosotros podemos prestarles un tanque bacta temporal," Dr. Nimbi dijo. "Con tal de que ellos cambien el fluido cada vez que ellos paren ha atender a Leia, de esa forma esta paciente también debería estar bien.”
Sal-Solo estudió el atentamente el tanque, no existía la menor duda de que al igual que Leia intentaba adivinar que demonios tenía que ver la mujer del interior del tanque con lo Solos -y que clase de interés podría tener en ella, quienquiera que fuera él que había enviado a Roxi Barl en su busca-. Finalmente, un minuto después de que la propia Leia hubiera ya perdido el interés por el enigma, puso un gesto de acritud en su rostro y se volvió hacia el Dr. Nimbi.
“Creo que llego a ver cierto parecido familiar," Sal-Solo dijo. "Pero usted les venderá el tanque, nada de prestarlo. Yo no quiero que nadie venga a devolverlo.”

Capítulo 03.
La compuerta de seguridad finalmente se abrió, dejando a la vista el cavernoso interior del amarradero público donde los Solos habían ocultado el Halcón Milenario a la vista de todo el mundo. En cualquier otro planeta, ellos habrían alquilado una bahía privada en algún discreto muelle de lujo. Pero con la obsesión Corelliana por la seguridad, una cosa como esta habría llamado más la atención en lugar conseguir pasar desapercibidos. Leia y Han estuvieron unos instantes estudiando la actividad en el suelo del muelle, luego salieron a lo que parecía una abarrotada esclusa de acceso.
La compuerta siseó detrás de ellos al cerrarse, y finalmente ellos estaban en un lugar donde podían hablar libremente. Apartando su creciente fatiga de su mente, Leia cogió del brazo a Han y tiró de él, haciéndole girarse, quedando enfrente suyo.
“¿Han, qué está pasando?” Un ahogado clamor surgió del interior de la esclusa de acceso mientras sus escoltas de CorSec entraban con su 'hija' y su tanque bacta portátil. "¿Quién es esa mujer, y por qué el Dr. Nimbi quería que nosotros nos la lleváramos de un Centro Médico, del cual ella parece tener mucha necesidad?”
“Porque ella puede estar tan en peligro como tú lo estás." Han se puso de cuclillas delante de Leia, poniéndose al nivel de sus ojos -y poniendo su espalda de tal manera que ningún micrófono-espía pudiera ser capaz de captar su conversación de un lugar oculto-. "Ella hizo algunas cosas para ayudarme durante el tiroteo. Yo creo que es una Jedi.”
“¿Una Jedi?” Leia no preguntó por detalles o razones. Los agentes de CorSec estarían en la esclusa de acceso en unos instantes, justo el tiempo suficiente para que sus computadoras de seguridad escanearan sus rostros y confirmaran sus identidades. "Nosotros podemos no estar haciéndola ningún favor. Quienquiera que fuera quién envió a Barl aún seguirá tras nosotros.”
Han echó una mirada por encima de su hombro. "¿En dónde?”
“Detrás de nosotros, en la esclusa de acceso," Leia dijo. "¿Te acuerdas cuando dije que ese agente de CorSec estaba robando?”
La frente de Han se llenó de arrugas. "¿Sí?”
“Yo no estaba alucinando. Mis datapad ha desaparecido.”
Ahora él si pareció enfadarse. "¡Ese Ranat asqueroso!”
“Han, no digas nada sobre esto. Ha sido un dinero bien gastado." El aparato era sólo un modelo barato para reemplazar al que ella había perdido en Duro y no había nada en él, excepto unas cuantas cartas -apuntes incoherentes- a medio terminar dirigidas a familiares y amigos. "Él también se apropió de dos datachips y de la vara de grabación.”
“¿Eso ha sido un dinero bien gastado?”
“Lo es cuando te diga que él no tocó mi funda con créditos," Leia dijo. "O las chips de crédito que tú dejaste en la cómoda.”
“Es un espía,” Han dijo.
Leia asintió. "Y no muy bueno, por lo que veo. Probablemente trabaje para las mismas personas que enviaron a Roxi Barl.”
La compuerta detrás de Leia comenzó a rechinar. Han miró por encima del hombre de ella, luego la preguntó en voz baja, "¿Sospechas de los otros?”
“Sólo de ése," Leia susurró. Ella estaba casi completamente convencida de lo que decía; el agente se había esforzado en ocultar sus robos tanto a su oficial como a ellos.
La compuerta dejó de chirriar, y dos hombres del cuerpo de seguridad de CorSec emergieron con la misteriosa mujer y su tanque bacta portátil. Los guardias eran el espía y el mismo oficial quienes habían estado en la habitación de Leia cuando ella se despertó. Ella dejó caer su barbilla, Dejando que el supuesto agotamiento que sufría aflorara. A pesar de los estimulantes y calmantes que el Dr. Nimbi la había administrado, el esfuerzo por permanecer sentada erguida estaba comenzado a pasarle factura.
La compuerta se cerró, y el oficial dijo, "Vamos, Solo. El resto de los demás se quedarán atrás para contener a los medios de comunicación.”
“Gracias,” Leia dijo, y ella era sincera. Sin un muro de agentes de CorSec para mantener a los equipos de filmación holográfica en la bahía, ella no tenía la menor duda de que los periodistas los hubieran seguido a bordo del Halcón. "Llegué a pensar que íbamos a tener polizones a bordo de la nave.”
“No hay que preocuparse en absoluto por eso," el espía dijo. "Nosotros realizaremos una intensa búsqueda.”
Han murmuró algo que pareció sonar sospechosamente igual que 'por encima de tu cadáver', luego inició el camino por el borde del suelo -no hay experiencia espacial más corta en la vida que dar un paseo por la bahía de un muelle de atraque público- hacia un disco oscuro que reposaba entre las macizas formas de dos viejos transportes espaciales. A pesar de que Leia nunca fue muy entusiasta del nuevo acabado en mate-negro del Halcón, ella tuvo que admitir que este servía para disimular muy bien el conocido perfil de la famosa nave, así como para ocultar las manchas y desperfectos del casco después de décadas de un uso brutal y prolongado. Ahora, incluso se le ocurriera fijarse en la posada nave entre tinieblas, no se le ocurriría echarle un segundo vistazo.
Ella se preguntó si eso fue lo que Han quería conseguir cuando eligió el nuevo color, o si sólo había sido una forma de expresión de su pesar por la perdida de Chewbacca. Ella tal vez nunca lo sabría; ellos no estaban aún lo bastante unidos como ella hubiera podido suponer, y ella no se sentía cómoda haciendo esa clase de preguntas. ¿Cuan triste resultaba todo esto, después de derrotar al Imperio y haber tenido juntos, tres hermosos hijos?
Mientras se acercaban al Halcón, una figura con la cabeza en forma de yunque con relucientes ojos amarillentos, surgió de entre los puntales del embarcadero, sus delgados brazos permanecían estirados casualmente en ambos costados para mostrar que sus manos de tres dedos estaban vacías.
“Capitán Solo,” él dijo con tono rasposo. "Me alegro de poder conocerle.”
“No tan rápido, Ojos-Centelleantes," Han dijo. "Aléjate unos pasos de la nave y vete. Nosotros no concedemos entrevistas.”
“¿Entrevistas?”
La figura se rió con aspereza y caminó hacia la luz, desvelando al Arcona adicto a la sal con quien Leia había intercambiado miradas en el hospital. Él tenía una lisa cara reptiliana con la piel de color del duracero y una boca retorcida que le daba un aspecto un tanto grotesco; encima de su túnica raída, él llevaba ahora un gastado chaquetón de vuelo con docenas de bolsillos de cerrado rápido para almacenaje.
“Yo no soy ningún holo-periodista," Dijo el Arcona. "Todo lo que estoy buscando es un billete de salida de esta bola de fango.”
Dejando el tanque de bacta portátil reposar sobre su carretilla repulsora flotante, los agentes de CorSec desenfundaron sus desintegradores y se adelantaron. "Haga lo que dice Mr. Solo," el oficial le ordenó. "Y muéstreme su chip de identidad.”
El Arcona movió una mano hacia un bolsillo, como si fuera a obedecer, pero luego estiró sus dedos en dirección a los agentes. "Yo no soy Corellian," dijo. "No necesito chip de identificación.”
“Él no es Corellian,” dijo el subordinado.
“Por lo tanto no necesita un chip de identificación," el oficial añadió.
Leía ya estaba casi con la boca abierta, pero Han no se dejaba impresionar tan fácilmente.
“Buen truco. Ahora apártate -y vete con tus colegas-." Él indicó con su pulgar hacia los dos agentes de CorSec. "Nosotros no llevamos pasajeros.”
El Arcona mostró una fila de colmillos curvados y retorcidos en lo que probablemente era una sonrisa. "Yo estoy deseando ganarme mi pasaje, Capitán." Él miró en la dirección de Leia, entonces su chaquetón se agitó, abriéndose lo suficiente para mostrarle a ella, la espada láser que colgaba de su cinturón, y ella sintió una cálida sensación sobre ella proveniente de la Fuerza. "Yo so un copiloto de primera clase de YT-1300. Tenga uno de mi propiedad, si yo soy capaz de volver a donde lo tengo medio destrozado.”
“Han.” Leia agarró el brazo de su marido. “Creo...”
Han se apartó. "Ni lo pienses." Siguió mirando fijamente al Arcona. "No me importa si eres capaz de hacer volar un Destructor Estelar, pero no montarás en mi nave.”
“¡Han!” Leia soltó de golpe. "Sí, lo es.”
Han fue a empezar a discutir, cuando le pareció ver algo en los ojos de Leia que hizo que se lo pensara mejor. "¿Él es?”
Dando gracias de que ella aún pudiera llegar hasta él, Leia asintió con la cabeza. "Creo que deberías darle una oportunidad," dijo. "Yo no voy a ser un buen copiloto, precisamente.”
El hecho en cuestión era que C-3PO, que aún seguía escondido dentro del Halcón, podía ayudar en la mayoría de las tareas propias de un copiloto, pero Han pareció darse cuenta de que Leia estaba intentando decirle algo. Se volvió hacia el Arcona y le estudió de arriba a abajo, contemplando su cutis ceniciento, su ropa vieja e inspeccionando sus rasgos faciales.
“Bien, tú tienes pinta de piloto," Han dijo. "¿Cuál es la secuencia para una emergencia en el conducto de dirección iónica?”
“Calentar circuitos, activar, encender fuente de alimentación," el Arcona contestó.
Han levantó sus cejas. "¿Apagado de emergencia?”
“Desactivar fuente de alimentación, luego liberar.”
“¿Y dónde se encuentra el estabilizador del vórtice?”
La plana cabeza del Arcona se contrajo ligeramente hacia el interior de su parte central, luego alzó su mano de tres dedos y dijo, "Usted ya sabe donde está el estabilizador del vórtice...”
Han bajo las manos dando unas palmadas. "No intentes ese truco conmigo. ¿Con quién piensas tú que estás tratando, con un idiota?”
El Arcano hizo un gesto de desaliento, luego se quejó. "¿Cómo se supone que debo yo saber dónde está el estabilizador del vórtice? Ésa no es una pieza útil para el tripulante de una nave.”
Han se limitó a sonreís, para luego dar unas palmaditas al Arcona en el hombro. "Tú servirás.”
“Gracias, Capitán.” El Arcona no parecía convencido del todo. Él apartó a los agentes del CorSec dirigiéndose hacia el tanque bacta portátil. "Yo me llevaré esto de aquí, y lo meteré en la nave.”
El oficial se echó a un lado, pero el subordinado no se retiró. "Nuestras órdenes son que nosotros carguemos en la nave a la paciente.”
“Eso fue antes de que nosotros tuviéramos ayuda." Leia dijo. "Y sus órdenes eran vernos marchar. Nadie dijo nada sobre curiosear dentro del Halcón.”
Ella lanzó una intensa mirada al bolsillo que contenía su datapad. El rostro del subordinado se puso rojo como un tomate, y se apartó con tanta brusquedad, que casi se cae.
“Hmmm.” El Arcona sonrió, y por la comisura de su retorcida boca, susurró. "Una técnica interesante.”
Él recuperó la carretilla repulsora, luego los agentes devolvieron el desintegrado a Han, y todo el grupo embarcaron juntos. C-3PO estaban esperándoles en la parte superior de la rampa.
“¡Oh, gracias al hacedor que ustedes están de vuelta!" dijo, agitando alocadamente sus brazos. "No puede decirles las veces que me he visto obligado a bajar el desintegrador retráctil...”
“Ahora no, Threepio,” Han dijo, pasando a su lado y dirigiéndose a la cabina del piloto. "Asegúrate para el despegue.”
“Pero Capitán Solo, usted y la Princesa Leia han aparecido en todos los noticiarios. Dicen que usted mató a tres personas, varios de los comentaristas parecen pensar que debería de haber algún tipo de investigación criminal...”
“Verás, Threepio, nosotros ya lo sabemos,” Leia dijo, guiando su silla al interior del anillo de acceso. "Este es...”
Ella se volvió hacia Arcona.
“Un amigo de su doctor.” Él arrancó un dispositivo de escucha del tanque de bacta portátil y lo aplastó contra el suelo con su bota, luego añadió, "hay más.”
Leia asintió y retrocedió hacia C-3PO. "Ayuda a nuestro invitado a asegurar la carretilla para el despegue.”
Ya que su silla impediría al voluminoso tanque bacta entrar por el anillo de acceso, Leia se movió hacia adelante. Ella se sentía muy débil y cansada, y su primera intención fue darse la vuelta y dirigirse al camarote principal y descansar un rato. Pero ella había estado sola demasiadas veces durante este último año, y el pensamiento de estar sentada sin hacer nada, mientras Han y su nuevo copiloto resolvían sus diferencias, era más de lo que ella podía soportar. Ella necesitaba estar con su marido -incluso si era simplemente para estar segura de que él aún la quería-.
La silla repulsora era bastante compacta, y una vez ella bajó el brazo telescópico del cual colgaban los cuatros viales de sus respectivas bolsas con medicamentos, no tuvo el menor problema en guiarla por el estrecho pasillo. Aunque la cabina de pilotaje tenía cuatro asientos, ella tuvo que conformarse en asegurar magnéticamente su silla, justo en la parte exterior de la puerta. Para sorpresa suya, Han no le preguntó lo que ella estaba haciendo. Él estaba demasiado ocupado pulsando interruptores y comprobando lecturas en los diales que incluso Leia no supo si él sabía lo que estaba haciendo.
El Arcano pasó a su lado, y sentándose en el asiento del copiloto, introduciéndose en la típica rutina de comprobaciones propia de un despegue con tanta facilidad que era obvio que él había dicho la verdad sobre volar en su propio YT-1300. Tuvo algunas pequeñas dudas mientras se aprendía algunas de las modificaciones del Halcón, pero Leia pudo decir por la paciencia de Han cuan impresionada estaba él. Ella intentó no tener celos.
Ellos estaban a tan solo treinta segundos del despegue cuando las inevitables luces de alarmas comenzaron finalmente a parpadear.
“La luz de alarma de la rampa sigue encendida." Han señalo un tablero delante del puesto de copiloto del Arcona. "Eso debería haberse verificado hace un minuto.”
“Pensé que lo había hecho.”
El Arcona la reinicializó. La luz se apagó, pero casi al instante comenzó a parpadear de nuevo.
Han soltó una maldición, luego activó el intercomunicador. "Threepio, creo que la rampa se ha atascado de nuevo. Échala un vistazo.”
No llegó ninguna contestación.
“¿Threepio?”
Han volvió a maldecir. Leia comenzó a desenganchar su silla.
“No, yo iré.” El Arcona se desabrochó su arnés de seguridad y se levantó. "Usted no debería volver allí sola en su estado. Eso podría ser un problema.”
“Gracias.” Han se desabrochó su arnés anti-choque y soltó su desintegrador, luego se giro hacia Leia y la dijo, "Me alegró de que estés aquí.”
Leia sonrió. “Yo, también.”
Ellos esperaron en silencio durante casi un minuto hasta que la luz de la rampa se apagó y el Arcano regresó.
“Era simplemente que se había atascado," dijo. "Golpeó el panel de control, y subió el tramo que la faltaba.”
“Eso siempre me tocaba hacerlo a mí," Han dijo, activando los conductos de los repulsores.
“¿Qué pasa con Threepio?” Leia preguntó. Ella tenía una cierta sensación de inseguridad -no un aviso de peligro, sino más bien de que algo no estaba bien-. "¿Por qué no ha contestado?”
“Creo que él cortocicuitó algunos cables al conectar el tanque bacta al banco médico." El Arcano se deslizó de nuevo con gran habilidad en su asiento. "Su circuito de protección saltó. Tuve que reinicializarle.”
“Mira eso es nuevo," Han meneó su cabeza, luego abrió un canal con el centro de control de tráfico aéreo del espaciopuerto. "Control, Soy el Pájaro Sombra pidiendo permiso para despegar."
Pájaro Sombra era el nombre bajo el cual ellos habían atracado el Halcón.
“Negativo, Pájaro Sombra,” llegó la contestación. "Manténgase a la escucha.”
Han cerró el canal. "¿Ahora qué?”
Él activó los monitores de seguridad exteriores, y todos estuvieron esperando en un tenso silencio, esperando ver a un grupo de abordaje de CorSec o una turba de cazadores de recompensas venir corriendo desde las compuertas de acceso.
Unos instantes después, la voz de Control surgió por el altavoz. "La seguridad Corellian nos informa de que no hay ninguna nave con el nombre de Pájaro Sombra." El mensaje llegó por un canal abierto. "Sin embargo, el Halcón Milenario estaba autorizado para despegar de inmediato.”
“Recibido." Han no desperdició tiempo en activar los repulsores de empuje y dejaron el muelle de atraque; alguien había tenido la inmensa preocupación de que cada nave en cien mil kilómetros a la redonda supiera en embarcación iban ellos. "Y verificar los bolsillos de ese agente de CorSec. Yo le vio robando un datapad. Halcón fuera.

Capítulo 04.
La cuadriculada silueta de la ciudad de Coronet apenas si había desaparecido de la estela del Halcón cuando Han giró hacia el sur por encima del mar y empujó a fondo el acelerador de ion, comenzado una largo arco de subida que les llevaría al polo del lado puesto del planeta. El altavoz de comunicación rápidamente comenzó a emitir una sarta de soeces maldiciones mientras el Control Aéreo Corelliano protestaba tanto por la maniobra ilegal como por la honda sonora de choque que esta generaba sobre la ciudad, asustando a sus ciudadanos, pero Han no hizo el menor caso a las amenazas de intercepción y desactivo los seguros de fusión de la barquillas. Después del regalito que CorSec les había hecho con el maldito mensaje en abierto, volar con en vectores habituales usado en un despegue normal era tan seguro como saltar dentro de un agujero de un Sarlacc.
Los ojos dorados del Arcona permanecían fijos en los indicadores de temperatura. "Pensé que usted tenía experiencia en esta clase de cosas," A causa de la dificultad de sus ojos compuestos tenían para distinguir formas diferentes, él llevaba un pequeño escáner óptico, que leía los datos de la pantalla y los transmitía a una especie de auricular en forma de auditorio. "Incluso el más novato de los contrabandistas de la galaxia sabe que no puede poner en órbita una nave a toda velocidad. Saldrás rebotado cada vez que lo intentes.”
“¿Por qué lo dices?" Han simuló estar sorprendido. "¿A causa de la atracción gravitatoria?”
“Y a la fricción del aire, y la velocidad acumulada y a un montón de cosas más." El Arcona miró por encima de su hombro a Leia. "Este es Han Solo, ¿No es así? ¿El Han Solo?”
Han miró por encima de su hombro y vio que Leia se encogía de hombros.
“Sabes, me lo he estado preguntando." Bajó sus ojos y Han pensó que ella se echaría a dormir debido al cansancio y los medicamentes, pero entonces ella añadió. "Pero cuando lo comprobé, eso era lo que se leía en su chip de identificación.”
“En uno de ellos, tal vez," Han dijo, contento por haber oído una de las típicas frases -no importaba lo cansada que ella estuviera- propias del mordaz ingenio de Leia.
Ellos alcanzaron el otro lado del planeta. Han tiró hacia atrás del timón, dirigiendo el morro del Halcón hacia arriba. La temperatura exterior de la barquilla se disparó mientras los motores de iones se esforzaban por mantener la velocidad, y el Arcano se quedó con su sesgada boca abierta.
“Uu-ssted está a un ciento veeeeinnte por ciento por encima de la especificación de resistencia del caso.
“No te lo dije," Han contestó. "Despliega las medidas tácticas y veamos como están las cosas.”
El Arcona mantuvo su escáner fijo en las lecturas de la temperatura. Uno punto veintisiete.”
“Aleaciones militares," Leia explicó. "Nosotros podemos alcanzar el uno punto cuarenta, o eso al menos me ha dicho Han.”
“Quizá algo más, si yo quisiera forzar un poco las cosas," Han presumió.
“No hace falta," el Arcona dijo. "Yo ya estoy bastante impresionado.”
El Arcona activó el despliegue táctico, mostrando un enjambre parpadeantes señales con forma de gota que rodeaban el planeta en su persecución. Él trazó varios vectores de intercepción. Una red de líneas destellantes aparecieron en la pantalla, todas confluían por detrás del contorno punteado que mostraba la posición proyectada del Halcón.
“Supongo que unos contrabandista novatos no lo saben todo," Han dijo con sonrisa llena de suficiencia. "Traza un curso a Commenor.”
Él esperó unos segundos para asegurarse de que ningún de los perseguidores del Halcón tenían algún truco en su propias embarcaciones, luego desvió poder hacia los escudos traseros y mantuvo un ojo atenta ante cualquier posible sorpresa. A pesar de que tenía un montón de preguntas que hacer a su nuevo copiloto, permaneció callado, y le observó trabajar. Han ciertamente había visto navegantes más avezados, la actuación de Arcona demostraba sus conocimientos de pilotaje, y además él usaba rutinas de trabajo redundantes para así evitar errores.
Después de unos instantes, él transfirió las coordenadas a la pantalla de Han. "¿Quiere comprobarlas?”
“No es necesario," Han dijo. "Confió en usted.”
“¿Sí?” La comisura superior de la boca del Arcona se alzó un poquito más. "Lo mismo digo.”
El Arcona confirmó las coordenadas, y Han inició el salto a hiperespacio. Hubo la inexplicable vacilación usual -Han había estado intentando durante todo el último año adivinar la causa que lo provocaba- y su alarmado coopiloto le miró con atención. Han alzó un dedo en gesto de tranquilidad y paciencia, y luego las estrellas parecieron estirarse en una serie de infinitas líneas.
Ellos pasaron unos momentos para verificar los sistemas antes de conformarse con un plácido paseo hasta Commenor, en ese momento Han tuvo tiempo de tomar en consideración a su copiloto. Él no había pasado por alto el espada láser que colgada en el interior del raído chaquetón de vuelo del Arcona, por no mencionar el significativo juego mental que él había realizado con los agentes de CorSec. Aunque, había bastantes Jedi en la galaxia a los que Han no conocía ni siquiera de nombre, él había oído hablar de un Jedi Arcona -especialmente un Arcona adicto a la sal-.
“Así que," Han preguntó, "¿Quién eres tú?”
“Izal Waz.” El Arcona se dio la vuelta, sonriendo de lado, extendiendo su mano de tres dedos. "Gracias por dejarme subir a bordo.”
“¿Waz? ¿Izal Waz?” Han agitó la mano. “Su nombre me suena familiar.”
Izan apartó la mirada y la bajo, a la vez que soltaba la mano de Han. "Puede ser, pero no nos hemos encontrado anteriormente.”
“Pero yo conozco el nombre," Han dijo. "¿Qué te parece, Leia?”
Él se giró para mirarla y la encontró con su barbilla caída contra su pecho. A pesar de que sus ojos estaban cerrados, su frente estaba llena de arrugas y sus manos estaban contraídas, y esto hizo que a Han le doliera el corazón al ver que ella sufría incluso cuando estaba dormida.
“Me parece que será mejor que yo vaya a acostar a nuestra paciente," Han se soltó de su arnés de seguridad. "Volveremos a hablar en unos minutos.”
“Bien," Izal Waz dijo. “Yo siempre he sentido curiosidad por sus años en el Sector Corporativo.”
Ése no era precisamente el tema de discusión que Han tenía en mente, pero dejó la silla de pilotaje y llevó de regreso a Leia al camarote de primeros auxilios. Ella no se revolvió, ni siquiera cuando la levantó y la depositó en la litera para luego conectarla a la computadora médica de a bordo. Él sabía que ella necesitaba descansar, pero hubiera deseado que ella abriera sus ojos sólo durante unos breves segundos, para dedicarle una sonrisa, una señal de que ella iba a recuperarse --de que ellos también iban a reconstruir su dañado matrimonio-. Él tuvo necesidad de llorar la muerte de Chewbacca, lo sabía, y quizás incluso la necesidad de cruzar toda la galaxia para ayudar a Droma en la búsqueda de su clan. Pero solamente ahora Han estaba comenzando a ver que se había dejado llevar por su dolor, o comprender que todo eso había tenido un costo.
“Ponte bien, Princesa." Besó a Leia en la frente. "No pierdas aún el interés por mí.”
Las lecturas de los monitores no mostraron ninguna indicación de que ella le hubiera oído.
Han abrochó la última de las correas de seguridad alrededor de su torso y activo el engancha magnético de la silla al pupitre al lado de su litera, luego fue a popa a inspeccionar al otro paciente a bordo del Halcón. Su carretilla estaba asegurada al suelo de cuarto de la tripulación, un par de conexiones umbilicales de datos, conectaban el tanque bacta portátil a un conector médico auxiliar. C-3PO estaba de pie en una esquina, sus fotorecepctores apagados y su cabeza metálica ligeramente caída hacia adelante en su típica postura de desconexión. Las sábanas de tres literas estaban arrugadas.
Han hizo un rápido chequeo para asegurarse de que el tanque bacta seguía funcionando correctamente y luego fue hacia C-3PO y rebuscó por detrás de su cabeza, restableciendo su circuito primario de alimentación.
La cabeza del droide se alzó. "...no puedo dejarla a ella en mitad..." La frase quedó a la mitad mientras sus fotosensores volvían a la vida. "¡Capitán Solo! ¿Qué pasó?”
“Buena pregunta..." Han miró a su alrededor. "Yo creía que Izal te había vuelto a conectar.”
“Si usted se está refiriendo a ese Arcona devorador de sal a quien la Dama Leia le pidió que trajera a bordo, ¡absolutamente no!" Él gesticuló señalando al tanque bacta portátil. "Yo estaba diciéndole dónde asegurar la carretilla cuando..., bien alguien debió pulsar mi interruptor principal.”
“¿Tú no cortocircuitaste los cables de alimentación de ordenador médico?”
“Capitán Solo, usted sabe que no me gusta que se me pueda borrar la memoria," C-3PO dijo. "Y yo le aseguró, que sé la manera adecuada de acceder a un módulo de alimentación. Aunque lo mejor es ni siquiera acercarse.”
“Esó es lo que yo me temía.”
Han caminó hacia una de las literas y encontró lo que parecía una uña del pie enorme y negra entre las sábanas. Había similares capsulas aplanadas en las otras literas, y en la tercera, una par de transmisores desarmados -ciertamente del mismo modelo, que el agente de CorSec había intentando ocultar en el tanque de bacta portátil-. Han puso su mano en el centro de las sábanas arrugadas. La cama aún estaba caliente.
“Ve al camarote de primeros auxilios y quédate con Leia." Han cogió las aplanadas cápsulas y los transmisores con su mano, luego en encamino hacia la puerta. "No dejes que nadie se la acerque.” “Por supuesto, Capitán Solo." Las pisadas metálicas de C-3PO resonaron por el corredor anillados detrás suyo. "¿La cuestión ahora es como voy a tenerlos?”
“Ya veremos.”
Han ya estaba cruzando la bodega principal en dirección al túnel de acceso a la cabina de pilotaje. Él no estaba sorprendido por descubrir que CorSec o el espía, o quizás ambos habían colocado dispositivos de escucha en el tanque bacta -él incluso ya había pensado en chequearlo en persona- pero alguien había desmontado los transmisores. Lo que podía indicar que Izal Waz había subido furtivamente a polizones a borde de la nave, o incluso lo que era peor, que estos fueran colaboradores de las Brigadas de la Paz o cazadores de recompensas o agentes contratados por aquellos que habían enviado a Roxi Barl. La cuestión es que el hecho planteaba unas cuantas preguntas.
Poniendo su mejor sonrisa y cara de inocente, Han anduvo hacia la consola de vuelo y tranquilamente echó un vistazo a la computadora de navegación. Conforme a los datos presentados en la pantalla, ellos seguían rumbo a Commenor, de manera que cualquier acción que el Arcona tuviera pensando realizar contra Han o la nave, no había ocurrido todavía.
Han se dejó caer en el sillón del piloto. "¿Todo bien por aquí?”
“¿Qué podría haberse puesto mal en sólo diez minutos?" Izal continuaba mirando fijamente al exterior a través de panel visor delantero, sus ojos de Arcona color-ceniza parecían sentirse atraídos irremediablemente por el vacío grisáceo del hiperespacio. Tú pareces apenado.”
“¿Apenado?” Han comprobó su posición, se incorporó y desactivo la hiperpropulsión. Entonces, cuando el súbito deslumbramiento de la luz de las estrellas al regresar al espacio normal desorientó a Izal, él desenfundó su desintegrador, girándose para quedar enfrentado al Arcona. "Yo no estoy apenado. Yo esto enfadado. Más bien, furioso.”
Izal ni siquiera pareció que esto le cogiera por sorpresa. Él pestañeó para librarse de la momentánea ceguera de sus ojos y señaló hacia el desintegrador. "Eso no es necesario. Yo puedo explicarlo.”
“Será mejor que tengas una muy buena." Han abrió su otra mano y dejó caer las cápsulas planas y los transmisores desmontados sobre una consola entre los asientos. "Cuando el asunto cocierne a la protección de mi mujer, yo tengo muy poco aguante.”
Izal mostró una amplia sonrisa, sin mirar los objetos que Han había dejado caer. "Yo me di cuenta de ellos en la zona de aislamiento.”
“¿Tú eras aquel de la sala de tanques bacta?”
Izal asintió "Yo ayudé.”
Como Han no bajaba el desintegrador, una arruga se formó en la frente de Izal, y él agitó su mano casi sin querer. Si Han hubiera sido sólo un capitán de un transporte espacial, viéndose implicado en el posible secuestro de un Jedi renegado y sus compañeros polizones, el truco podría haber funcionado. Pero el caso era, que Han había luchado al lado de Luke Skywalker el tiempo suficiente para anticiparse a maniobras de este tipo, y su mano libre ya estaba sobre el cañón del arma, manteniendo esta segura y firme en su otra mano.
“Si esto se reduje a si voy a usarlo o a perderlo," Han amenazó. "Te aseguró que lo usaré.”
El desintegrador se asentó de nuevo con firmeza en la mano de Han.
“Usted esta tan parco en ser agradecido como en mantener los nervios templados," El Arcona se quejó. "O quizás es sólo que no sabe en quien confiar.”
“Yo confiaré en ti, tan pronto como sepa quién eres." Han puso el desintegrado en modo de aturdir, no tanto por el propio Izal como para evitar hacer un ardiente agujero en unos de los tableros de la consola principal. "Tú posees una espada láser y sabes usar algunos de los trucos de la Fuerzas, pero eso también lo hacía Darth Vader. Por lo que a mi concierne, tú paredes más un cazador de recompensas que un Caballero Jedi.”
Izal se hundió en el asiento del copiloto como si le hubieran pinchado.
“Es por lo de la adición a la sal, ¿no es así?" preguntó. "Tú crees que ningún Jedi de verdad se dejaría llevar por tal vicio.”
“Si tú estás buscando simpatía, estás en la nave equivocada," Han dijo. La verdad era que él sentía una cierta comprensión hacia el problema del Arcona, pero no era el momento de compartir penas. "Debes saber que yo no soy ningún extraño para los Jedi. Si tú fueras un Jedi, yo te conocería.”
“Lo hiciste," la mirada de Izal se apartó de la Han, y su rostro se oscureció como le carbón. "Hay una razón por la que creíste reconocer mi nombre, yo tuve algún problemilla en la academia. Una mordedura del nerfloaf de Kenth...”
“Claro," Han dijo, rememorando el incidente. Una partida de sal para tres meses desapareció en el espacio durante unos días, y entonces se dijo que el estudiante a cargo había muerto asfixiado. "Pero tú estuviste allí sólo unos pocos meses.”
Han lanzó una significativa mirada al cinturón de Izal.
Izal asintió. "Apenas el tiempo suficiente para construir mi espada láser," dijo. "Más adelante, yo encontré a un Maestro que me enseñó a aceptar mi debilidad -y que me ayudó a encontrar mi propia fuerza-.”
Han alzó su frente.
“Y yo soy estoy completamente seguro de que tú no la conoces," Izal dijo.
“Tu historia huele peor que una cocina Gamorreana a cada minuto que pasa," Han advirtió. Él señaló hacia las cápsulas planas y los transmisores desmontados. "Y todavía no me has explicado eso.”
“Oh... eso.” la sonrisa sesgada de Izal pudo ser tanto de alivio como de ansiedad. "Eso es fácil.”
“De verdad, explícate.”
“Primero, yo no esperaba mantener esto en secreto," Izal dijo. "Sólo estaba esperando a que las cosas se calmaran un tanto.”
“Explícate mejor," Han exigió.
Izal tragó con fuerza, lo cual resultó evidente dado el largo cuello del Arcona. "Bien." Él cogió una de las negras capsulas planas, "Esta pieza...”
La alarma de proximidad comenzó a sonar de manera estridente. Han echó una mirada a la pantalla táctica y vio un montón de señales parpadeantes apareciendo por detrás del Halcón.
“Buen truco," Han dijo. Él reseteó el sistema, pero la alarma volvió a sonar de forma estridente un segundo después. La pantalla del radar táctico se iluminó de nuevo con más señales parpadeantes. "Ahora acaba con esto. Tú estás poniendo a prueba mi paciencia.”
“¿Acaso tú crees que es un truco de la Fuerza?" los ojos de Izal estaban fijos en la pantalla del radar táctico, y había bastante pánico en el tono de su voz, que Han casi se lo creyó. "Yo no soy tan bueno.”
“¿De manera que son de verdad?" Han estaba empezando a preocuparse. No había ningún código identificativo de transpondedor bajo las señales que fluctuaban, y las naves sin códigos de transpondedor tendían a ser piratas -o algo peor-. "¿Cómo es que ellos están aquí?”
“No lo sé," Izal comenzó el procedimiento de encendido del motor de iones. "Debe habérseme pasado por alto algún dispositivo de rastreo.”
“O colocó uno," Han dijo. No podían usarse dispositivos de localización para rastrear una nave a través del hiperespacio, sólo para localizarla una vez que volviera al espacio real. Pero para que toda una flotilla de naves llegara tan rápidamente, esta tenía que haber estado situada en algún sector fuera del sistema Corellian, lista para partir tan pronto como detectaran la posición del Halcón. “Ésto parece demasiado sofisticado.”
“O desesperado.” Izal puso los conductos del motor de ion línea. "Yo no soy él que está intentando coger a tu esposa.”
“Me gustaría creerlo.” Han disparó una descarga aturdidora a las costillas del Arcona. "Pero no puedo arriesgarme.”
Izal se irguió para luego caer sobre un costado de su silla, Han enfundó su desintegrados y tomó los controles. El rango de acercamiento de las naves participantes en la emboscada comenzó a decrecer. Algunos de los más adelantados abrió fuego, pero Han ni siquiera se molesto en levantar los -ávidos de energía- escudos del Halcón. Los sensores de la computadora de la nave había identificado a los recién llegados como un abigarrada mezcolanza de Alas-Y y viejos Alas-T'65, y ninguno de los dos modelos podían disparar de manera eficaz a una distancia tan grande.
La voz de C-3PO tronó por el intercomunicador. "¿Capitán Solo?”
“¿Han cogido los polizones a Leia?" Han preguntó. Hubo un tiempo en que sus pensamientos no le habrían llevado al peor de los escenarios posibles, pero mucho había cambiado la galaxia desde entonces -y él mismo-. “Si ellos tienen a Leia, les dices que...”
“La Dama Leia está bien y completamente sola, " C-3PO dijo. "Aparte de mí, claro.”
“Mantenla así," Han activo la computadora de navegación y comenzó a marcar coordenadas; aunque el curso a Commenor permanecía siendo el mismo, los tiempos de tránsito tenían que ser recalculados para el nuevo punto de entrada. "Y no me molestes a menos que eso cambie.”
“Por supuesto, Capitán Solo." Un distante fogonazo rojizo pasó por encima de la cúpula de la cabina de pilotaje mientras un rayo de cañón alcanzó su máximo rango de distancia y se apagó. "Pero...”
“¡Threepio, ahora no!”
Los cazas estelares, sobre todos los Alas-X, seguían acercándose. Han trazó una proyección del curso y vio lo que él ya había intuido: ellos alcanzarían su rango de fuego efectivo justo unos segundos antes de que el Halcón pudiera entrar al hiperespacio.
Han apretó de golpe la palma de su mano contra la barra de control. "¡Mierda de Sith!”
Él cambió el despliegue táctico a uno de más largo recorrido. Posado inactivo justo delante, situado a propósito un poco más allá del alcance del conjunto de sensibles y eficaces sensores de largo alcance de reconocimiento del Halcón, estaba un carguero-rápido de unos 250 metros de eslora. No muy grande, pero si lo bastante para tener un rayo tractor que impidiera al Halcón saltar al hiperespacio.
Han maldijo de nuevo y canceló los cálculos. Hizo un brusco viraje con el Halcón, y los cazas estelares desviaron su rumbo para interceptarle. Dagas de luz comenzaron a abrirse paso en la oscuridad del vacío a su derecha. Han levanto los escudos de energía, luego sintió un súbito temblor cuando las dos torretas del Halcón armadas con poderosos cañones láseres cuádruples empezaron a disparar.
“¿Leia?” él jadeó. “¿Threepio?”
“Nosotros seguimos aquí, Capitán Solo," el droide replicó. "En el camarote de primeros auxilios como usted ordenó.”
Han echó un breve vistazo a la computadora de control de fuego para ver si Izal había dejado los láseres cuádruples en modo automático. No lo había hecho. "¿Entonces quién demonios estaba en las torretas de lo cañones?”
“Capitán Solo, es lo que yo estaba...”
Un siseó rítmico surgió por detrás del asiento del piloto, y luego todo que Han pudo oír fue su propio grito. Sin prestar atención a los primeros disparos de los piratas estallaban en fogonazos al chocar con los escudos de energía, él se incorporó y rebuscó en busca de su desintegrador.
Una mano con garras le empujó para abajo. "Siéntese," dijo una voz rasposa y ronca. "Este uno reemplazará al Jedi Waz.”
La garra desapareció, y Han echó un vistazo por encima para ver a una enorme figura escamosa, embutida dentro de una túnica Jedi marrón. El recién llegado levantó a Izal Waz fura del asiento del copiloto con una mano, luego lo arrojó -no muy delicadamente- hacia la parte trasera de la consola de vuelo y se puso en su lugar. Una cola gruesa pasó encima del reposabrazos del asiento, y por debajo del borde de la túnica, Han vislumbró un rostro de reptil con ojos de pupilas estrechas y colmillos sobresaliendo amenazadoramente hacia arriba por su mandíbula. Un Barabel adulto.
Un chispazo de luz carmesí relampagueó a lo largo del lado de estribor del Halcón. La atención de Han permanecía fija en el Barabel. Con escamas tan negras como el espacio y una cola que le obligaba a tener que sentarse en el borde del asiento, además de sus afiladas facciones le dan un aspecto verdaderamente amenazador casi tanto como lo misterioso de su túnica. Han sólo esperó que la apariencia Jedi fuera señal de un carácter más paciente que él que poseían la mayoría de los Barabels.
El Barabel señaló con una garra hacia la mano de Han, la cual todavía seguía reposando sobre su arma enfundada. "Este uno te permitirá que le destruyas más tarde. Pero ahora, quizásss lo mejor es que tú pilotes la nave.”
“Lo que tú quieras amigo." Consciente de que incluso sin la Fuerza, el Barabel podría apoderarse del desintegrador -y probablemente del brazo que lo sostenía- si él así lo quería, por lo que Han agarró la barra de control con ambas manos. "¿A dónde vamos?”
“Usted es el piloto, Han Solo." Indicó con una garra la pantalla táctica, la cual mostraba el curso de vuelo de unos Alas-X para interceptarlos. "Aunque este uno piensssa que nosotros deberíamos dar la vuelta, acelerar a toda potencia y salir pitando.”
“No puedo.” Han apuntó al símbolo que indicaba un carguero-rápido, ahora inmerso en la persecución que se movía por la esquina superior de la pantalla táctica. "Esa nave nos ha enganchado con un rayo tracto. Una vieja trampa pirata.”
Los cañones del Halcón estallaron en una ráfaga de fuego-rápido. El caza estelar se disolvió en chipas eléctricas que se reflejaron en la oscuridad del vacío mediante un lejano estallido anaranjado. Han soltó un silbido de admiración, intimidado tanto por la oportunidad del ataque como por su exactitud. Los otros tres Alas-X giraron para realizar un ataque frontal oblicuo. De nuevo, los cañones láser del Halcón estallaron en una mortal tormenta de fuego. Y otra vez, un Ala-X estalló en una bola de gas supercaliente.
Cuando el estallido de fuego se apagó, fue reemplazado por un par de puntos blancos. Estos eran un poco más grandes que estrellas y un tanto más luminosos.
Los puntos blancos se hincharon hasta convertirse en discos blancos.
“¿Proyectiles de conmoción?" el Barabel preguntó.
“No tendremos esa suerte," Han no se molestó en verificar en la pantalla táctica la estela propulsora. Él había visto suficientes de estos expandidos puntos blancos -aunque normalmente atravesando el puente de un Súper Destructor Estelar-. "Torpedos de protones.”
Los discos blancos se convirtieron en círculos blancos.
Han bajó el morro del Halcón, sumiéndole en una desesperada maniobra evasiva consistente en una brutal serie de giros y contragiros. De algún modo, los misteriosos artilleros mantuvieron la compostura, derribando dos cazas estelares más mientras el cuerpo principal de la flota pirata alcanzaba distancia eficaz de disparo. El primero de los torpedos de protones pasó tan cerca que la pantalla visora se quedó completamente en blanco.
El Barabel siseó. "Alguien te quierrrre muerto. De verdad que te quierrrre bien muerto.”
Han pestañeó para aclararse la visión y vio un Ala-Y pasar silbando junto a la cabina de pilotaje, un alocada línea de fuego láser se siguió en su recorrido. Otro Ala-X llegó disparando, y él tuvo que girar boca abajo la nave para ascender. Cuando finalmente pudo echar un vistazo a la pantalla táctica, se encontró con una docena de cazas estelares rodeando al Halcón, con otra docena pegados a su cola, para cortarle cualquier ruta de escape. Las buenas noticias eran que el segundo torpedo de protones había pasado de largo, con su estela propulsora trazando un largo arco mientras se iba alejando de la cola del Halcón.
“Ellos no nos quieren muertos," Han dijo. Los torpedos habían sido disparados con el detonador de aproximación desactivado. "Ellos nos quieren capturar.”
Un par de Alas-X aparecieron de repente, los cañones del Halcón los alcanzaron, recalentando sus escudos. Ellos colisionaron delante de la cabina de pilotaje, y un par de siseos rítmicos, el primer sonido que Han había acertado a oír procedente de las torretas, le llegó por el intercomunicador. Entonces los piratas estaban casi encima del Halcón, siguiendo acercándose y batiendo sus escudos energéticos desde todos los ángulos. Advertencias de caída de poder y alarmas de sobrecarga comenzaron a sonar y pitar.
El Barabel estudió el tablero de instrumentos con evidente confusión. "¿Dónde está el balanceador de carga?”
“Yo manejaré los escudos.” Han lanzó un pulgar hacia la computadora de navegación. "¿Puedes tú usar esto?”
El Barabel erizó sus escamas. "Nosotros somos pilotos buenos.”
“Ok -no tengo la menor duda sobre ello-," Han dijo. "Traza un rumbo hacia Commenor.”
Mientras él sacó al Halcón de la serie de maniobras evasivas y lo lanzó hacia el carguero-rápido. La cabina de pilotaje tembló y las luces se apagaron mientras los cazas estelares realizaban devastadora pasado con sus armas, y una bocina del control de daños indicaba una brecha en el casco en la bodega número dos. Dos Alas-X más desaparecieron de la pantalla táctica. Han selló la brecha abierta en el casco. En ese momentos, por fin, los piratas se retiraron un tanto, manteniendo la presión, pero ahora más preocupados en evitar los mortales chorros de luz procedentes de las torretas con cañones del Halcón.
Han pasó más poder a los escudos traseros y echó un vistazo para comprobar los progresos del Barabel. Los cálculos estaban casi terminados, pero las coordenadas finales les ponían más cerca de Corellia que de Commenor. Han simuló no haberse dado cuenta, pero se maldijo interiormente, y rebuscó en su memoria alguna posible pista de para quien no podían estar trabajando Izal Waz y sus amigos Barabel. No para los Yuuzhan Vong, por lo menos no directamente; los Yuuzhan Vong odiaban a los Jedi. Y ciertamente no para quienquiera que fuera quien había contratado a los piratas; ellos habían matado ha demasiados. Quizá un plan secreto de algún Jedi Oscuro, esperando por usar a Leia para lograr algún tipo de ventaja en la guerra.
Han cambió la escala del radar de manera que este solamente mostrara lo que un conjunto de sensores normales mostraría, y el carguero-rápido despareció de la pantalla. Intentando hacerlo aparecer de nuevo mediante el ajuste de los filtros de datos, Han subrepticiamente abrió su propia sesión en la computadora de navegación y comenzó los cálculos para el viaje a Commenor.
El Barabel los miró por encima. "Ellos sabrán por nuestro curso inicial que nosotros vamos a Commenor." Él completó sus cálculos y se los envió a la pantalla de Han para que los verificara. "Este punto de reunión es más seguro.”
“Más seguro para ustedes.”
“Para ti," El Barabel insistió. "Ellos nos van tras nosotros.”
El carguero-rápido apareció en el radar táctico. Han lanzó el Halcón en lo que él esperaba que pareciera una ascensión evasiva. Los cazas estelares se acercaron, martilleando sus escudos, intentando conducirle de vuelta al curso hacia el carguero. Han mantuvo el giro, intentando convencer a los pilotos enemigos que él realmente se había visto sorprendido. Los artilleros de las torretas lo hicieron parecen veraz, dispersando su fuego para retardar la persecución.
Algo hizo explosión en el cuadro de mandos del soporte vital, y un acre olor llenó el aire. El Barabel quitó la tapa y sofoco un tablero de circuitos ardientes con su palma desnuda, luego le lanzó una fija y amplia mirada.
“¿Acaso estas intentando conseguir que nos maten?”
“Esto necesita parecer real," Han dijo.
El Halcón se revolvió mientras el carguero-rápido, aun demasiado lejos para verlo a simple vista-, lo seguía atrayendo con su rayo tractor. Han giró en perpendicular a la dirección del empuje -para luego cortar los aceleradores para evitar escapar-. Él no tuvo que esforzarse mucho; el rayo tractor era de un tipo muy potente.
Las torretas de cañones del Halcón giraron para atacar a su captor.
“¡No!” Han ordenó por el intercomunicador. "Sólo mantengan alejados a los cazas.”
Había un breve silencio, luego una voz rasposa. "¿Tesar?”
El Barabel —Tesar— estudió a Han, no dijo nada y comenzó a atender las alarmas de daños.
“Escuchad," Han empezó, "Yo soy el...”
Los torreones giraron de nuevo hacia los cazas estelares. Otro pirata despareció de la pantalla del radar táctico, y el resto empezó de nuevo a ponerse a una distancia prudencial. Ellos continuaron disparando contra el Halcón, aunque ahora parecían más interesados en mantenerse a salvo de los mortalmente manejados cañones láser que de acercarse lo bastante para causar algún daño. El Halcón continuó deslizándose hacia el carguero-rápido.
Han retornó a sus cálculos. Tesar le miró durante unos segundos, luego puso su zarpa sobre sus propias coordenadas.
“Esto es mejor." dijo. "Confíe en mí.”
Han ni siquiera levantó la mirada. "¿Dónde he oído yo eso antes?”
“Sus enemigos están bien organizados. Incluso si nosotros escapamos de esta...”
“Tengo un plan," Han le aseguró.
“...Ellos tendrán alguien esperando en Commenor.”
“Mejor enemigo conocido que no conocido," Han recalcó.
El Halcón se deslizaba cada vez con mayor rapidez hacia el carguero. Han añadió más poder, pero la nave continuó acelerando.
“Nosotros no somos vuestro enemigo, Han Solo,” Tesar dijo.
“Cállate," Han aún seguía esforzándose en terminar los cálculos. "Y apaga esas malditas alarmas. Así no hay manera de poder concentrarse.”
Tesar no hizo el menor gesto para obedecerle. "¿Por qué no confía en nosotros? Somos Caballeros Jedi.”
“¡Te dije que te callaras!”
Mientras pensaba si sería lo bastante rápida para coger por sorpresa al Barabel, se estiró en busca de su desintegrador -pero entonces Thesar extendió una mano, y Han casi es arrancado de su silla mientras el arma y la pistolera se desgarraban libres de su cinturón.
El Barabel cogió el desintegrador y se lo metió dentro de su túnica. "Este uno te dije que podrás destruirlo más tarde.”
Frotándose el muslo donde la correa de la pistolera había sido arrancada, Han dijo, "Mira, Luke Skywalker es mi cuñado. Yo conozco a los Jedi, y tú no eres ninguno de ellos.”
Las escamas se irguieron en el rostro de Tesar, y sus pupilas se estrecharon como amenazadoras rendijas. Estudio a Han, sus orificios nasales aletearon y su larga lengua relamió sus labios, luego giró su cabeza, apartándola.
“Nosotros todavía somos jóvenes, pero nosotros somos Jedi.” Su reflejo en el visor mostraba una retorcida máscara escamosa gruñendo. "Si tu conoces a los Jedi, entonces tú debes conocer al Maestro Eelysa.”
“Por supuesto,” Han dijo. Eelysa había sido uno de los primeros alumnos de Luke, una muchacha nacida en Coruscant poco después de la muerte del Emperador. Acogida en la academia de Yavin 4 siendo todavía una niña, ella había madurado hasta convertirse en uno de los Caballeros Jedi en lo que mayor confianza tenía Luke, y que pasaba la mayor parte del tiempo en misiones complicadas y de larga duración -incluso años-. "Pero yo no la he visto en -bien, desde que ella era una adolescente más joven que Jaina-.”
“Sí, tú la llevas" Cuando Tesar volvió a mirarle, su rostro había adquirido de nuevo cierta compostura. "Eelysa es aquella, a la que nosotros estamos protegiendo. Ella es el Maestro de nuestro Maestro.”
“¿El Maestro de vuestro Maestro?”
“Ella enseñó a mi madre en Barab I,” Tesar dijo. “Cuando nosotros nos enteramos de que ella había sido herida, nos enviaron a Corellia para protegerla.”
Han se sintió al instante malo y estúpido. Ahora que Tesar mencionó el nombre de Eelysa, por eso la mujer del tanque bacta le parecía conocida. Y espiar en Corellia era exactamente el tipo de misión de alto-riesgo, a largo plazo en la que ella se especializó. Si alguien iba a entrenar a Caballeros Jedi, de los que él nunca hubiera oído hablar, esa sería Eelysa.
“Mira, lo siento. Yo no quise decir lo que yo dije.”
El Barabel pareció confuso. "¿Entonces por qué lo dijiste?”
Antes de que Han pudiera explicarse, otra ronca voz Barabel sonó por el intercomunicador, "Capitán, ¿podemos nosotros disparar ya a la fragata?”
“¿La fragata?”
La pantalla del radar táctico mostró que los cazas estelares se hallaban completamente fuera de rango de fuego, y la etiqueta identificativa de carguero-rápido había sido cambiado por la de una fragata KDY, clase Lancer.
“Uh, contened el fuego durante un minuto más, fellas.”
“¿Fellas?” resonó una voz rasposa. "Nosotros nos estábamos divirtiendo, Capitán Solo.”
Esto provocó una largo ronda de siseos que Han procuró ignorar mientras comprobaba en la computadora la información de los sensores en busca de más detalles de la nave.
“Ellas no son fellas,” Tesar le confió en voz baja. "Ellas son hermanas. Todos nosotros somos compañeros de incubación.”
“¿Compañeros de incubación?" Han repitió, su atención seguía fija en los destalles que iban apareciendo en su pantalla. "¿Algo así como esposas?”
“¡Esposas!” Tesar rompió en un ingobernable ataque de siseante risa y palmoteó el brazo de su sillón hasta casi romperlo. "Ahora no es momento de chistes subidos de tono, Capitán.”
De los datos que mostraban los indicadores de volumen y masa, y los analizadores de infrarrojos, la fragata era una de las versiones de bajo coste, que habían sido destinadas al uso local planetario. Tendría un conjunto de sensores avanzados, rayo tractor reforzado, y una enorme bahía de carga -pero solamente seis torretas de cañones y escudos del tipo-civil. Y aunque la mayoría de los piratas le habría encantando tener en su poder semejante nave, ello era escasamente probable. Ya que deberían de habérsela robado a un gobierno planetario.
Han abrió un canal de comunicación. "Fragata de uso desconocido, aquí el Halcón Milenario," La nave se podía ver ya a simple vista, una diminuta rayita de luz que brillaba contra el fondo estrellado del vacío espacio. "Explique sus acciones.”
Hubo un momento de pausa, luego una orgullosa voz Kuati dijo, "Nuestras acciones hablan por sí mismas. Prepárense para la captura y el abordaje, y se les tratará con justicia.”
Han empezó a hacer una contestación brusca, cuando se lo pensó mejor. "¿Acaso tenemos otra opción?”
“No si ustedes desean vivir. Fragata fuera.”
Apenas había cerrado el canal cuando Tesar gruñó. "¿Tú serías capaz de entregar a tu compañera?”
“Era una mentira, Tesar. Tú has pasado demasiado tiempo con Selonians.”
Han bajó la energía de los escudos, apagó la potencia de los conductos de ion, luego giró el morro del Halcón como si se estuviera rindiendo ante lo inevitable. La fragata comenzó a hacerse más grande muy rápidamente, en escasos segundos pasó de ser una rendija a ser tan gruesa como un dedo.
“Bien, uh, señoras, cuando nosotros lleguemos a la bahía de carga del hangar...”
“Nosotros comprendemos lo que tenemos que hacer, Capitán," llegó la contestación.
“Ustedes saben donde...”
“El proyector y su sistema auxiliar," dijo con voz ronca la otra hermana, "Y los dos a la vez, o el generador se invertirá y nos enviara dando vuelta completamente fuera de control. Nosotros hemos estudiado los esquemas del rayo tractor.”
Han comprobó las pantallas de los sistemas y vio que las hermanas había girado las torretas artilladas del Halcón y bajados los cañones en gesto de rendición. Pensando que su plan podía funcionar, se dio la vuelta para finalizar sus cálculos. Las nuevas coordenadas para Commenor ya estaban saliendo en la pantalla, justo con aquellas para la cita que Tesar había recomendado a cambio.
“Ambos conjuntos de coordenadas son correctos," el Barabel le aseguró. "La elección es sssuya.” “Gracias.”
La fragata era ahora tan grande como su antebrazo, y tan brillantemente iluminada que Han pudo ver las torretas artilladas montadas a lo largo de su espinazo y barriga. Él transfirió las coordenadas de Commenor a la computadora de navegación. Las pupilas de Tesar se estrecharon, pero se limitó a dejar que su lengua se deslizara por sus labios, eso sí durante un buen rato.
“Mira, confió en ti," Han dijo. "Pero nosotros sólo conseguiríamos conducirlos justo a tu cita. Hay un dispositivo de seguimiento en alguna parte de este pájaro, y nosotros no podemos buscarlo hasta que aterricemos en algún sitio.”
Tesar se dio la vuelta de mala gana, como si estuviera convencido de que Han sólo estaban intentando buscar excusas para justificarse. "El rastreador estará en algo que usted trajo a bordo. Nosotros quitamos los que el oficial del muelle plantó en el casco.”
Han alzó las cejas. "¿Ustedes han estado revisando el Halcón?”
“Sí, desde que el Jedi Waz comprendió quién era usted," Mientras él seguía hablando, continuó mirando hacia un lateral del pantalla visora. "Nosotros, uh, discutimos si decírselo, pero las instrrrucciones del Maestro eran permanecer ocultos. Ella no va sentirse especialmente contenta, cuando no acudamos a la cita.”
“Siento causaron problemas," Han dijo. Ya tan grande como un vehículo flotante, la fragata llenaba por completo el visor delantero. Las seis torretas armadas estaban giradas en dirección al Halcón, los tubos de sus mortíferos cañones láser bajaban lentamente mientras su objetivo se iba acercando. "Pero yo necesito conseguir un tanque bacta para Leia. También para Eelysa; nosotros no tenemos muchos tiempo antes de que el bacta del tanque portátil comience a contaminarse.”
Tesar apartó la mirada del visor. "¿No es eso una excusa?”
“¿Ahora, Capitán?” les interrumpió una de las hermanas. "¿Nosotros podemos disparar ya?”
No había nada delante excepto la fragata, su enorme hangar de carga abriéndose perezosamente en mitad de su casco con micro-descascarillados. Un proyector cónico que lanzaba el rayo tractor se vislumbraba a medias, colgado del techo, pero su unidad auxiliar aún estaba pegada contra el techo y apenas si era visible.
“¿Vosotros podéis hacer ambos disparos?" Han las preguntó. "¿A la vez?”
“Por supuesto,” la otra hermana dijo. "Nosotros somos Jedi.”
Han verificó las torretas artilladas de la fragata -las dos que él aún podía ver- y vio que los tubos de los cañones aún seguían apuntando al Halcón, sin haber alcanzado su tope máximo de bajada.
“Aún no," Él puso una mano sobre los aceleradores. "Yo os diré cuando.”
“¿Los tanques bacccta?" Había un cierto tono de apremió en la voz de Tesar. "¿Son ellos la única razón, Han Solo?”
Han pensó durante unos instantes. Aunque habría sido más propio de la naturaleza agresiva del Barabel ordenarlo -y únicamente ordenarlo una vez- antes de limitarse simplemente a tomar el control de la nave, Tesar nunca había mencionado esa posibilidad, ni siquiera como un argumento para demostrar su propia fidelidad. Eso muy propio de los Jedi.
Han asintió, "Sí, los tanques bacta son la única razón.”
“Bien," Tesar casi le habló ahora en susurros. "Entonces le diré algo más que nuestro Maestro no lo hubiera querido. Habrá tanquess bacta en el punto de reunión -y un lugar seguro donde poder usarlos-.”
Los cañones láser alcanzaron su punto máximo de descenso, para luego desaparecer de su campo de visión por detrás de la curvatura del casco de la nave.
“¿Ahora, Capitán?” una hermana preguntó.
Han la ignoró, y preguntó a Tesar, "¿Cómo de seguro?”
“Tan seguro como un nido en una cueva de ferrocemento.”
Ellos alcanzaron la entrada a la bahía de carga del hangar. Las luces exteriores parpadearon mientras los escudos de la fragata eran bajados para poder admitir al Halcón. Han pulsó el control de empuje, y la nave comenzó a temblar como estuviera intentando pivotar sobre la atracción ejercida por el rayo tractor. La cabina de pilotaje pasó al interior de la bahía de carga.
“¡Ahora, señoras!”
Las hermanas ya estaban haciendo girar sus torretas. Dado la vibración de la nave, la precisión cronométrica, y el escaso tiempo para apuntar, el tiro habría resultado imposible para cualquier pareja normal de artilleros. Los dos Barabel no eran normales. En el mismo segundo, dos descargas de rayos láser surgieron... dejando un rastro de agujeros negruzcos en el lado opuesto de la bahía de carga.
Para entonces el Halcón estaba metido completamente dentro de la fragata, y Han vio dos pequeños cazas de vigilancia -cada uno oculto en las esquinas más cercanas- apuntando sus armas en su dirección. Él levantó los escudos, entonces otra descarga de sus propios cañones láser, acertó en los proyectores del rayo tractor.
Las paredes de la bahía comenzaron a dar vueltas y todo se oscureció. Rojas llamaradas pasaron por encima de la cabina de pilotaje. Han pensó que las hermanas habían actuado a destiempo, que el Halcón estaba dando vueltas sin control. Un familiar repiqueteó reverberó a través de la cabina del pilotaje, y llameantes relámpagos de luz surgieron de las torretas artilladas para estallar contra las paredes hechos discos de fuego. Han agarró el mando de control para controlar el alocado girar de la nave y bajo las revoluciones, entonces vio rayos láser atravesando la oscuridad estrellada delante suyo y bloqueó los aceleradores.
Él supo que habían logrado escapar, gracias que las brillantes ráfagas de fuego láser iluminaron brevemente la oscuridad que les rodeaba. Sin molestarse en comprobar la pantalla del radar táctico -él sabía que los Alas-Y y Alas-X estarían viniendo en ayuda de la fragata- Han empujó el morro de la nave hacia abajo, se hundió en un brutal tirabuzón, transfiriendo el poder de los escudos a popa. “Bien, Tesar, dame nuestra destino.”
El Barabel leyó una serie de coordenadas que sonaban familiares.
“Esas no," Han reseteó la computadora de navegación y marcó un segundo juego. "Las nuevas. Una cueva de ferrocemento me parece ahora mismo la mejor opción.”
El Barabel sonrió, dejando al descubierto un juego de dientes que podrían dejar a un rancor en los puros huesos. "No lo lamentará, Capitán.”
El Halcón empezó a estremecerse bajo las descargas de los cañones de la parte inferior de la fragata.
“No tendré tiempo si tú no de apresuras.”
Tesar le dio las nuevas coordenadas, Han giró el Halcón hacia el punto indicado. Estaba a punto de hacer el salto al hiperespacio cuando la voz de Leia surgió del intercomunicador.
“¿Han? Han yo..."
“Lo siento, Capitán Solo," C-3PO la interrumpió. "Pero ella se acaba de despertar e insiste en que debe hablar con usted ahora mismo.”
“¿Han?” la voz de Leia era chillona y débil, y ella parecía un tanto desconcertada. "Han, estoy tan sedienta. ¿Podrías traerme un poco de agua?”

Capítulo 05.
Aunque hacía tiempo que los contaminantes habían superado los límites marcados por los diodos de monitorización y que el bacta se había vuelto tan oscuro y verduzco que apenas si se podía ve a Eelysa, Leia sabía que la Maestra Jedi estaba despierta. Ella podía sentir a Eelysa dentro del entumecedor tanque, una fuerte presencia de la Fuerza, aislada de que aquellos que la rodeaban, consciente de su peligrosa situación y a pesar de ello, era curioso, seguía con paciencia, tranquilidad y completamente en paz con su absoluta indefensión. Leia llenaba su corazón con confianza, contactando con ella a través de la Fuerza, y ella sentía que los Barabels -Tesar Sebatyne y las hermanas de Hara, Bela y Krasov- hacían lo mismo.
Eelysa mantuvo el contacto lo que pudieron ser segundos o minutos, llenando la Fuerza con una cálida sensación de gratitud y amor, luego continuó abrazándoles mientras ella se hundía dentro de un estado cataléptico curativo propio de los Jedi. Leia y los Barabels permanecieron con ella hasta que sus pensamientos y emociones se convirtieron en algo tan tranquilo como un estanque en un día sin viento, luego, uno por uno, se retiraron en silencio.
Cuando ellos se hubieron marchado, Leia se quedó sorprendida de como ella se sentía más fuerte y en paz de lo que había estado en mucho tiempo. Era con mucho el más íntimo encuentro con la Fuerza que ella jamás hubiera experimentado, no porque los Barabels fueran más fuertes que otros Jedi, sino por la forma en que ellos la compartían tan libre e inocentemente. Ella se dio cuenta ahora de porque Eelysa había tomado bajo su tutela a su Maestra -la madre de Tesar, Saba Sebatyne- incluso a pesar de que al hacer eso, ella se pusiera en peligro, al igual que su misión en Barab I.
“¿Leia?” Han preguntó. “¿Estás bien?”
“Claro, Han." Ella no le miró, mientras respondía, aunque sólo porque él estaba cambiando sus vendajes, y la última cosa que ella quería ver -aunque fuera sólo de refilón-, era la masa negruzca y supurante en que se habían convertido sus piernas. "Pero Eelysa... nosotros tenemos que hacer algo.”
“¿No ha sido eso lo que yo te he estado diciendo?" Han refunfuñó.
Ellos llegaron al lugar de la cita con casi un día de antelación, entonces empezó la monótona espera que había hecho que Han estuviera listo para empujar a sus pasajeros a través de una esclusa de aire. A pesar de que Izal Waz y los Barabels no sabían explicar la posible causa del retraso, ellos le habían asegurado a Han que ellos sabrían si el encuentro se cancelaba. No importaba cuantas veces les preguntara Han como sabrían ellos una cosa así, Izal siempre se limitaba a mirar a los Barabels, y estos se encogían de hombros y decían que ellos lo sabrían.
Leia miró a Bela -o quizás era Krasov- y dijo. "Nosotros necesitamos comunicarnos con vuestro Maestro." Aunque era difícil pensar ordenar hacer algo a un Barabel, ella habló con el tono de voz enérgico que se había acostumbrado a usar con tanto éxito durante su permanencia como Jefe de Estado de la Nueva República. "Danos la dirección del transceptor.”
Las dos hermanas se miraron la una a la otra y luego a Tesar, para finalmente parecer haber alcanzado un acuerdo.
“Como usted desee," Krasoz -o quizás Bela- dijo. "Pero si la usas, el encuentro se cancelará. La Maestra Saba ha aprendido a ser muy cuidadosa con respecto a los delatores de la Brigada de la Paz.”
Tesar—quién era más grande y de tonalidad más oscura que las hembras-. "Pero si piensas que eso es lo mejor. Ella ya debe estar muy enfadada con nosotros.”
“Hay mucho de ese sentimiento por aquí," Han dijo con tono sarcástico.
Tesar encogió los hombros. "Esta uno pide disculpas por su consejo. Tú pudiste destruirme en su momento al dispararme con el desintegrador.”
“No me tientes, no me...”
Leia puso una mano sobre el hombro de su marido haciendo que este se callara. "Yo estoy seguro de que Tesar está tan preocupado por el estado de Eelysa como lo estamos nosotros. Ella es la Maestra de su madre.”
La dureza adquirida por los ojos de Han, se convirtió en un gesto tanto de sorpresa como de astucia, por lo que se limitó a asentir lacónicamente, y sin levantar la mirada, usar una tira de piel-sintética para asegurar el extremo de un vendaje-bacta. Se suponía que el adhesivo no debía doler, pero parecía como si se aplicara algo al rojo vivo, contra la piel inflamada de Leia.
Han bajó sus pies hasta el reposapiés, luego recogió los vendajes sucios y se incorporó. "Se os olvida intentar localizar a la madre de Tesar.”
“Maestra Saba," Krasov corrigió.
Han la ignoró y continuó, "Si se ha visto obligada a detenerse, eso sólo hace que nuestra situación empeore." Él se volvió hacia Tesar. "¿Cómo sabes que tu madre -Maestra Saba- aún sigue viniendo hacía aquí?”
“Porque nosotros no la sentimos por otro lado," Bela contestó.
Han se volvió hacia Bela. "Eso es lo malo, ¿'Sentir en otro lado'?”
“Su compañerrra nos entiende," Tesar contestó, mirando a Leia. "A través de la Fuerza.”
“Entonces ella debe estar muy cerca," Leia dijo, sin saber muy bien si sentirse confundida o impresionada. "Yo sólo conozco a unos pocos Jedi que puedan sentir lo que otros están haciendo, y aún así sólo si ellos están a no mucha distancia entre si.”
Krasov negó con la cabeza. "No como compañeros.”
“Nosotros nos sentimos nada de lo que le pasa a ella," Bela añadió.
“Ya veo," la mente de Leia estaba comenzando a entender la manera de pensar y razonar de los Barabel entre sí. "¿Lo que tú me estás intentando decir es que no habéis sentido que ella haya muerto?”
“¿Y así es como sabéis que la reunión sigue adelante?" Han demandó. "¿Porque la Maestra Saba aún no está muerta?”
Tesar mostró una amplia sonrisa. "¡Exactamente!" Si la Maestra Saba no ha muerto, ella vendrá aquí.”
El rostro de Han se volvió tormentoso -de manera alarmante, al menos para Leia-. "Esto se acabó," miró fijamente al suelo durante unos instantes, para luego volverse hacia Leia. "Nos vamos a Talfaglio.”
“¿Talfaglio?” Leia esperó que al menos unos de los Barabels, pusiera objeciones. Al no hacerlo ninguno, ella preguntó, "¿Estás tu seguro?”
“Como un Hutt hambriento,” Han contestó. “Nosotros no podemos arriesgarnos a seguir esperando aquí por bacta que quien sabe si llegará algún día.”
Él arrojó los vendajes sucios a un triturador de basura y se dispuso a salir. La silla repulsora de Leia se giró lo suficiente para seguir teniéndolo a la vista.
“¡Han, espera!” Leia hizo un amago de quedarse donde estaba; una vez comenzara a moverse, ella sabía que se encontraría siguiéndole al interior de la cabina de pilotaje. "Pensemos de nuevo las cosas con calma.”
Han se dio la vuelta en la puerta. "¿Qué es lo que hay pensar?" Había de nuevo esa mirada dura en sus ojos -apenas conocida, pero extrañamente fuera de lugar-. "Nosotros necesitamos bacta.”
“Lo sabemos," Leia admitió. "¿Pero cuánto tiempo no llevara llegar a Talfaglio?”
“Unas diez horas y media," Han dijo con gran confianza. "Yo hice que Izal trazara el curso.”
Leia dirigió una mirada al tanque portátil. "Nosotros no tenemos diez horas. Eelysa estará muerta en la mitad de ese tiempo.”
“Y tú en menos de veinte.”
“Nosotros no sabemos eso con certeza.”
“Bien, yo no estoy dispuesto a arriesgarme." Han se dio la vuelta y desapareció a través de la puerta.
Leia aceleró detrás de él, pero su silla no era rival para su largo paso enfadado. Ya estaba a punto de desaparecer al otro lado de la curva del pasillo, cuando ella salió flotando del cuarto de tripulación, y para entonces ella finalmente había comprendido la dureza en la mirada de sus ojos. “¡Han!”
Han se detuvo, pero no se volvió.
“No podemos irnos." Leia se preguntó si ella aún conocía del todo a este hombre, si él podía haberse endurecido de tal manera después de la muerte de Chewbacca y la traición de los Duros que él verdaderamente se había convertido en el cínico egoísta que él había fingido ser cuando se encontraron por primera vez. "Nosotros tenemos que esperar... y esperaremos.”
“Nosotros tenemos que conseguir un tanque bacta para ti." Han se giró, sus ojos llenos de lágrimas que él se resistía a soltar. "Si no lo hacemos, tú seguramente no podrás caminar de nuevo.”
“Pero al menos yo no caminaré sobre cadáveres." Leia movió su silla por el pasillo. "¿Han, has olvidado quién soy? ¿Acaso piensas que yo querría seguir caminando a costa de la vida de otro ser? ¿Podrías quererme así?”
Han agitó su cabeza ligeramente. Luego unas lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos, y él se apresuró a marcharse por el pasillo. Leia no le siguió. Ella aún le conocía lo suficiente para saber cuanto tenía que dejarle solo. Él no era capaz de soportar más pérdidas, y Leia estaba comenzando a comprenderle -¿o era el temor?- de que cuando él la viera en su silla repulsora, él viera otro pérdida, algo más que le había sido arrebatado por los Yuuzhan Vong.
Y, Leia se sintió atónita al comprender, que ella veía lo mismo en él. Después de la muerte de Chewbacca, él se había encerrado en si mismo, apartando a su familia y desapareciendo en lo más profundo de la galaxia, para sufrir su pena en solitario. Ella había creído que él necesitaba espacio, y ella se lo había dato. Pero ahora ella comprendió que él les había dejado también por otra razón, para protegerlos a ella y los niños de una furia que él no era capaz de controlar. "¿Sé habría ido, -ella se pregunto-, si ella hubiera intentado con más fuerza llegar junto a él, para aguantar y resistir el embate de la tormenta emocional, cuando él dejara finalmente escapar toda la rabia y la frustración que llevaba dentro? ¿Ahora aún él seguiría sintiendo como un ser extraño para lo que le querían y le conocían?
Decidiendo que sólo un tonto cometería dos veces el mismo error, Leia avanzó por el pasillo. Esta vez, ella no le dejaría sufrir de nuevo en solitario.
“Nave acercándose," Izal Waz anunció.
Una inmensa sensación de alivio se apoderó de Leia, y no sólo porque ella supiera que el bacta había llegado. Ella condujo su silla rápidamente hacia la cabina principal y fue sobrepasada por los tres Barabels, las dos hermanas Hara corrieron hacia las torretas artilladas y Tesar a la cabina de pilotaje. Ella de detuvo en la sección de ingeniería para ordenar a C-3PO que echará un vistazo a Eelysa, luego fue a su nueva puesto de vuelo por detrás del mamparo de la cubierta de vuelo. Han e Izal ya estaban sentados en sus respectivas sillas. Tesar se colocó por detrás de sus asientos, bloqueando a Leia su campo visión, casi por completo.
“El transpondedor está encendido," Han dijo. "Esá es una buena señal.”
“La Estrella Roamer,” Izal Waz informó. “Carguero medio damoriano, armado. Registrado a nombre de la compañía de transporte CorDuro.”
“¿Ahí afuera?" Han preguntó. El encuentro estaba teniendo lugar el borde del Sector Corellian, en un sistema, libre de toda posible inspección, ya que consistía en pocas más que unos pequeños asteroides, un anillo de polvo cósmico, y el núcleo de una estrella colapsada. "¿Qué está haciendo CorDuro en un lugar como este?”
“Ellos son aquellos unos a los que nosotros estábamos esperando," Tesar explicó. "De ahí es de donde nosotros conseguimos nuestro tanque bacta.”
“¿De CorDuro?” Leia preguntó, defraudada. Al menos, CorDuro era culpable de apropiarse de suministros destinados a los refugiados, para venderlos en el mercado negro. "¿La maestra Saba tiene un acuerdo con ellos?”
“Sí, pero CorDuro no lo sabe todavía." Tesar se dio vuelta para quedar frente a ella, y un brillante punto del tamaño de la cabeza de un alfiler -la estrella colapsada vista dentro de su propio anillo de polvo cósmico- apareció al otro lado del visor de la cabina de pilotaje. "Ellos lo aprenderán muy pronto.”
“¿Están ustedes con esos tipos que son una mierda espacial?" Han demandó. Él miró tanto a Tesar como a Izal Waz. ¡Vosotros no podéis comprar tanques bacta a CorDuro! Son colaboradores. Incluso podrían formar parte de la Brigada de la Paz.”
Izal Waz le hizo un gesto a Tesar, luego preguntó. "¿Tenéis alguna prueba de eso?”
“Jacen envió un informe al servicio de Inteligencia de la Nueva República," Leia dijo. "Pero este sólo era un caso basado en suposiciones y pruebas circunstanciales. No había ninguna prueba sólida o definitiva.”
Tesar siseó, luego dijo. "Pronto las habrá.”
Con Leia confundida por el comentario del Barabel, el carguero de CorDuro ralentizó su marcha y sin hacer la menor intención de ocultarse, entró en órbita en el anillo de polvo cósmico. Unos pocos minutos después, la alarma de proximidad de otras naves se activó. Han la apagó y miró con el ceño fruncido hacia su pantalla de datos, mientras que Izal se limitada simplemente ha activar los sistemas de grabación externa del Halcón.
“Yo no esto recibiendo nada excepto lectura de masa." Han se abrochó su arnés de seguridad. "¡Esa nave nueva es de los Yuuzhan Vong!”
De nuevo Tesar siseó, luego se volvió hacia atrás para mirar a Leia. "No han tardado mucho, esta vezzzz, eh.”
Él se echó a un lado para dejarla una mejor visión de las pantallas. Leia sonrió mostrando su agradecimiento y comenzó sacar su desintegrador con la palma de su mano -esto podía ser una trampa- luego se lo pensó mejor y dejó resbalar de nuevo el arma en su funda. La insistencia de los Barabel en un total silencio de comunicaciones, la habían impedido confirmar aunque sólo fuera una pequeña parte de su historio con Luke, pero las sensaciones y sentimientos que ellos habían compartido en el camarote de la tripulación, no habían mostrado el menor atisbo de engaño por su parte.
Han e Izal Waz identificaron rápidamente el navío Yuuzhan Vong como una nave similar a una corbeta de línea, luego todos se limitaron a esperar mientras la Estrella de Roamer maniobraba para lograr una distancia de atraque entre ambas naves.
“Los Yuuzhan Vong quieren saber cosas sobre el bacta," Tesar explicó. "Antes de que la Maestra Eelysa resultara herida, ella le informó a la Maestra Saba sobre este encuentro.”
“Y la Maestra Saba decidió que ustedes necesitaban un juego de vuestros propios tanques bacta," Han finalizó.
Tesar dejó al descubierto sus colmillos al sonreír. "Parecía algo justo.”
“¿Qué pasa si algo sale mal?" Era tal el tono de preocupación en la voz de Han que Leia llegó a pensar durante unos instantes que era otra persona la que estaba hablando. "Será Eelysa quiten pagará el precio por el fracaso.”
“Y Leia, también, eso es lo que piensas," Izal Waz dijo.
“Ciertamente tal pensamiento pasó por mi mente," Han admitió.
Tesar cubrió el hombro de Han con una escamosa garra negruzca. "Han Solo, te preocupas demasiado. ¿Qué podría salir mal?”
Leia tuvo que soltar una risita. "Al menos Jacen se sentirá mejor," dijo, intentando evitar que Han pensara en todas las cosas que podían salir mal. "Su informe no iba a llegar a ningún lado sin algo sólido...”
Leia dejó la frase a medias, porque de repente sus pensamientos comenzaron a fluir y girar en el interior de su mente igual que un halcón-murciélago lo haría sobre el orificio de un escape termal de un edificio en Coruscant. ¿Por que alguien habría contratado un asesino para matarla? ¿Por qué sobornar a un agente de CorSec para robar su datapad? ¿Por qué enviar toda una flotilla de combate para impedirse su regreso a casa?
“¡La prueba!” ella exclamó. "Alguien cree que yo tengo la prueba.”
“¿La prueba?” Han se giró en el asiento de pilotaje. "¿De la colaboración de CorSec?”
Leia asintió. "Éso es de lo que ellos tienen miedo.”
“Tiene sentido,” Han dijo. “Aunque será bastante difícil poder probarlo.”
“¿Qué demonios he estado yo haciendo durante todo este último año?" Leia preguntó. "Y nadie ha intentado matarnos antes de que apareciera el informe de Jacen -al menos nadie de nuestro bando."
“CorDuro no está precisamente en nuestro bando, querida.”
Han abrió un canal táctico a la pantalla de la computadora de navegación de la nave para que Leia pudiera observar como se desarrollaban los hechos de su asiento por detrás del mamparo. Pasado un minuto más o menos la corveta viviente y el carguero se habían fusionado en una única señal, Izal Waz abrió un canal subespacial y retransmitió las coordenadas del encuentro.
“Pensaba que nosotros teníamos que mantener las comunicaciones en silencio,” Han dijo.
“Estamos lo bastante cerca," Tesar dijo.
Unos segundos después, una voz nerviosa llegó de la Estrella de Roamer. "¿Quién está ahí?" Cuando nadie respondió, está dijo de nuevo. "Transmisión no identificada, responda e identifíquese."
Ellos, por supuesto, no lo hicieron. Unos instantes después, los dispositivos electrónicos comenzaron pitar y zumbar, mientras el carguero activaba sus sensores y sondeaba en la dirección en que ellos estaban. Leia tenía la casi completa seguridad de que el Halcón no sería descubierto. El asteroide en que ellos estaban posados era sólo unas pocas veces más grande que la propia nave, pero Han los había situado por debajo y junto a un deprimido cerro de unos diez metros donde los sensores estándar les resultaría prácticamente imposibles distinguir la silueta de la nave de la del asteroide.
Los pitidos se fueron espaciando, y pasó otro minuto. La pantalla táctica se quedó momentáneamente en negro mientras la rotación del asteroide ocultaba las dos naves de su campo de visión, luego se llenó de estática cuando los sensores quedaron apuntando hacia el diminuto sol. Cuando la estática desapareció, la Roamer y la corveta Yuuzhan Vong eran de nuevos dos señales separadas.
Tesar soltó un siseó lleno de frustración. "Ellos conseguirán...”
Él se vio interrumpido por el zumbido de las alarmas de proximidad. Un nuevo puñado de señales apareció en la pantalla, surgiendo como centella de cinco sitios, disparando ya ráfagas de fuego láser e incluso un par de torpedos de protones de largo-alcance. Los Yuuzhan Vong dieron la vuelta para hacer frente al ataque, como las naves Yuuzhan Vong casi siempre hacían. La Roamer en cambió salió disparada en la única dirección que podía, justo hacia el Halcón.
Han e Izal empezaron a prepararse para darle una cálida bienvenida, mientras Leia intentaba calcular si ellos serían capaces de interceptar al carguero antes de que este saltara al hiperespacio. Datos de identificación comenzaron a aparecer bajo los puntos parpadeantes en la pantalla táctica, mostrando un abigarrado surtido de viejos Alas-X T-65, unos aún más viejos Alas-Y, y un par de cañoneras rápidas. Algunos de los transponderodes de los recién llegados estaban ya parpadeando mostrando algún tipo de daño, y eso que los Yuuzhan Vong ni siquiera habían realizado un disparo.
“Ésa es la banda de piratas más andrajosa que yo he visto en mucho tiempo," Leia dijo. "¿A quién demonios contrato la Maestra Saba para esta misión?”
“A nadie. Este es nuestro escuadrón, los Caballeros Salvajes." Tesar sonrió orgullosamente. "Yo mismo vuelo en un Ala-Y.”
Cualquier posible disculpa se vio interrumpida por una nueva alarma de proximidad. Otro navío, este un carguero-rápido con el nombre de Hombre Alegre, emergió del hiperespacio para bloquear la posible ruta de escape del Roamer. La nave de CorDuro continuó su curso y comenzó a disparar, iluminando la oscuridad espacial con diminutas agujas de luz. Un trío de antiguos Cazadores de Cabezas Z-95surgieron de la barriga del Hombre Alegre y fueron a su encuentro. La Roamer comenzó a girar para alejarse -entonces de repente cambió su rumbo y salió disparada hacia el diminuto sol-.
“¡Va a quedar atrapado por el pozo gravitatorio! ¡Dentro de una enana blanca!" Han activó el conducto de iones -aún un tanto frío- y lanzó al Halcón. "Debe estar loco.”
“No,” Tesar dijo. “Está asustado.”
El porque, quedó claro unos instantes después, cuando una nueva señal parpadeante apareció en mitad de la trepidante persecución por detrás de un asteroide. La referencia luminosa, identificó la nave espacial como la Sureshot, junto con una leyenda que la reconocía como un carguero ligero estándar de la clase CEC YT-1300 -el mismo tipo de nave que el Halcón Milenario-.
“Ella no es tan rápida como el Halcón," Izal Waz dijo con orgullo. "Pero... bien, sigue volando.”
La Roamer rápidamente intentó alejarse de la Sureshot, pero su brusco cambio de dirección había permitido a los Cazadores de Cabezas del Hombre Alegre que la dieran alcance. Estos dieron unas cuantas pasadas, sacudiendo sus escudos de energía y obligando al capitán a perder tiempo maniobrando o sufrir un agujero humeante en su puente de mando. Finalmente, la Sureshot activó su rayo tractor y capturó con el su objetivo, que no era otro que la Roamer.
La Roamer dejó de maniobrar y siguió acelerando, arrastrando al carguero más pequeño detrás suyo. Los Cazadores de Cabezas realizaron dos pasados escupiendo fuego con sus cañones, pero no podían acertar la barquilla de mando sin correr el riesgo de caer bajo la influencia del rayo tractor. La Sureshot giró noventa grados en un esfuerzo por cambiar el vector, pero el curso no varió de forma sustancial. Sus motores no podían igualar la combinación de poder ejercida por los motores del carguero más grande y de la gravedad de la enana blanca.
“Inteligente,” Leia dijo. “Él está dando a la Sureshot una elección -soltarles o ser arrastrados con ellos al sol.”
“Tesar,” Han dijo, “¿Cuánto tiempos tenemos antes de que ellos alcancen el punto de no retorno?” Tesar ya había hecho los cálculos. “Diez minutos,” dijo. “Nosotros alcanzaremos rango para el rayo tractor en cinco.”
Han abrió un canal del comunicador. "Mantente firme, Sureshot. La ayuda está en camino.”
“Sólo espero tener que esperar todo el día por ella," llegó la respuesta.
Leia se pasó los siguiente minutos conteniendo la respiración mientras el Halcón se acercaba. Los Cazadores de Cabezas continuaron acosando a la Roamer, pero sólo era una mera distracción y todo el mundo lo sabía. Por recomendación de Leia, ellos abrieron un canal de comunicación con el capitán de la Roamer y le prometieron, conseguirle una sentencia benigna a cambio de regresar y cooperar con los la Inteligencia de la Nueva República. El capitán respondió prometiendo no arrastrar al Sureshot al sol, a cambio de que liberaran su nave del rayo tractor, luego cerró el canal de comunicación. Izal Waz sugirió ofrecer la libertad a la tripulación a cambio de los tanques bacta, pero Leia desechó esa idea. Si el capitán sabía lo que ellos perseguían en realidad, había muchas posibilidades de que él decidiera destruir los tanques por rencor o venganza.
De manera que esperaron y observaron en la pantalla táctica como los otros dos grupos de naves de los Caballeros Salvajes usaban la solitaria nave Yuuzhan Vong para prácticas de tiro. A pesar de que el navío estaba lanzando una asombrosa cantidad de plasma y magma al espacio, los viejos cazas estelares siempre parecían saber donde el enemigo no estaba atacando, o ajustar sus escudos en el momento justo, o tomar a los artilleros Yuuzhan Vong por sorpresa. La corbeta viviente se desintegraba pedazo a pedazo, lentamente al principio, luego más rápidamente, y finalmente volaba echa pedazos y se hizo casi indistinguible con el anillo de polvo cósmico.
Han soltó un silbido. "¿Dónde estaban estos cuando los Yuuzhan Vong atacaron Ithor? A la Nueva República le gustaría tener unos cuanto pilotos más como estos.”
“Eso es algo que uno piensa que el Maestro Luke no aprobaría," Tesar dijo. "Nosotros tenemos entendido que él no quiere que los Jedi luchen como soldadosss.”
“¿Todos ustedes son Jedi?" Leia preguntó.
“Todos los pilotosss, sí.”
La masiva silueta de un carguero Damoriano eclipsó la imagen del diminuto sol delante de ellos, sus resplandecientes conducciones de iones se deslizaban sobre la cabina de pilotaje mientras Han conducía al Halcón por detrás de esta. El más pequeño disco de un YT-1300 apareció por debajo de ellos y escorado un tanto hacia un costado, su parte trasera pintada con un diseño caleidoscópico de colores primarios tan del agrado del Arcona. Los Cazadores de Cabezas apenas si eran visibles, un trío de diminutas cruces negras, detrás de los fogonazos de sus cañones láser que iban a estrellarse contra el casco de casi medio-kilómetro de longitud de la Roamer.
Han habló por el intercomunicador. "Señoras, nosotros contamos con ustedes dejar fuera de combate la barquilla de dirección. ¿Izal, por qué no te ocupas tú del rayo tractor?”
“Enseguida.”
El Arcona se desabrochó el arnés y se incorporó. La simple visión del inmenso casco delante suyo fue bastante para convencer a Leia de que ellos no podrían cambiar el vector de su rumbo a tiempo. “Han,” ella dijo, “ésta no es la manera de hacerlo.”
Han se giró a medias desde su asiento. "Te escucho.”
“¿No hay una escotilla de escape justo encima del puente de mando?”
“Claro -cerrada desde dentro-," Han dijo.
“No importa,” Leia dijo. “Nosotros tenemos Jedi.”
Han frunció el entrecejo. “La tripulación de CorDuro estará esperándonos.”
“¿Y qué?" Tesar preguntó. "Nosotros tenemos Jedi.”
Por alguna razón Izal Waz no pareció entender de qué iba la conversación, por lo que lanzó a Tesar una serie de siseos. Leia mostró la parte posterior de sus dedos a Han.
“Tenemos cinco minutos," dijo. "Yo puedo ocuparme del sistema de atraque.”
“Cuatro minutos y medio," Izal Waz corrigió, caminando hacia la parte posterior de la cubierta de vuelo.
“Dos bastarán," Tesar comenzó de nuevo a sisear. "Nosotros tenemos Jedi.”
“Cierto," Han sacó su desintegrador y se lo pasó a Leia. "Sólo espero que nosotros aún tengamos Jedi cuando esto allá acabado.”
Leia hizo el recorrido hasta la escotilla circular de atraque, donde Bela y Krasov ya estaban esperando con sus marrones túnicas Jedi. Ellas representaban un espantoso contraste con Izal Waz, quien la verdad sea dicha, parecía más bien algo cómico con su desgarrado mono de vuelo.
Han llevó al Halcón al límite y lo condujo a una posición justo por encima del anillo de la escotilla de atraque. La Roamer intentó apartarse de ellos, pero Han era demasiado buen piloto para dejarse sorprender por la maniobra de una nave medio inmovilizada. Leia consiguió poner el sistema desplegable de abordaje sobre la escotilla de atraque al tercer intento, luego activó los anclajes magnéticos y presurizó el conducto.
“Tres minutos,” Han advirtió. “Si no sois capaces de...”
Tesar abrió la compuerta -y rápidamente soltó un siseo mientras el fogonazo de un desintegrado le alcanzaba en el hombro-. Desde su silla, Leia vislumbró a un miembro de la tripulación del carguero con uniforme de CorDuro y disparó un par de veces su desintegrador, luego las dos hermanas Hara estaban lanzándose a través de compuerta con sus espadas láser encendidas. El humano soltó un gorgojeo y cayó al suelo. Un par de rifles desintegradores abrieron fuego desde la compuerta opuesta. El túnel se llenó con flashes, fogonazos y zumbidos durante aproximadamente un par de segundos, luego los ruidos comenzaron a retroceder mientras los Barabels llevaban la lucha al interior del Roamer.
Izal Waz fue a continuación, andando sobre dos cuerpos dentro del túnel extensible de abordaje y dando una patada, apartó de su camino otro cuerpo mientras abordaba el carguero. Tesar fue más lento en reaccionar, apartando la tela de su hombro y mostrar el humeante agujero y las chamuscadas escamas de debajo.
Leia movió hacia adelante su silla. "Tesar, ¿Cómo de grave?”
“Mucho," él gruñó. "Mi mejor túnica." Él pasó una garra a través del agujero. "Esto ciertamente me la ha quemado bastante”
Entonces, soltó un hilarante siseo, y se arrojó por la compuerta para seguir a sus compañeros al interior de la Estrella de Roamer.
Leia se le quedó mirando fijamente en un enmudecedor silencio. Cuando la compuerta al otro extremo del sistema de atraque extensible se cerró, ella selló la compuerta del Halcón y retiró el sistema de atraque, comprobando su cronómetro.
Dos minutos.
Ella activó el intercomunicador. “Han, nosotros estamos libres. Quizás podríamos ganar un poco de tiempo si usáramos el...”
“No es necesario," Han contestó. "El Roamer ha cortado su aceleración y está girando para salir del campo de acción de la estrella.”
“¿Ellos se están rindiendo?" Leia preguntó. "Bien. Quizás ahora podamos encontrar a alguien que nos diga quien quiere mi muerte.”
“Uh, quizá no,” Han dijo. “Ellos no están rindiéndose precisamente.”
“¿No están rindiéndose exactamente?" Leia comprobó por dos veces el sellado de la escotilla, luego se volvió hacia la bodega principal. "¿Qué demonios quieres decir?”
“Los sensores están mostrando el lanzamientos de dos vainas de escape.”
“¿Aquí?”
Leia alcanzó la bodega principal y fue directamente a la estación de ingeniería, donde ella pudo ver la imagen de dos cápsulas de escape haciendo un arco en el espacio mientras se alejaban de la Estrella de Roamer. A la velocidad de las cápsulas de escape, les habría llevado a ellos unos tres años alcanzar los sistemas habitables más cercanos. Pero eso no iba a ser un problema. Por lo forma en que lo veía Leia, ambas cápsulas estaban ya cayendo, al haber quedado bien atrapadas por el inmenso y fuerte campo gravitatorio de la enana blanca.
La jadeante voz de Izal Waz resonó por el altavoz. "Estrella de Roamer asegurada," dijo. "Con el bacta suficiente para llenar un lago.”
“Izal,” Leia preguntó con todo enfadado, a través del comunicador. "¿Qué pasa con la tripulación?” “¿Te refieres a si hay sobrevivientes?”
“Sí, sobrevivientes,” Leia dijo.
Hubo un momento de silencio, luego la voz de Izal Waz llegó convertida en un simple susurro. "Bien, ¿qué hubiera hecho tú, si viera a tres Barabels enfadados lanzándose contra ti?”

Capítulo 06.
Era prácticamente imposible ignorar la esplendida cascada de metal líquido al otro lado de las paredes de transparacero de la aislada Luna de Cinnabar, Han lo intentó. Él permanecía sentado en la sala de natación del abandonado manantial de aguas minerales que los Jedi, denominados Caballeros Salvajes, estaban usando como base, intentando concentrarse en los dos datapads delante suyo, a la vez que escuchaba a las reforzadas piernas de Leia, crujir y chirriar mientras ella daba vueltas alrededor de la piscina vacía. C-3PO estaba de pie detrás del mostrador cubierto, usando un sistema portátil de HoloNet para acceder a los bancos de datos de la galaxia y añadir más datos de entrada al catálogo que Han estaba estudiando. Era un trabajo pesado y enloquecedor, debido tanto al hecho de que CorDuro tenía una gran cantidad de empleados, como que muchos de ellos se habían asociado alguna vez con organizaciones fuera de la ley. Han se preguntó si su propio expediente aparecería en este listado, o incluso el de Leia. Contrabandistas, insurrectos, asesinos de Hutt...
El nombre de una mujer que una vez había servido como administrativa en la Liga Humana de Thrackan Sal-Solo apareció en la pantalla. Han lo transfirió a la lista de inspección más a fondo del segundo de los datapad, luego usó un lápiz electrónico traerse el siguiente informe. En alguna parte de la lista, él encontraría alguien que hubiera conocido a Roxi Barl, y eso le daría una pista que le serviría como hilo conductor para poder seguir el rastro a la persona que quería a su mujer muerta. O al menos eso esperaba él. Había pasado una semana desde la captura de la Estrella de Roamer, y este el mejor plan que se había ocurrido, y el tiempo pasaba sin que les ocurriera otra cosa. Los Caballeros Salvajes había descubierto una misteriosa fuerza militar que rondada por un sistema cercano; al igual que la flotilla que había asaltado al Halcón a las afueras de Corellia, esta fuerza operaba con los transpondedores desactivados, e incluía fragatas aduaneras de la clase Lancer.
Los crujidos de Leia crecieron en intensidad. Han alzó la vista para verla acercarse, los brazos abiertos a lo ancho para equilibrar las abrazaderas cibernéticas de ejercicio que impedían que sus piernas se colapsaran.
“Éso fue todo." Ella se detuvo delante de su silla repulsora y se puso de espaldas hacia esta, con sus brazos extendidos para que Han la ayudara a ponerla en el asiento. "Estas abrazaderas de refuerzo no están bien ajustadas. Yo ni siquiera puedo ladear el tobillo.”
“Dale algo de tiempo." Han no se levantó. Leia sólo había completado seis de las veinticinco vueltas que Cilghal -el Jedi que era el sanador más consumado- la había prescrito, y hoy era el primer día que ella había dado más de cuatro vueltas. "Tú aún necesitas acostumbrarte a ellos.”
“Gracias por su opinión, Dr. Solo,” Leia dijo con sequedad. Ella continuó con sus brazos estirados. "¿Ahora, me harías el favor de ayudarme a sentarme en la silla y quitarme estas cosas?”
Han dejó el lápiz sobre la mesa. "Claro.”
Aunque los tratamientos tres veces al día de bacta, finalmente habían conseguido acabar con la infección en las piernas de Leia, a Han le parecía que otra infección se había ido apoderando de ella, en un lugar que el bacta no podía alcanzar. Había una tristeza dentro de ella, que no había dejado de crecer desde Corellia. Cualquier esfuerzo por animarla, invariablemente terminaba en mala contestación o en una salida fuera de tono por su parte, cualquier ofrecimiento por insistirla en que se esforzara en su recuperación terminaba siempre en malhumarado retraimiento en sí misma. Esta no era la Leia con la que él había estado casado todos estos años, antes... bien, antes de que él se hubiera vuelto loco, y la hubiera dejado de lado. Ella tenía el rostro, la voz, el cuerpo de Leia e incluso su ingenio, pero ella ahora se autoexcluía, era como si los Yuuzhan Vong hubieran conseguido apartarla de él, incluso sin matarla, y ahora él quería que ella volviera. "¿Han?" Leia permanecía suspendida a medio camino sobre el asiento de la silla repulsora, sus brazos aún sujetos por su abrazo. "¿Vas tú ha dejarme colgada aquí?”
“No.” Han la arrastró por los pies, luego la cogió de los brazos y la empujó un par de pasos hacia la piscina. "Hagamos un par de vueltas juntos. Si algo esta desajustado, quizás yo pueda verlo.”
“¿Si, Han?” Leia tiró de su brazo libre. "¿No sería yo quién debería decirlo?”
Han suspiró. “Mira, quizás parezcan incómodos, pero sólo hay unos cuantos ajustes. Yo intentaré comprobarlos todos.”
Leia entrecerró sus ojos. "¿De manera que yo no se de lo que yo estoy hablando?”
“Yo estoy diciendo que les des algo más de tiempo." Han la cogió de nuevo del brazo. "Vamos, sólo un par de vueltas más.”
“¿Estás escuchando?" Leia se negó a mover sus pies, y Han tenía que dejar de tirar o arrastrarla. "Esto duele. No soy capaz de hacer más por hoy.”
C-3PO alzó la vista ante el contarte tono de voz de Leia y comenzó a decir algo, luego sabiamente decidió que su ayuda no era necesaria.
“Lo que tú quieras," Han dijo.
“Bien, no quiero." Leia chirrió al retroceder los dos pasos hacia su silla. "¿Cuál es la diferencia? De cualquier modo, tú vas a ayudarme a ponerme en esa silla y quitarme estas abrazaderas. Si tú no puedes hacer eso...”
“Yo puedo hacerlo," Han dijo, renunciando a su exasperación. "Yo puedo sentarte y levantarte de esa silla durante el resto de tu vida, si eso es lo que quieres. Lo que yo no puedo hacer es que esas abrazaderas se vuelvan confortables, de manera que tú tendrás que aceptar el dolor y aceptarlo. Cuando esa jauría de asesinos finalmente nos encuentren -y ellos lo harán- resultará curioso ver si tú puedes ciertamente salir corriendo para cubrirte.”
“Ese es un buen consejo, viniendo de ti," Leia dijo.
“¿Qué se supone que significa eso?”
“Tú mismo puedes deducirlo," Leia dijo. "Después de la muerte de Chewbacca, tu ciertamente saliste corriendo. Y seguiste corriendo, alejándote más y más...”
Leia se detuvo, y dejo la mirada perdida, Han finalmente comprendió que ellos no estaban hablando en absoluto del exosqueleto cibernético, o de cuantas vueltas tenía que dar Leia a la piscina, o incluso de cuando realmente ella quería volver a caminar de nuevo.
Leia meneó su cabeza. "Esto no nos lleva a ningún lado. Simplemente dejémoslo estar.”
“No, prosigue," Han contestó. "Es hora de que digas lo que tienes que decir.”
Leia continuó mirando a lo lejos. "Yo no quise decir nada...”
“Sí, lo hiciste." Han habló con una humildad duramente ganada durante este último año. "La verdad es, que he de reconocer que cometí unos cuantos errores en la forma que yo maneje las cosas.”
Ahora Leia le miró directamente a los ojos, sus ojos tan redondos como discos sensores. "Supongo que tú los tuviste," ella dijo con cautela. "Pero tú necesitas sentirlo.”
“Sí, y quizá incluso yo necesitaba ir a ayudar a Droma a encontrar a su clan. Lo que yo no necesito era hacer estallar una bomba emocional en mitad de nuestra familia." Han se calló durante unos instantes, luego -obligándose a si mismo a no aparta la mirada- dijo, "Leia, lo siento.”
Los ojos de Leia se llenaron de lágrimas. Ella sostuvo la mirada de él durante unos instantes, luego se echó adelante en medio de chirridos. Han estiró sus manos, pero ella le sorprendió pasando sus manos alrededor de su cintura y presionando su mejilla contra su torso.
“Yo, también,” ella dijo. “Yo también, lo siento. Todos estos años, yo me he entregado en cuerpo y alma a la Nueva República y os he pedido a ti y a los niños que sacrifiquéis tanto por nada.”
“Eh, me has robado la disculpa." Han la cogió por los hombros. "Y lo que tú hiciste por la Nueva República ha sido muy importante.”
“Lo es -pero yo he tenido una parte importante de culpa dejando que esto pasara-." Leia dijo. "Contigo fuera, quedó muy claro que yo no he sido precisamente el pegamento que ha mantenido a esta familia unida.”
“Tus manos estaban bastante ocupadas intentando mantener unificada a la galaxia." A Han no le gustaba el cariz que iba tomando el asunto, culparse de sus problemas familiares no iba a hacer que Leia se esforzara más con sus exoesqueleto. "Yo creo que no podías haber escogido peor momento para dejar de pensar en ti misma.”
“¿No han estado mis manos siempre ocupadas? Esa es la cuestión. Todos estos años, creo que yo he estado intentando reconstruir lo que perdí cuando Alderaan resultó destruido." Leia puso sus dedos encima del corazón de él. "Yo no era capaz de ver que ya lo tenía -aquí contigo y los niños.”
Han estaba sin palabras. Estos días, incluso sus disculpas salían rebotadas contra él.
“Si nosotros no nos hubiéramos encontrado en Duro cuando lo hicimos," Leia continuó, "Yo me habría quedado sola, convirtiéndome en un extraño para mi propia familia.”
Han quiso decir que eso no era verdad, o que ella no podría saber a ciencia cierta lo que podría haber pasado, o que fue la Fuerza, la que hizo que ellos se reencontraran de nuevo. Pero todo eso sonaba algo hueco, vacío, y no es lo que Leia necesitaba oír. Él necesitaba abrazarla con todas sus fuerzas, hacerla ver todo lo que ellos habían pasado -y pasado estaba-, sólo así ella abriría su corazón y sus ojos, y se daría cuenta de la realidad de su situación.
“¿Sabes a quién me recuerdas?" él preguntó. "A Borsk Fey'lya, exigiendo todo el éxito para él.”
La mandíbula de Leia se aflojó. "¡Borsk Fey'lya! Como te atreves..." Ella debió ver el brillo de malicia en la cara de Han, porque dejo la frase a medio acabar y frunció el ceño. Una porción de la vieja chispa regresó a sus ojos, y ella le dedicó una mirada de soslayo. "¡Borsk! ¿No fastidies?”
Han medio sonrió. "Ciertamente. Tú te estás tomando todo este demasiado a pecho. Tú tendrías que haber tenido que perseguirme por media galaxia -y arrastrarme fuera de un millar de tugurios de mala muerte-.”
Leia sopesó esto, luego dijo, "Ya sabes, que yo soy demasiado dura conmigo misma." Ella pareció verter dos años de múltiples preocupaciones en sólo unos pocos segundos, luego añadió. "Como tú dices, tú eres aquel quien me atrapó. ¿Que se suponía que debía hacer yo, colocarte un juego de esposas aturdidoras y pedir prestado un droide para interrogatorios del NRI?”
“Por supuesto no,” Han dijo, empezando a preguntarse quien estaba jugando con quien. "Pero como dijiste, los dos hemos tenido parte de culpa y debemos asumir nuestros errores y procurar que no vuelvan a repetirse...”
“No, si cuando tienes razón, tienes razón. No voy a intentar rebatirte," La sonrisa de Leia -no una sonrisa de victoriosa suficiente- se volvió tan dura como el duracero. "Pero nunca volveré a dejarte hacer eso de nuevo, Han. La siguiente vez que necesites ayuda, tú no te escaparás y saldrás corriendo.”
Han sintió como si el inductor de gravedad suplementario del balneario hubiera sido activado de nuevo. Tuvo retortijones en su estómago y campanillas en sus orejas, a la vez que sentía una cierta debilidad en sus rodillas. Esta era la Leia que él recordaba. Ella le cogió del cuello de la camisa, y como era incapaz de ponerse de puntillas, comenzó a tirar de él hacia abajo para así poder besarlo.
“No tan rápido.” Han se soltó, retirándose hasta el borde de la piscina vacía. "Si quieres hacer eso, tendrás que venir hasta aquí.”
Leia levantó sus cejas. "¿Tú vas a hacerme trabajar por esto?" Alzó la mirada hacia él y luego la bajo, para luego finalmente y andando en medio de chirridos detrás de él. "Será mejor ser buena.” Han le dedicó su mejor sonrisa. "Oh, te aseguró que será bueno." Esperó hasta que ella casi estuvo junto a él, luego comenzó a retroceder a lo largo del borde la piscina hacia C-3Po. "Sólo tienes que recordar la forma de hacerlo.”
“¿La forma en que lo recuerdo?" Leia repitió. "¿No te parece que exageras un poco, mi amor?”
Ellos se vieron interrumpidos por un grito de entusiasmo por parte de C-3PO. "¡He encontrado algo!" Él transfirió un ficha a uno de los datapads que Han estaba utilizando, luego dijo. "El vicepresidente de flotas de CorDuro tiene una relación con Roxi Barl por matrimonio, y él tiene un sustancial interés económico en la Compañía Kuat Drive Yards.”
Han se apresuró a ir hacia el tablero -entonces oyó a Leia luchar por mantener el equilibrio y se regresó para seguir paseando con ella-.
“¿Cómo de sustancial?" Leia preguntó.
“Casi una milésima parte de un uno por ciento," C-3PO informó. "Al valor actual, eso sería casi cien millones de créditos.”
Han soltó un silbido, recogió el datapad, girándolo para que tanto él como Leia pudieran verlo. Ellos lo leyeron atentamente, hasta que casi al final de la primera pantalla, apareció una nota que lo cambiaba todo. El vice-presidente de flotas había muerto varios meses antes en extrañas circunstancias, poco después de que él pidiera el divorcio a la hermana de Roxi.
“Oh lo siento," dijo C-3PO. "No veo la manera de que él pudiera hacerlo.”
"Yo no creo que alguien como él pudiera haber sido," Leia dijo. "Nosotros tenemos todo un grupo de batalla persiguiéndonos. Este tipo no tenía los recursos necesarios para comprar esa clase de influencia. Nosotros tenemos que encontrar a alguien con poder suficiente para mover los hilos del gobierno de un mundo que use esas fragatas aduaneras de la clase Lancer -un montón por ciento-. Tu no enviarías un anónimo grupo de batalla detrás del Halcón Milenario sin decir nada al comandante de la flotilla.”
“O quizá tú necesites a alguien en el gobierno," Han dijo. Él se sentó y comenzó una búsqueda de posibles asociaciones. "Threepio, consigue todo lo que puedas sobre la 'Senadora Viqi Shesh. Creo que nosotros hemos estado viendo todo esta asunto desde una perspectiva errónea.”
“La Senador Viqi Shesh?” La voz de Leia no sonó sorprendida del todo, sino más bien cautelosa. "¿Qué te hace pensar en ella?”
“Las fragatas de clase Lancer y Vigilantes A-9," Han dijo. "Estos son fabricados en Kuat, y ese capitán de la primera fragata tenía un acento kuati.”
“Interesante,” Leia dijo. “Y nosotros sabemos que ella mantiene estrechos lazos con CorDuro. Pero eso no significa que ella se la persona que buscamos.”
“Quizá no sea suficiente," Han dijo. "Pero sé que encontraremos más.”
Él empezó a componer un mensaje para Luke.
Leia quedó de pie detrás suyo y le puso una mano sobre el hombro. "No, no preguntes si Viqi ha estado haciendo preguntas sobre mi paradero. Pregunta si alguien lo ha hecho.”
Han terminó el mensaje, lo codificó, y se lo transfirió a C-3PO para que lo transmitiera. Ellos recibieron la contestación tres días más tarde, informándoles de que alguien preguntó, pero no por parte de Shesh. Su jefe de personal habían estado intentado rastrear el paradero de Leia desde la caída de Duro, arguyendo tanto ante la Inteligencia de la Nueva República y SELCORE, pretender estar interesado en su seguridad. Él incluso se había presentado en su apartamento -donde él no había averiguado absolutamente nada de los dos guardaespaldas Noghri que habían llegado para reemplazar a la pareja asesinada en Duro-. No era más que algo circunstancial, pero era suficiente para que los dos Solo estuvieran seguros que ellos habían identificado a la persona que se escondía detrás de los ataques.
Dado que ellos ya tenían la evidencia grabada mostrando la traición de CorDuro, Han y C-3Po pasaron los siguientes intentando en vano establecer un vínculo sólido entre Viqi Shesh y la corporación. Lo más que ellos podían demostrar, por los menos con los bancos de datos accesibles desde la HoloNet, era que ella había tenido el mal juicio de asignar todos los embarques de SELCORE a una corporación que colaboraba con el enemigo.
Leia contribuyó lo que pudo -mayormente con ideas- ya que pasaba la mayor parte de su tiempo en tanques bacta o paseando con chirridos metálicos por la vacía piscina dentro de sus exoesqueleto cibernético de ejercicio para sus piernas. A finales de la semana, ella podía dar cincuenta vueltas, pero sus piernas la dolían constantemente, y no estaba más cerca de hacer que obedecieran a sus órdenes. Cuando ella envió un mensaje a Cilghal informando de temblores incontrolables, una contundente respuesta la indicó a Leia que ella debía encontrar un empalmador-nervioso tan pronto como le fuera posible. La interrupción en su tratamiento bacta probablemente había causado que las terminaciones nerviosas se reconstruyeran correctamente, y cada día que ella demorara la reparación del daño causado, aumentaba la probabilidad de que ella nunca volviera de nuevo, a caminar de manera adecuada.
Leia y Han estaban en sus habitaciones buscando mundos con buenos sistemas regeneradores y empalmadores de nervios -de momento solo Balmorra, Kuat y el mismo Coruscant- cuando sonó el timbre de la puerta- Le llevo a C-3PO casi la mitad de un minuto estándar rodear la borboteante fuente en el centro de la habitación y abrir la puerta.
“¡Señora Eelysa, que agradable sorpresa!" dijo el robot.
Leia se giró en su silla repulsora para ver la esbelta figura de Eelysa emergiendo del opulento vestíbulo, su melena oscura colgando flácidamente sobre los hombros de su mono. En su mano, ella sostenía uno de los roedores dientes de sable, que parecían haberse apoderado del balneario desde su abandono -al menos a juzgar por el número de criaturas que los Solo se habían encontrado fuera de su habitación-. Aunque Leia y Han habían visto a Eelysa muchas veces desde que ella saliera del tanque bacta, esta era la primera vez que ella iba a visitarles a sus habitaciones, y sus ojos verdosos vagaron sobre las paredes de piedra lechosa, magníficos pasajes abovedados, y la cúpula volante sobre la fuente.
“Y yo que pensé que mi habitación era bonita," Eelysa dijo.
“Al parecer, Izal pensó que nosotros nos sentiríamos como en casa en la habitación de recién casados," Leia explicó. Ella señaló al cadáver en la mano de Eelysa. "No te preocupes Threepio se ocupará de eso. Nosotros seguimos encontrándonoslo en el vestíbulo.”
C-3PO fue a coger el roedor, pero Eelysa lo apartó e intentó -sin mayores problemas- mantener la sonrisa mientras usaba la Fuerza para cerrar la puerta.
“Ciertamente, esta es una de las razones por las que he venido." Ella fue a la cocina, hablando por encima del hombro, prosiguió. "Los Barabels están empezando a quejarse de vuestra ingratitud.”
Han frunció el entrecejo. “¿Nuestra ingratitud?”
Eelysa surgió de la cocina secándose las manos. "Los cadáveres son presentes de Tesar y las hermanas Hara," ella explicó. "Pero no se los agradezcáis, o ellas pensarán que vosotros queréis más.”
Ella sacó un holocubo de su bolsillo. "Este mensaje llegó por la HoloNet. Sabe me pidió que os lo diera antes de que me fuera.”
“¿Formas parte del equipo de exploración?" Leia preguntó. El misterioso grupo de batalla había comenzado a merodear por el sistema adyacente, de manera que los Caballeros Salvajes cambiarían de base tan pronto como ella y Han se marcharan. "¿Estás lista para eso?”
Eelysa se golpeó el pecho. "Tan sana como nueva, pero no voy a la base nueva. Regreso a mi misión en Corellia.”
Han pareció preocuparse -él parecía estar así muchas veces durante estos días-. "¿Estarás segura?"
“Tan segura como en cualquier otro lado," Eelysa respondió. "Y alguien necesita mantener un ojo vigilante en el asunto Centerpoint. Si ellos encontraran la manera de conseguir que la estación funcionara de nuevo, no hay la menor seguridad de que Thrackan no la hiciera estallar.”
“A él mismo, si nosotros tuviéramos suerte," Han dijo. Se puso de pie y estiró su mano para estrechar la de ella. "Ten cuidado.”
Eelysa ignoró la mano y lo abrazó. “Gracias de nuevo. Se que Izal y las Barabels no me habrían sacado de allí sin ti.”
“Sin mí, yo no sé lo que ellas hubieran llegado a hacer para conseguirlo," Han dijo, volviendo a sentarse. "Pero ha sido magnífico volver a verte.”
Eelysa se agachó para darle también un abrazo a Leia. "Pensaré en ti. Mejórate.”
“Lo voy consiguiendo," Leia dijo. "Ten cuidado. No te arriesgues tontamente.”
“¿Yo?” Eelysa señaló con un pulgar hacia Han. "Tú eres la que vuelas con Han Solo.”
Leia esperó hasta que C-3PO acompañó a Eelysa fuera de la habitación, luego activó el holocubo. Este mostraba un breve video de un noticiario que informaba de un nuevo movimiento en el Senado que había decretado un Voto de Aplacamiento para proscribir a los Jedi y aceptar los términos de la tregua propuestos por el Maestro de la Guerra Tsavong Lah. Aunque los promotores se identificaban como una colación de Senadores de mundos no capturados, la imagen de Luke apareció después del reportaje para decirles que la líder era Viqi Shesh. Ella ya había alcanzado un trato con Borsk Fey'lya para celebrar la votación a la semana siguiente, de manera que Luke les pedía que le enviaran cualquier información que ellos pudieran tener sobre sus tratos con CorDuro. También les advirtió que Shesh, el jefe de personal había insistido, de manera subrepticia, hasta conseguir ser informado de su localización, tan pronto como el NRI lo supiera.
Luke aún seguía informando cuando Leia arrojó el cubo contra la pared. "Esa mujer es puro veneno. ¡Matarme no es suficiente -ahora tiene que perseguir a todos los Jedi-!”
Han miró a Leia y luego al holocubo destrozado. "Ella esta muera en los holocubos, eso es seguro -el problema es que nosotros no tenemos algo importante que poner en uno-.”
“Ella es corrupta. Nosotros lo sabemos. "Leia dijo. "La única pregunta es cómo de corrupta.”
“¿Eso importa?" Han preguntó. "Nosotros no podemos demostrarlo. Aparte del asesinato, no veo la manera en podemos detenerla de realizar ese Voto de Aplacamiento.”
“¿Asesinato?” Leia se apoyó en uno de los brazos de su silla y le besó. Ellos habían estado haciendo esto muchas veces últimamente. "Han, eres un genio.”
Han parecía preocupado. "¿Quizá... realmente tú crees que nosotros seríamos capaces de eliminarla?”
“No hablo de un asesinato físico," Leia dijo. "Asesinato político. Nosotros vamos a atacar su figura política.”
Ahora Han simplemente parecía desconcertado. "Leia, ella es de Kuat. Nadie espera que ella tenga ninguna mácula en su figura política.”
“Es por lo que está actuando," Leia dijo. "Y esta vez nosotros vamos a ir a la caza de Viqi Shesh y no al revés. Es la única forma en que nosotros vamos a poder ganar este asunto.”
“Yo estoy dispuesta a dar todo por ganar," Han añadió. "Pero con lo que nosotros tenemos hasta ahora, yo no veo la forma como vamos a conseguirlo con tan poco tiempo.”
“Entonces, mi amor, tú necesitas agrandar tú definición de persuasión," Leia le dio unos golpecitos en la mejilla, luego se giró hacia C-3PO, quién ya estaba acercándose al cubo destrozado con un barredor, y le dijo, "Tráeme un datapad. Y consígueme la dirección del transmisor-receptor del Senador Kvarm Jia. Yo necesito que él convoque una comisión por corrupción.”
“¿Sin evidencias claras y demoledoras?" Una sonrisa malévola surgió en los labios de Han. "Yo creía que tú nunca jugabas sucio.”
“Yo haré una excepción," Leia dijo. "Esa mujer está intentando poner fuera de la ley a mis hijos.”

Capítulo 07.
La negra silueta de un vapuleado carguero ligero CEC YT-1300 se balanceaba fuera del campo de visión del espaciopuerto, la emanación de sus estropeadas toberas de iones reverberaban inciertamente contra la reluciente noche que iba cayendo en Coruscant. Aunque casi no se podía apreciar la llamarada azulada de los sobrereforzados motores sublumínicos de su propia nave. Han temía que la menor vibración pudiera apagarlos. El temperamento natural del Halcón era demasiado bien conocido -y la posibilidad de la nave hubiera sufrido daños en la batalla acaecida era demasiado alto- por lo que el riesgo de intentar pasar desapercibidos, como unos simples pasajeros de paso, podía ser esta vez una decisión equivocada.
Las torretas con cañones eran otra historia. Fabricadas en la Luna de Cinnabar de un par de vainas de escape abandonadas, ellas no iban a engañar a nadie que se le ocurriera echar un vistazo a fondo -especialmente si esa persona esperaba que los postes de soporte que hacían las veces de cañones, giraran y comenzaran a abrir fuego-.
Han miró hacia la parte delantera de la espaciosa cubierta de tripulación del Hombre Alegre, donde Izal Waz estaba sentado en un estación de comunicaciones usando un unidad de control remoto para hacer volar la Sureshot hacia Coruscant. "¿Tú estás seguro de querer hacer esto?”
“¿De repente te se ha ocurrido una mejor manera de hacer saltar la trampa?" el Arcona preguntó.
Han negó con la cabeza. "Ninguna, la verdad.”
“Entonces deja de hacer preguntas tontas." Izal mantuvo su atención enfocada en el sistema de pantallas delante suyo, confiando en el teclado de la computadora y almohadilla de presión para controlar su baqueteada nave. "Ella sin embargo es un buen pedazo de cebo Jawa.”
Un débil olor a amoníaco impregnó el aire, y uno de las burbujas lechosas que hacían las veces de lágrimas en los Arcano apareció por la comisura del ojo de Izal. Leia, anclada magnéticamente a la cubierta junto al asiento de Han, frunció el ceño y movió sus dedos como si estuviera activando un chip de crédito. Han la dijo que no con la cabeza. Un trasto como el Sureshot no es que mereciera mucho la pena, pero había algunas cosas que ninguna cantidad de dinero podría reemplazar.
“Gracias, Izal," Han dijo. "Si algunas necesitas algo de nosotros, háznoslo saber, por favor.”
“Lo estáis haciendo," Izal dijo. "Limitaos a parar a esa endemoniada mujer y su Voto de Aplacamiento.”
Un par de cruceros ligeros Rendilo -de vigilancia por el perímetro de patrulla más interior de Coruscant- pasaron rumbo al espacio-puerto, entonces el Hombre Alegre entró en un área de acceso controlado y tuvo que ralentizar su marcha mientas gran cantidad de naves entrantes se apelotonaban para poder acceder a los estrechos corredores de acercamiento. Por encima y debajo de esos corredores, docenas de fragatas de la Nueva República estaban iluminando la oscuridad espacial con el fuego de sus cohetes mientras instalaban en órbita un campo de minas espaciales.
Mientras el flujo de tráfico se colapsaba, Han y los tres Barabels -agachados en los bordes de sus ásperos asientos, temerosos ante el reluciente y brillante planeta de Coruscant- mantenían una atenta vigilancia. Si los asesinos de Shesh iban a ir por el cebo, este sería el momento y el lugar idóneo para organizar un accidente, pero la Sureshot -volando bajo el alías que usaba el Halcón de Pájaro Sombra- pasó a través de las minas orbitales sin ser molestado. Unos pocos minutos después, relucientes rayos de luz solar comenzaron a reflejarse en la parte inferior de las plataformas orbitales armadas. El tráfico comenzó a dispersarse mientras el flujo se nave se abría en abanico hacia sus respectivos puertos de atraque.
El Sureshot y el Hombre Alegre descendieron a una órbita baja. La Sureshot comenzó a flotar por encima de la pantalla visora de Han mientras iba girando hacia el Fondeadero de Establecimiento Eastport, donde los Solo mantenían un atraque bajo nombre supuesto.
Por fin, una alarma de colisión sonó de los mandos de control remoto de Izal Waz.
“¿Izal?” Han preguntó. Él mantuvo su mirada fija en la pantalla visora, pero no pudo ver nada que se moviera hacia la Sureshot. "No veo nada.”
“Algo pequeño.” Izal pulsó un botón para activar los sistemas de alarma de la Sureshot, y los pitidos electrónicos de todos los canales de avisos de emergencia atronaron por los altavoces del puente. "Yo creo que vino de...”
La Sureshot se convirtió en una pelota anaranjada, lanzando siluetas de extrañas formas y conductos de energía aún resplandecientes en todas direcciones. Incluso los Barabels se quedaron con la boca abierta, y los canales de comunicaciones se activaron llenos de exclamaciones y preguntas de que había ocurrido. Han se volvió hacia Izal Waz y encontró al Arcona echando hacia atrás su estación de pilotaje, y limpiándose las burbujas lechosas de sus ojos.
“Una nave del rescate,” Izal dijo. “Vino del planeta y arrojó algo.”
El resto de un disco sensor roto apareció al otro lado del escudo de partículas de la pantalla visora de Han, mientras trazaba un involuntario retroceso -en medio de un coro de siseos de Barabels-.
“Muy divertido," Han dijo. "Apostaría lo que fuera a que esos tipos no retrocederían ante una tormenta de meteoritos.”
Más restos comenzaron a rebotar contra la exterior de lo escudos del Hombre Alegre, y el carguero ralentizó su marcha. El capitán enlazó un canal de comunicaciones a través del intercomunicador. “...mina estallada," una voz oficial estaba diciendo. "Corten velocidad y quédense en punto muerto, nosotros le mandaremos un rayo tractor para sacarles de ahí. Repito, punto muerto, apaguen los motores.”
“En un ojo de Sarlacc." Leía se burló. Ella se volvió hacia Han. "¿Podrían ellos haber descubierto nuestro señuelo?”
Han negó con la cabeza. "La mina nos habría golpeado a nosotros," dijo. "Ellos simplemente están intentando identificar al Hombre Alegre. Nos habrán estado observando durante algún tiempo, o quizás hayan captado alguna de las señales de control de Izal.”
“¿Qué piensas ustedes?" El capitán del Hombre Alegre les preguntó por el intercomunicador. "¿Debo llamar a nuestro equipo de apoyo?”
“No, nosotros no queremos que Viqi sepa que sus asesinos han fallado." Leia echó un vistazo a Han, luego añadió. "Nosotros aún podemos seguir con el plan previsto.”
Han alzó sus cejas, luego se levantó, conduciendo a Leia hacia la parte posterior de la nave, diciéndola al capitán, "Sólo mantenga su bodega de carga en la zona muerto de los sensores de la Alegre.”
Las estrechas pupilas de los aprendices Barabels se abrieron como diamantes, e Izal Waz dijo con voz ronca, "¿Vais vosotros dos a marcharos de aquí?”
En la provisional bahía de atraque del Hombre Alegre, los repuestos de los anticuados cazas esteleras que solía llevar el carguero habían sido reemplazados por dos docenas de vainas-gemelas de vehículos aéreos. Hacía tiempo fueron utilizadazas para visitar turísticas en la Luna de Cinnabar, pero ahora estaban lejos de ser una simple carga utilizada para no llamar mucho la atención de las autoridades de Coruscant, y si para llegar al planeta sin llamar mucho la atención. Han abrió la compuerta del vehículo con el que iba a volar. El asiento trasero había sido quitado, de manera que Tesar pudo usar la Fuerza para depositar a Leia -con silla y todo- en el compartimiento del pasajero de cara a la popa de la nave.
C-3PO entró chirriando en la bodega. "¡Capitán Solo, Dama Leia, esperen! ¡Se están olvidando de mí!”
“Lo siento, Threepio,” Leia dijo. “Tendrás que quedarte con Izal y los Barabels hasta que ellos puedan enviarte a casa.”
“¿Quedarme?" C-3PO consideró el permanecer con los Barabels durante unos instantes, luego preguntó. "¿Están seguro de que no hay sitio para mí?”
“Tú eres un pelín grande para el maletero," Han dijo.
Él hizo flotar el carro de nubes dentro de la bahía de lanzamiento y apagó todos los sistemas no vitales para bajar su nivel de detección por sensores. Entonces, con Izal y los Barabels despidiéndose a través de la compuerta de observación, el y Leia observaron nerviosamente como la compuerta exterior se abría.
El carro de nubes se movió dando tumbos mientras uno de los Jedi usaba la Fuerza para lanzarlo de la bodega. Hubo el tiempo justo para verse un tanto agobiado por la inmensidad del espacio en comparación con la pequeña cabina de pilotaje -y le hacía preguntarse cuanto más la vasta oscuridad debió haberle parecido a Jaina cuando ella fue en EV a Kalarba- antes de que uno de los Barabels extendiera de nuevo la mano. El carro de nubes empezó a dar volteretas igual que un simple pedazo de pecio espacial.
“Oh —buen empujón-," Leia dijo. "Creo que voy a ponerme mala.”
Esforzándose por mantener su mirada fija en el Hombre Alegre -y su propio estómago abajo- Han alternó entre intentar no mirar como se deslizaba la superficie brillante de Coruscant e intentó no fijarse en como las estrellas pasaban arremolinadas en amplias espirales relucientes. Estelas de emanaciones de iones aparecían y desaparecían al azar. Una vez, el diminuto halo de la ola de coche de una nave acercándose, enmascarando la silueta a contraluz de una fragata de la Nueva República. Está desapareció por debajo del suelo del carro de nubes y reapareció un instante después, a menos de un kilómetro por encima y virando bruscamente para alejarse.
Finalmente, la maciza silueta del Hombre Alegre desapareció por encima del horizonte de Coruscant. Han esperó unos minutos más, entonces disparó los impulsores de posición para estabilizar su caída. Nervioso por su cercano encuentro con la fragata -y completamente consciente de que rebotar contra un escudo de partículas destrozaría su pequeña nave- activó el transpondedor de proximidad, y a continuación los sistemas de navegación.
Fue justo en ese instante cuando Leia preguntó, "¿Por qué dudo yo que esas naves de rescate vienen a ayudarnos?”
Sin esperar a que el despliegue del tráfico se activara, Han empujó su nariz hacia abajo y encendió el pequeño motor de iones del carro de nubes. Ellos salieron de órbita igual que un meteoro y empezaron a rozar y arder en la espesante atmósfera. Finalmente, él tuvo tiempo de echar un vistazo a la oscilante pantalla. Un par de cápsulas con los símbolos de rescate casi les pasan por encima. En la lejanía, el Hombre Alegre estaba virando para alejarse de Coruscant, un cuarteto de carros de nubes de la Luna de Cinnabar volvieron a salir de su bahía de lanzamiento. Por detrás de ellos las parpadeantes luces de proximidad de casi una docena lanzaderas de rescate. La propia nave de rescate no se veía por ninguna parte.
Han abrió un canal privado con el Hombre Alegre. "¿Estáis bien allí atrás, chicos?”
“Por supuesto,” siseó un Barabel -Han creyó que era Bela-. "Pero una de esas minas desparramadas cambió de curso, y el campo de ruinas era muy denso en su zona de lanzamiento. Solamente escaparon dos.”
“No hay necesidad de preocuparse por ellos," Leia dijo. "Los tenemos a la vista. Esperamos un tranquilo viaje a casa.”
“Así lo esperamos," Izal Waz dijo. "Nosotros estamos ahora fuera de peligro. Quizás el... bien, ya sabes.”
“Lo sabemos, lo mismo para ustedes," Leia dijo. "Gracias de nuevo, y enviadnos de vuelta a C-3PO cuando tengáis ocasión.”
Han continuó acelerando hasta que la luz de alarma de exceso de temperatura en el casco se activó -entonces fueron más rápidos-. Las primeras torres fueron apareciendo abajo en la lejanía, sus cúspides sobresalían a través de las nubes, igual que espigas en un campo de trigo. Las naves de rescate comenzaron vagar de nuevo sin rumbo fijo. Han pensó que ellos habrían perdido la conexión central -hasta que pusieran en línea sus haces tractores-. Él comenzó a girar y dar bandazos igual que un piloto de caza.
La voz de un sobresaltado controlador aéreo surgió del comunicador. "Coche-nube de la Luna de Cinnabar cinco-tres, ¿Cuáles son la naturaleza de sus daños?”
“¿Daños?” Han dijo.
“Por el estallido de la mina," Leia susurró por encima del asiento. "Él cree que nosotros resultamos afectados por la explosión.”
“Uh, ningún daño,” Han transmitió. "Estamos bien.”
“¡Entonces ralentice su descenso!”
Han comprobó la pantalla con el tráfico existente. "Negativo, control.”
Hubo un silencio de perplejidad, luego un escéptico supervisor gruñó. "¿Negativo?”
“Esto es una emergencia," Han dijo. "Mi esposa esta, uh, teniendo un bebé.”
“¿Quéeeeee?” Leia acertó a modular su inicial sobresalto en algo parecido a un grito. "¡Está viviendo!"
“Nosotros podemos confirmar eso." La voz tenía un tono tan grave que bien podría haber sido humana o Aqualish. "Nosotros los escoltaremos.”
“Muy bien, coche de nube," dijo el supervisor. "Nosotros les abriremos un carril directo al Centro Médico Lamoramora. Por favor sigan las señales indicadoras en vuestra pantalla de tráfico... y reduzcan la velocidad. Tienen el tiempo necesario para llegar de una pieza.”
“¡Ya nos gustaría!" Leia aulló, realizando su papel. "¡La cabeza empieza a asomar!”
Una risita ahogada se oyó por encima del canal de comunicación. Una parpadeante señal de seguridad se encendió cuando ellos alcanzaron la parte superior de las torres y se sumergieron en las nubes. Han cambió la instrumentación de vuelo y se encontró inmerso a través de un cañón de líneas desplegadas. Una barra azul iluminó la ruta a Lamoramora, pero el carril aéreo era demasiado estrecho para maniobrar. Han giró hacia línea celesta más ancha y rodeó una torre cilíndrica que solamente él podía ver en su pantalla.
“No vas a perderlos de esa manera," Leia informó. "Si yo puedo verlos, ellos también pueden vernos."
“¿Tú puedes verlos en medio de esto?" Han no se atrevió a dejar de mirar sus instrumentos, pero él sospechaba que no se podía ver más allá de cinco metros de la nariz en medio de ese mar de nubes. "¿Cómo de cerca están ellos?”
“Cerca." La voz de Leia asumió el tono de calma misteriosa que significaba que las cosas estaban realmente mal. "Lo bastante cerca para...”
Ráfagas de fuego de desintegrador comenzaron a relampaguear a su lado.
La enfadada voz del control aéreo resonó a través del comunicador. Han apagó de golpe la unidad, luego se dejó caer fuera de las nubes a través de un atestado carril aéreo, inclinó el coche de nubes sobre uno de sus costados, y se introdujo por un rincón en el interior del tráfico entrante. Naves aéreas por todos lados. Han picó hacia arriba buscando un acceso de emergencia al nivel superior.
“Las naves aún siguen ahí detrás...”
El crujido de dosel de fusión le indicó por donde estaban.
“¿Estás bien?”
“Defina bien.” Leia tuvo que gritar para poder hacer oír por encima de las ráfagas de aire. "Yo he visto abajo los cañones de dos rifles desintegradores, y no tengo otra cosa para devolverles el fuego que lanzarles un escupitajo.”
Han rebuscó entre sus ropajes oscuros, el tiempo suficiente para poder sacar su desintegrador. Lo empujó por encima del asiento, hacia las manos de Leia, para entonces las naves estaban de nuevo sobre ellos. Otra ráfaga golpeó el dosel. El plastiacero estalló. El viento llenó los ojos de Han con lágrimas, y su desintegrador comenzó a rechinar.
“Han, haz algo." De nuevo ese tono de voz falsa calma.
“¡No puede ver!”
Han entrecerró los ojos y creyó ver un puente debajo. ¡No, un tejado! Él niveló la nave y salió disparado unos pocos metros por encima de su superficie, pasando a través salidas de aire y torres de refrigeración, luego el tejado quedó atrás y el coche de nubes quedó de nuevo sobre un negro abismo.
Algo resonó contra la parte trasera del vehículo.
“¡Humo!”
“Bueno," él dijo. "Quizás eso le haga perdernos de vista.”
Han abrió sus ojos lo más posible y vio un par de barras oscuras justo delante. Dos puentes, apilados. Él tendría que encontrar un carril aéreo, pero uno que no estuviera congestionado. Dondequiera que estuvieran, esta parte de la ciudad no era exactamente próspera.
El coche de nubes traqueteó. Han pensó inicialmente que un rayo tractor los había enganchado, pero el chirrido de pequeño motor de iones comenzó a perder potencia, en vez de ganarla. Las barras oscuras de delante comenzaron a adquirir forma y profundidad. Estaban a menos de medio kilómetro, quizás, con más o menos la misma distancia separándolos verticalmente.
“Leia, activa los repulsores de tu silla," Han dijo. "Y está lista para desactivar las abrazaderas magnéticas.”
Ella adivinó lo que él estaba pensando. "Han, si crees que yo voy a dejar este vehículo sin...”
“Tú no irás a ningún lado sin mí.”
El coche de nubes traqueteó y perdió velocidad, y un disparo de desintegrador se estrelló contra la pantalla principal. La cual sin embargo, ahora ya no era necesaria. Había figuras en el puente de más abajo, observando la violenta carrera que se dirigía hacia ellos. Han se dirigió hacia la viga de soporte más lejana, y las figuras salieron corriendo por la cubierta del puente. El puente aumentó de tamaño. Otro disparo de desintegrador fundió la pequeña unidad de comunicación.
Ellos pasaron bajo el puente, y Han dejó de zigzaguear. El coche de nubes traqueteó nuevamente -este vez atrapado en el rayo tractor de un vehículo de rescate-. Han tiró hacia atrás de la palanca del timón, y el coche de nubes ascendió de forma violenta y repentina, pasando por debajo de la viga más alejada tan cerca que él instintivamente se agachó -y le gritó a Leia que hiciera lo mismo-. La nave no pudo desactivar su rayo tractor a tiempo. Golpeó contra la viga y se desintegró, dejando libre al coche de nubes que continuara ascendiendo al nivel superior. Leia derramó una tormenta de fuego de desintegrador a través del humo.
Han hizo girar el coche de nubes y vio a dos personas en la lancha de rescate disparando por entre el humo por debajo de ellos, una hilera de requemados agujeros por desintegrador se formó a lo largo de la cúpula de su compartimiento de accidentados. El piloto notó los impactos, y realizó un giro interno completo, y dos gruñones Aqualish asomaron por la parte superior de su techo chamuscado por fuego de desintegrador. Leia y el pasajero intercambiaron disparos, pero a esa distancia incluso los disparos del rifle desintegrador se disiparon inofensivamente.
La nave rescate se niveló y se acercó en posición invertida. Han esperó hasta el último momento para girar a la derecha, pero el piloto era demasiado bueno para maniobrar hacia un punto ciego. El pasajero continuó disparando. En lugar de malgastar el precioso empuje maniobrando, Han dirigió la punta del coche de nubes lejos de la lancha y continuó ascendiendo. El puente superior no estaba lejos, quizás a unos cien metros.
Impactos de desintegrador martillearon el fondo del casco de la nave. Un ardiente fogonazo pasó a través, luego otro.
“¿Han?” Leia preguntó. “¿Sabes que yo no puedo disparar hacia atrás?”
“Lo sé.”
El fuego enemigo de desintegrador cesó, para entonces la lancha de rescate pasó rugiendo unos metros por encima y abruptamente picó para evitar el puente más alto.
Han soltó el acelerador. "¿Lista para bajar de esta bañera?”
“Nunca he estado más lista para bajarme de algo," Leia dijo. "Quizás, desde la barcaza de Jabba.” El traqueteante coche de nubes... se elevó al nivel del puente... traqueteó de nuevo...
Han giró el morro por encima del borde y lo niveló.
El traqueteante coche de nubes chirrió y se dirigió hacia el puente.
“¡Ahora!”
Han desabrochó arnés de pilotaje y se dio la vuelta para agarrar el brazo de Leia, luego la dejó que se liberara mientras la silla repulsora se alzaba, sacándoles fuera del compartimiento del pasajero. El coche de nubes se deslizó por debajo de ellos y continuó por fuera del carril aéreo. Ellos apenas habían tocado el suelo -Leia aposentada gentilmente sobre los repulsores de su silla y Han cayendo gracilmente a su lado-. Antes de que la nave de rescate les pasara por encima y cosiera una ardiente línea de agujeros de desintegrador en el fondo del coche de nubes. El maltrecho vehículo cayó de morro y comenzó un humeante descenso, la lancha pegado a su cola, rociando con disparos de desintegrador al interior de sus motores de iones.
Han se incorporó, para comprobar que Leia se encontrara bien, luego miró a lo largo de puente, en ambas direcciones. Si hubiera alguien por los alrededores, ellos se habían permanecido fuera de su campo de visión.
“De manera," él preguntó. "¿Alguna idea de dónde estamos nosotros?”
Leia negó con la cabeza. "Ciertamente no, pero creo que el Lamoramora está cerca del Parque Troglodita.”
“Vaya por dios -justo en el lado equivocado del mundo-," Han dijo. "Nos llevará todo el día regresar hasta allí.”
Una explosión distante retumbó en la lejanía del canal aéreo. Han miró brevemente hacia el sonido, luego cogió la mano de Leia y e inició el camino hacia el edificio más cercano.
Leia le dio unos tirones desde atrás. "No tan rápido, chico volador," ella dijo, sonriendo. "Tú eres el que consiguió que nos perdiéramos la primera vez. Yo lograré encontrar el camino a casa.”

Capítulo 08.
La puerta de la Comisión de Investigación del Senado se deslizó a un lado para revelar una sólida pared de refulgentes luces y pantallas. Por el murmullo de apagadas voces, Leia pudo darse cuenta de que la cámara estaba llena más allá de su capacidad. Pero no fue hasta que sus ojos se acostumbraron a la luz intensa que ella empezó a ver los rostros por detrás de los cuchicheos. El cuarto estaba atestado de cámaras-ojos parlantes conectadas con los medios de comunicación de más de mil mundos diferentes, todas murmurando calladamente a sus micrófonos mientras informaban de que Leia Organo Solo, que por alguna extraña razón aún seguía vistiendo su acolchado traje de vuelo, había llegado a la Comisión de Corrupción justo a tiempo.
Han se inclinó sobre la oreja de Leia. "Al parecer, nosotros ya hemos ganado," la susurró. "Incluso si los cargos no prosperan, Viqi se vera demasiado ocupado evitando a las holo-cámaras para más apoyos para el voto contra los Jedi.”
Leia se giró para recordarle que tuviera cuidado con los micrófonos, para luego dejarlo y simplemente asentir con la cabeza. Aún cuando él nunca lo hubiera querido reconocer, Han era alguien tan experimentado en esta clase de juego como ella misma.
“Lo que me gustaría saber es como vas a conseguir llegar a la mesa de acusación," Jaina murmuró. Todos los hijos de Leia estaban allí, junto con Luke, algunos Jedi más, y los nuevos guardaespaldas Noghri de Leia. "¡Nosotros tendremos que llevarte flotando!”
“Despejaremos el pasillo, Mamá," dijo Anakin, haciendo un gesto con la cabeza a Jacen.
Leia le cogió por el brazo.
“Ahora, no es el momento de que los Jedi parezcan arrogantes," dijo. "Yo caminaré.”
“¿Caminar?” Han preguntó. “¿Cómo?”
“Con un poco de ayuda por parte de mi familia." Leia se volvió hacia Jaina -Jaina, aquella se había estado tan enfadada con ella y se que se había sentido abandonada por su madre en Duro- y la preguntó, "¿Te importaría?”
La sonrisa que se formó en la cara de Jaina fue casi tan retorcida como la de Han. "¿Confías en mí?"
Leia sintió que a través de la estirada mano de su hija le llegaba la Fuerza, entonces ella pudo incorporarse hasta quedar erguida. Sus piernas comenzaron a moverse, más por la voluntad de la propia Jaina que por la suya propia, pero imitando de forma aceptable el andar de una persona. La habitación estalló en sinfín de apagados murmullos mientras los video-reporteros comentaban lo que ellos estaban retransmitiendo. Luke y los otros tomaron posiciones protectoras alrededor de Leia, y empezaron a avanzar.
Si Shesh hubiera tenido asesinos entre la muchedumbre, ellos habrían tenido el buen sentido de comprender que cualquier desesperado intento por su parte, estaba condenado al más absoluto fracaso. Leia alcanzó la parte delantera de la sala y tomó asiento en la mesa de acusación, con Han a su lado y sus hijos los otros Jedi detrás suyo. Como era lo normal para un procedimiento de esta naturaleza, ella no reconoció a Kvarm Jia o cualquiera de sus otros amigos senadores detrás de las altas consolas.
Dado la importancia de la puntualidad en asuntos de esta índole, Leia se quedó sorprendida al notar que Viqi Shesh no estaba en la mesa de la demandada. Allí estaba solo su jefe de gabinete, un pequeño hombre, con ojos pequeños y relucientes, que no podía dejar de mirar a la mesa de la acusación como si estuviera viendo a un fantasma. Leia captó su mirada y le saludó con la cabeza, a la vez que apretaba sus labios, formando una dura sonrisa. Él palideció, pero devolvió el gesto y rehusó aparta la vista.
Han se inclinó y la susurró, "¿Dónde está Viqi?”
“¿Dónde crees tú?" Leia preguntó. Su plan había sido torpedeado; Shesh estaba tan segura de sus muertes que ella ni siquiera se había molestado en asistir a la sesión de Jurado por Corrupción. "Ella está buscando apoyos para su Voto de Apaciguamiento.”
Han se quedó con la boca abierto.
Exactamente a la hora en punto, la presidenta del jurado, una hembra Bith, de nombre E'noro, pulsó el timbre de aviso para llamar al orden a los asistentes. Sin más preámbulos, ella se volvió hacia la mesa del demandado y se dirigió al jefe de gabinete, de mirada huidiza, de Shesh.
“Jefe de Personal Pomt, veo que la senadora Shesh no está hoy presente en esta sala. ¿Acaso este jurado debe tomarlo, como que ella ha huido del planeta?”
Esto provocó un sonoro cuchicheo en la sala -el cual fue prontamente acallado, mediante otra pulsación del timbre de aviso-. Pomt esperó unos instantes a que el rumor se apagara, luego se puso de pie.
“Por supuesto no. La Senadora Shesh no tiene la menor intención de mostrar falta alguna de respeto al tribunal. Pero como ustedes saben, una crucial votación sobre la cuestión Jedi se someterá a votación la próxima semana, y ella se niega a permitir que una cínica táctica, inventada por los mismos individuos, a que atañe esa votación, interfiera con su preparación de la sesión. Si fuera del agrado del tribunal, ella solicitaría que la investigación se pospusiera hasta después del Voto de Tregua." Pomt lanzó una sesgada mirada en dirección a Leia. "Después de eso, la Senadora Shesh estaría encantada de responder a todas y cada una de las quejas y acusaciones lanzadas contra ella -sin importar cuan infundada pudieran resultar estas-.”
“Ya veo," E'nora se volvió hacia Leia. "La oportunidad de la reclamación parece adecuada, Princesa Leia. ¿Tendrían los Jedi alguna objeción a tal aplazamiento?”
“Los Jedi no la tendrían," Leia dijo. "Pero yo sí. Perdóneme por no ponerme de pie, pero yo esto segura de que el tribunal ha oído hablar de mis lesiones. Permítanme empezar, diciendo que yo estoy aquí en mi propio nombre, para quejarme contra una Senadora corrupta que ha intentado asesinarme, en un desesperado esfuerzo por ocultar sus fechorías.”
Pomt se puso de pie al instante, su voz se pudo oír por encima del tumulto del gentío, gracias al micro-micrófono-amplificador situado cerca de su boca. "¡Tales acusaciones son una calumnia ultrajante!”
“Yo tengo prueba de mis acusaciones." Leia pudo sentir el asombro de Luke, y de todos los otros Jedi. La estrategia que ellos habían acordado era más conservadora, diseñada para neutralizar a Shesh, haciendo que ella malgastara tiempo y recursos en rebatir las acusaciones -pero estaba claro que ellos tendrían que actuar con mayor audacia y rapidez-. "Yo estoy lista para presentar mis demanda, y mantengo que cualquier tipo de retraso o dilación, no sólo pondría en peligro mi propia vida, sino a la misma Nueva República.”
E'noro hizo tañir el timbre de aviso hasta que la sala se calmó. "Otro tumulto, y ordenaré desalojar a los espectadores," La sala se acalló rápidamente, y ella se volvió hacia Leia. "Princesa Leia, ¿Cuál es el fundamente de su demanda?”
Leia resumió lo que ella y Han habían descubierto sobre la traición de Transportes CorDuro, luego acusó a Shesh de aceptar sobornos y estar detrás de los intentos por acabar con sus vidas.
“Señora, yo ciertamente debo protestar...”
E'noro acalló a Pomt con una sacudido de su dedos, luego preguntó a Leia, "¿Y la naturales de vuestras pruebas?”
“Grabaciones de datos y testimonios jurados," Leia dijo. Ella podría aportar suficientes evidencias para justificar su declaración, aunque la única prueba de culpabilidad que ella podía realmente aportar era la de CorDuro. "La grabaciones hablarán por si mismas.”
“Grabaciones que pueden haber sido manipuladas o falsificadas," Pomt dijo. "Especialmente cuando el sujeto sometido a investigación no está presenta para defenderse.”
"Así ha deseado la Senadora Shesh que sea, no la Princesa Leia," E'noro le contestó con cierta brusquedad.
Leia continuó, “También debo mencionar que el Jefe de Personal Pomt no es alguien inocente en este asunto, Señoría. Mi presencia en la sala, delante de este jurado le ha provocado a él, un gran susto y sorpresa. Tanto él como la Senador Shesh tenían fundadas razones para creer que tanto yo como mi marido, habíamos resultado muertos en un intento de asesinato. De hecho, el jefe de personal es uno de quienes informó de mi paradero, a los primeros asesinos.”
“¡Eso es una mentira!”
“Yo tengo testigos," Leia miró por encima de su hombro a sus guardaespaldas Noghri. "¿Acaso no se acuerda de haber ido a mi apartamento para preguntar sobre mi paradero?”
La cara de Pomt se quedó de una pieza.
“¿Bien, Jefe de Gabinete?" E'noro preguntó.
“No tenía nada que ve con asesinos," Pomt dijo, "Nosotros estábamos, um, preocupados con respecto a su seguridad.”
“Sí, yo creo que eso podrá ser aclarado. Jefe de Gabinete Pomt, puede usted considerado relevado de su cargo, pendiente de una investigación. E'noro indicó a un par de guardias que fueran hacia él. "Esto caballeros les escoltarán fuera de esta Tribunal.”
La cámara casi estalla en un verdadero tumulto. -hasta que E'noro hizo tañir la señal de aviso con fuerza-. Luego se volvió hacia Leia.
“En cuanto a los cargos contra la Senadora Shesh..."
E'noro activó un comunicador, y, salvo por el sonido de voz, la sala de la comisión permaneció en silencio. Leia y todos los demás escucharon pacientemente como E'noro se abría camino con amenazas a través de varios niveles de burocráticos ayudantes, para finalmente contactar con Shesh.
“No me importa lo más mínimo quien se crea que sea usted, Senadora Shesh," E'noro dijo por el comunicador. "La esperábamos en mi sala... Ahora, ¿De qué se sorprende usted? Nosotras confirmamos el horario hace tres días... ya veo. No, yo no había oído nada sobre eso, pero le aseguro que ella está bien. De hecho está sentada justo aquí -y diciendo algunas cosas bastante desagradables sobre usted, debo añadir... Por supuesto nosotros podemos reprogramar la vista... ¿Hasta dentro de un mes?”
Leia empezó a objetar, pero E'noro alzó su dedo y continuó hablando por el comunicador.
“De lo por hecho... Usted será bienvenida, Senadora. Pero quiero decirla que la mesa de la Comisión ha adoptado hoy, una decisión..." Ella hizo una pausa mirando en ambas direcciones desde su estrado; cuando comprobó que sólo recibía asentimiento, dijo, "Y vuestro status de miembro Senatorial quedará en suspenso hasta que el asunto quede aclarado...”
El rugido que provino del comunicador fue lo bastante ruidoso para que fuera oído, incluso en la parte más recóndita de la sala. E'noro mantuvo el dispositivo de comunicación apartado en toda la extensión de su brazo, luego meneó la cabeza con disgusto, para finalmente pulsar la señal de aviso.
“Al parecer," ella dijo, "Esta reunión queda aplazada.”
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Una semana más tarde, Leia estaba echada en su cama de la sala de injertos nerviosos del Centro Médico Orowood con sus dos piernas levantadas sobre unos cojines. Han esta de pie a su lado, Anakin y los gemelos sentados en los bordes de las únicas sillas de la habitación, mientras que Luke, Mara y otra medio docena de Jedi, apretujados en la cabecera de su cama. Todos ellos estaban mirando fijamente la pantalla que colgada en la parte superior de la pared opuesta. “¿Cuánto tiempo les puede llevar realizar el recuento de la votación?" Han demandó. "Esta informatiza, no es así.”
“Ciertamente, Capitán Solo, es el elemento orgánico es que ralentiza considerablemente el proceso," D-3PO dijo. Él sólo había durado un día en el 'Hombre alegre' antes que Izal Waz se deshiciera de él en Balmorra y hubiera pagado de su propio bolsillo, su envío de regreso a Coruscant. "Los recuentos se hacen en cuestión de milisengundos.”
Han se estiró por detrás de la cabeza del droide, y desconectó el circuito de alimentación principal. “Gracias,” Leia dijo.
Por primera vez en semanas, sus tenía en sus piernas sensación de dolor, quemazón o palpitaciones, pero ella apenas se daba cuenta de este hecho. Ella demasiado interesada en observar el rostro de Bors Fey'la en la pantalla, en busca de un leve gesto, como tirarse de la barba o unas arrugas en la frente, le indicaran como se iba desarrollando el Voto de Apaciguamiento.
El doctor de Leia, un humano de aspecto de sabio distraído, con una permanente y perpetuamente arrugada melena, entró en la habitación. Si notó la amenazadora presencia de los guardaespaldas Noghri flanqueándole, o sentirse impresionado por la presencia de tantos Jedi famosos, él lo supo ocultar muy bien.
Él simplemente comenzó a apretar, tirar y auscultar las piernas de Leia, emitiendo calladas instrucciones para que las moviera o doblada de tal o cual manera.
El cirujano reconstructor de terminaciones nerviosas dijo algo sobre un tacto normal y una mejora en el control motor de las extremidades. Pero justo entonces Fey'la alzó su frente, y Leia no hizo el menor caso a lo que el doctor dijo a continuación.
“¿Vistes eso?" Han preguntó. "Él está sorprendido.”
“Eso no puede ser nada bueno," Jaina dijo.
“Es difícil de saber." Leia estiró la mano y encontró la de Han. "Nadie ha sido capaz de decir lo que Borsk cree que ha pasado.”
El doctor se interpuso en la línea de visión de Leia. "Princesa Leia, tengo noticias.”
“Un minuto, por favor.”
Leia lanzó una mirada suplicante a su hija, quien silenciosamente usó la Fuerza para apartar a un lado al doctor.
Fey'lya Estaba mirando ahora directamente a la cámara, mostrando sus desnudos colmillos en la típica sonrisa sin sentido propia de un político.
“Es mi deber anunciar que la Votación Por el Tratado de Paz -o la Votación del Apaciguamiento, como ha sido llamada en algunos círculos- ha sido rechazada por una proporción de dos a uno.”
“¡Ni de cerca!" Anakin gritó. "¿Como ha sido eso posible?”
La habitación -y gran parte del pasillo de fuero- estalló en un coro de gritos de alegría.
El cirujano de reconstrucción de terminaciones nerviosas, caminó hasta ponerse junto a Leia, con el gesto fruncido. "¿Princesa, ha escuchado lo que he dicho? La operación fue un éxito total. Usted podrá comenzar a andar hoy mismo. Sus piernas se recuperarán por completo.”
“Lo sé, Doctor." Leia tiró hacia del rostro del cirujano y le besó en ambas mejillas -ella no sabía muy bien porque, sólo que se sentía infinitamente contenta- luego le dijo, "gracias.”
“Uh, ha sido un placer.”
El cirujano reconstructor de nervios se acarició su mejilla, luego frunció el ceño y retrocedió. Una vez se hubo marchado, Leia se dio cuenta de que no todos en el cuarto estaban completamente satisfechos. Ella se giró para ver a su hermano mirando a través del ventanal de tranparacero, su frente surcada por arrugas y su mandíbula prieta, pareciendo más viejo y cansado de lo que nunca ella recordara haberle visto jamás.
Leia le dio con el codo a su cuñada. "¿Está Luke teniendo alguna visión?”
Aunque Mara no compartieran necesariamente el poder de Luke de tener visiones gracias a la Fuerza -si eso era lo que realmente estaba ocurriendo- ellos dos estaban lo bastante unidos para que ella le pudiera decir si era algo en lo que todos se podían ver involucrados.
“Nosotros podemos irnos fuera," Han ofreció.
Mara negó con la cabeza. "Él hace esto mucho, últimamente." Ella cogió la mano de Luke. "Estoy casi segura de que él está tan inmerso en sus propios pensamientos, que algunas veces de olvida de donde está.”
“Sí.” Han lanzó una mirada de preocupación en dirección a Leia. "A mí me pasa todo el tiempo.”
“Han, no es nada de lo que allá que preocuparse." Luke mostró una radiante sonrisa, luego se giró hacia Leia y los otros. "Los Maestros Jedi no se dejan vencer por la presión -sólo se vuelven un tanto excéntricos,"
“Es un verdadero consuelo," Han dijo.
Luke sonrió, luego dijo. "En serio, yo estaba pensando en donde irán los Jedi desde aquí. Nosotros sabemos que esta situación irá a peor, antes de comenzar a mejorar.”
Leia asintió. "Con Pomt desaparecido, no hay ninguna manea de hacer que esos cargos prosperen," dijo. El jefe de Gabinete había sido encontrado muerte con una declaración grabada en la que se autoinculpaba de todos los problemas sufrido en el gabinete de Shesh. "Nadie creerá que ella es inocente, pero demostrarlo es otro asunto muy diferente.”
“Hay está Viqi -y demasiados como ella-." Luke añadió. "El Voto de Apaciguamiento ha sido rechazada por un margen de dos a uno...”
“Pero eso significa que un tercio del Senado ha votado en nuestra contra," Mara concluyó. "La próxima vez, una comisión por corrupción no va a salvarnos.”
“Eso es cierto," Luke dijo. "Los Jedi van a necesitar una sigilosa y callada manera de moverse por toda la galaxia, un gran río que pueda llevarnos allí, donde nosotros necesitemos ir.”
Leia vio adonde quería llegar su hermano. "¿Y tú estás pensando en que Han y yo seríamos un buen equipo para preparar ese gran río?”
“Vosotros tenéis las habilidades necesarias," Luke dijo. "Un contrabandista y una diplomática, ambos de primera fila.”
Han ni siquiera lo dudó. Él simplemente dirigió una breve vistazo a sus hijos, puso una dura mirada en sus ojos, contrajo su mandíbula y se volvió hacia Leia. "¿Tú qué piensas, compañera? ¿No vamos a vagabundear juntos por la galaxia?”
“Claro," Leia tiró de él hacia la cama, retorciendo sus dedos con los de él. "Pero yo seré el navegante.”
FIN

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